Las exportaciones cayeron hasta un 30% en los últimos cuatro años. Hasta agosto de 2019 el déficit comercial llegó a $us 772 millones. Además, la deuda fiscal se disparó en un 190,22% entre 2014 y 2018

27 de octubre de 2019, 3:00 AM
27 de octubre de 2019, 3:00 AM

Un país donde seis de cada diez jubilados siguen trabajando. Un país donde las pequeñas empresas cierran por los altos costos laborales, un país en donde los ingresos por exportaciones cada vez son menores, un país donde el gasto del Gobierno crece dejando un hueco financiero, según cifras oficiales, de más $us 3.000 millones, por año. Un país, en donde la desaceleración económica se hace notoria y calificadoras internacionales, como Fitch Ratings, vaticinan un crecimiento del 2,8% en 2020. Todos estos puntos, son los que debe atender la agenda económica gubernamental para el próximo año.

Para sostener lo descrito en las primeras líneas de esta nota hay que acudir a los números fríos. Por ejemplo, en términos económicos las exportaciones de hidrocarburos, principal fuente de ingresos del país, según datos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), bajaron de $us 6.556 millones, en 2014, a $us 3.140 millones, en 2018, esto representa una caída del - 52,1%. 

Pero el revés no solo es en este sector sino en todo el comercio exterior. En este mismo periodo (2014-2018) las exportaciones bajaron de $us 12.856 millones a $us 8.964 millones, lo que constituye una caída del -30,27%.

En 2019 las cifras siguen esta tendencia negativa. Hasta agosto de este año, el déficit comercial llegó a $us 722 millones, superior en un 243,81% al registrado en el mismo periodo de 2019, cuando alcanzó los $us 210 millones. 

A estas cifras negativas hay que sumar la deuda fiscal, que arrastra la administración estatal desde 2014, cuando este indicador llegó a $us 1.114 millones.

El año pasado esta deuda, según el Ministerio de Economía y Finanzas, creció a $us 3.233 millones; es decir, un 190,22% más. Para 2019, el PGE asignó al menos $us 2.153 millones de déficit.

Fin de una época

El último informe de la calificadora internacional Fitch Ratings, dibuja un panorama negativo para la economía de Bolivia. La organización observa el elevado déficit, -tanto comercial y fiscal- la reducción de las reservas internacionales y la caída de las exportaciones de hidrocarburos, que, hasta junio de 2019, llegó a un 22%.

Para el economista Jaime Dunn, todos los problemas de la economía son producto del modelo económico introducido por el actual Gobierno, en 2006, “basado en aprovechar los altos precios de las materias primas y gastar en grandes proporciones para estimular la demanda interna”.

En su análisis, Dunn, dijo que esta visión nació con una fecha de expiración que venció en 2014, cuando se dio el punto de inflexión en los mercados internacionales y los precios de las materias primas se desplomaron. 

“Sin embargo, el plan (del Gobierno) no se ha ajustado a la realidad. Se sigue gastando como si los precios del gas natural, los minerales y los productos del agro estuvieran al doble de hoy”, apuntó el especialista.

Dentro de sus observaciones, Dunn arroja un dato que preocupa. Según el economista, entre 2006 y 2018: el superávit acumulado del Producto Interno Bruto (PIB), fue del 14,5%, pero el déficit acumulado alcanzó un 33,4%. 

“Es decir, no sólo hemos dado fin con el ahorro producido por la bonanza, sino que hemos gastado más del doble”, matizó.

Wilboor Brun, economista de la Fundación Populi, añade al análisis, que el país carece de políticas a largo plazo. Al igual que Dunn, observó el gasto elevado del nivel central, y el poco incentivo a la inversión privada y menos al capital extranjero. “Seguimos con problemas en la diversificación de producción. No se han profundizado las vías para que la inversión crezca: solo tenemos la presencia de la inversión estatal”, puntualizó el experto.

En esa línea, el especialista sostiene que el país tiene un problema estructural que repercute en una baja producción y escasez de empleo en el sector formal. “En el país, un 70% del trabajo se genera en el sector informal, la misma cifra de hace 10 años”, dijo.

Estos aspectos, según Brun, generan como consecuencia problemas como bajas rentas, en el caso de las personas jubiladas, o la ausencia de ellas, que los obligan a seguir trabajando.

Según la Asociación de Defensa de Aportantes y Jubilados de la AFP, un 60% de las personas, que está legalmente en el retiro, todavía trabaja por las bajas rentas que perciben. Además, según la Encuesta Continua de Empleo, dentro de la población económicamente activa, que lleva a 3,5 millones de personas, un 10,1% tiene arriba de los 60 años.

Para el analista, Julio Alvarado, es hora de que se hagan ajustes en la economía y se priorice la inversión pública, en sectores rentables y no en firmas estatales que son deficitarias.

Sectores hablan de ajustes

El sector industrial ve necesario un ajuste en la economía de cara al 2020. De acuerdo a la Cámara Nacional de Industrias (CNI), en los últimos 10 años, el sector industrial manufacturero experimentó un crecimiento promedio del 4,5%, inferior al de la economía general, que fue del 4,8%.

Ibo Blazicevic, presidente de la CNI, anticipó que el próximo quinquenio la tendencia de crecimiento del sector es en declive.

El industrial señaló que existe un estancamiento de los precios de los commodities de exportación de Bolivia como el gas (petróleo), soya, oro y zinc que en anteriores semestres registraron un fuerte descenso.

“Según las proyecciones de organismos internacionales, el crecimiento del PIB, de las principales economías del mundo, pierde impulso entre 2018 y 2019. Y se proyecta que continúe la desaceleración”, dijo el empresario. 

El representante industrial, destacó la estabilidad económica a nivel general como un aspecto favorable del actual Gobierno; sin embargo, “el sector industrial experimentó problemas como el contrabando, el incremento de los costos laborales y la inflexibilidad laboral, la sobrepresión fiscalizadora y normativa de diferentes instituciones públicas (impuestos, laboral, medioambiental, comercio exterior) y la excesiva burocracia y tramitología, que son aspectos adversos”.

Una opinión similar, tiene Gonzalo Molina, presidente de la Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia. Para el dirigente empresarial es necesario “sincerar la economía” del país. “Vivimos una economía de ficción. Hay un tipo de cambio que no es favorable a las exportaciones”, dijo.

Para el empresario es necesario que, a partir del 2020, la administración estatal debe dar mayor prioridad al sector productivo. Hizo notar que en la actualidad el Gobierno solo apostó por las actividades extractivas. 

“Hubo sectores que se han beneficiado de una coyuntura y bonanza especial. Pero hemos desaprovechado el dinero, y las oportunidades. Los acuerdos con los países del ALBA fueron un fracaso, la política en la Comunidad Andina ha sido una vergüenza para nuestro país”, señaló.

En este contexto, advirtió que el Estado debe apostar por las empresas que exportan con valor agregado, porque solo de esta manera se “nivelará la balanza comercial” porque “si no se genera capacidad exportadora real, vamos a estar en problemas más complicados en el futuro”.

Para este informe EL DEBER envió preguntas a tres ministerios: Economía, Planificación e Hidrocarburos, sin embargo, hasta el cierre de edición no fue posible tener sus respuestas. 

En el Ministerio de Economía, indicaron que por la situación política que vive el país no responderían. Pero, en reiteradas ocasiones, el ministro de Economía, Luis Arce, señaló que Bolivia crece por la dinámica interna, y no por las exportaciones.