Una decena de guardaparques trasladan a los peces y cangrejos que quedan; los llevan a tres kilómetros, donde el agua es más profunda. Las lluvias de este mes ayudaron, pero son insuficientes

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14 de octubre de 2019, 3:00 AM
14 de octubre de 2019, 3:00 AM

Leyla Mendieta C.

Aunque el desastre está a pocos metros, el olor a la distancia ya advierte lo que se verá: peces muertos, otra consecuencia de la sequía y de los incendios forestales en la Chiquitania. El río Tucabaca, ubicado en la jurisdicción del municipio de Roboré, se secó en un tramo, dentro de la Unidad de Conservación del Patrimonio Natural Valle de Tucabaca. Solo quedaron pequeñas pozas, que ante la falta de lluvias también corren el riesgo de secarse.

Pasó la emergencia por los incendios forestales, pero el desastre natural sigue. En el lugar quedan restos de peces y de cangrejos muertos y otros a punto de correr el mismo riesgo.

En una pequeña poza cubierta por hojas secas se observa movimiento, al separar la hierba, se constata que se trata de peces.

Pese a la escasa agua que queda, 10 bagres, de unos diez centímetros de largo, luchan por sobrevivir. Rápidamente son rescatados por un grupo de guardaparques del Valle de Tucabaca, que desde hace varios días recorren la zona para rescatar vida animal.

En esta zona seca del río hay pozas con agua. Los guardaparques recorren uno por uno para rescatar a los animales aún con vida. Con la energía y la emoción similar a la de un niño, celebran cuando rescatan los peces.

Dicen que es la primera vez, en varios años de trabajo en este valle, que realizan este tipo de rescate. Con tristeza observan los peces que no pudieron rescatar.


Tarea de rescate

En una de las pozas, un pequeño cangrejo de agua dulce expone sus patitas en la orilla, aunque las tareas de rescate no llegaron a tiempo para él, ya está muerto. Como este cangrejo, hay otros esqueletos de peces en las orillas del afluente.

Las condiciones del río sorprendieron a los guardaparques, quienes por décadas cuidan el valle como la niña de sus ojos. Retomaron su inspección por este pulmón verde luego de combatir contra el fuego por varios meses. Donde antes corría el agua, ahora es tierra seca. Uno de los protectores más antiguos del valle, Julio Echeverry, mira lo que antes era un río y dice: “Está sumamente seco, no hay agua; en otras épocas solía haber pozas que lo cubrían a uno”.

Poco a poco las aves de rapiña y otros animales fueron consumiendo los restos de los peces. “La riqueza de este río aún está en estudio”, dice el director de la Unidad de Conservación del Patrimonio Natural Valle de Tucabaca, Richard Rivas. Aunque, los que más abundan son sábalos, bagres, pintao, pez bandera y pez torito.

De acuerdo con Rivas, las lluvias que cayeron el pasado fin de semana ayudaron a mejorar la situación ante una posible reactivación de los incendios; sin embargo, no fueron suficientes para que el río recupere su caudal.

“Las lluvias ayudan a que los incendios no se reactiven y a reverdecer el campo, pero los ríos todavía no corren. Históricamente no tenemos registros de que el caudal se haya secado, creo que esta es la primera vez. El Tucabaca es el único río que atraviesa el valle y este panorama afecta fuertemente a la vida silvestre”, manifestó Rivas a EL DEBER.

La labor de estos protectores de la naturaleza, casi sin descanso, continúa. Una vez que llenan sus recipientes con los peces rescatados, los colocan en un contenedor más grande para luego devolverlos al río, en la parte segura.

Este trabajo es realizado por 14 funcionarios, que dependen de la Gobernación y no reciben apoyo de otras instituciones.

Durante el traslado, por el movimiento brusco, algunos peces quedan boca arriba y quienes por primera vez ven esto, piensan que ya murieron; sin embargo, los guardaparques, aclaran: “En un momento reaccionan. Están en shock por el movimiento”.

Cuando todos se restablecen, los guardaparques rodean el contenedor y con gran esfuerzo lo suben a la camioneta. Lo cubren con una tela y comienza el recorrido a su nuevo destino.

Avanzan tres kilómetros hasta llegar a la zona del puente. Ahí, donde el agua es más profunda, se devuelven los peces al río. Acto seguido, el trabajo se reinicia, una y otra vez, hasta que la oscuridad por la puesta del sol impide seguir la tarea. Es un trabajo agotador.

El rescate de los peces se hace desde la anterior semana. La zona aún no se puede recuperar del fuego, de la actividad de deforestación fuera del parque y de la intensa sequía.

Importancia del río

El jefe de los guardaparques, Frank Frías, explica que este río es el único que atraviesa el Bosque Seco y el que abastece de agua a los animales del parque.

Rivas explica que, al salir del valle, el río se abastece por unas quebradas que aumentan su caudal y luego se junta con el de Aguas Calientes, para finalmente provisionar de agua a los bañados de Otuquis y al Pantanal.


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