En la trinchera. A ellas las mueve la empatía entre seres humanos, y con la naturaleza. Ayudan a voluntarios, bomberos, militares, comunidades y guardaparques, sin distinción alguna

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25 de septiembre de 2019, 9:40 AM
25 de septiembre de 2019, 9:40 AM

Que la esperanza no se pierda y la voluntad de nuestras heroínas anónimas triunfe. Sí, la de tantas mujeres que arriesgan su vida apagando los incendios que consumen la Chiquitania; y la de las que silenciosamente aportan curando heridas, poniendo colirio en los ojos, cocinando, informando, acarreando insumos, alimentos y herramientas; haciendo campaña en las redes sociales, velando por preservar fauna y flora o cuidando los animalitos heridos. Son granitos de arena, que juntos, hacen una montaña de fe en medio del desastre que persiste.

 

A todas las quisiéramos mostrar, para que contagien sus ganas, su amor y su entrega por la naturaleza. Aquí solo unos ejemplos de esas apasionadas que calladitas están tragando humo voluntariamente y contribuyen desde sus fronteras.

 

Palabra autorizada

Gabriela Tavera, es bióloga, conservacionista y ambientalista que se encuentra en la Chiquitania colaborando con sus conocimientos y experiencia. Estas sus impresiones: “Desde el 2001 trabajé en distintos proyectos de conservación. Es la rama que más me gusta de la biología porque incluye el análisis y estudio de los ecosistemas como parte de paisajes mayores. Es esta pasión, la que me llevó a conocer más de la mitad de las áreas protegidas de Bolivia y distintas zonas del país.

 

Activistas. Sandra Quiroga, Gabriela Tavera, Neira Buddelmann y Paula Saldaña

 

En Santa Cruz, mi ciudad natal, también participo desde hace años en movidas activistas para poder generar conciencia en las zonas urbanas. Otra pasión mía es la escritura y la comunicación.

 

Nunca me imaginé que de pronto, toda mi carrera y todos mis caminos se entrelacen ante una crisis. Una crisis que no hubiera querido que sucediera nunca. Sin embargo, creo que esto movió a todos, no solo a mí, movió a propios y ajenos, niños, adultos, sin distinción ninguna y eso hizo que todos buscáramos la forma de unirnos para ayudar.

 

Ayudar a voluntarios, bomberos, militares, comunidades, guardaparques, de la misma forma, sin distinción alguna. Simplemente movidos por la empatía. La empatía entre seres humanos, pero también la empatía para con la naturaleza.

 

Entre la confusión general mi papel es compartir mi experiencia profesional y personal a diestra y siniestra. Desde atender a medios de comunicación para que se comprenda la magnitud de la afectación a los ecosistemas, hasta ayudar a los voluntarios a prever las dificultades logísticas que había que sortear para poder hacer llegar las donaciones que, con tanto cariño la gente de la ciudad quería entregar a la gente en primera línea de fuego.

 

Todo esto me enseñó y me enseña que, afuera hay mucha gente maravillosa, me conmueve mucho la gente desconocida que agradece, los ángeles sin alas que son todas las personas que pusieron su vida en pausa para correr de un lado a otro, recogiendo donaciones, cotizando, pidiendo lo que se necesitaba, compartiendo información, o aquellos que ofrecen desde una botella de agua, medicinas, víveres; los que llegaron con comisiones enteras para reparar vehículos en las áreas protegidas.

 

En esta parte del viaje, también aprendí la importancia de los lazos de confianza, el apoyo humano, sentí una y mil veces esa mano desconocida que me levantó para seguir adelante y al mismo tiempo, los amigos y familia que limpiaron mis lágrimas a puertas cerradas”.

 

Valientas y solidarias

Cleidy Cuéllar, es el ángel guardián de los dolores, las lastimaduras y las intoxicaciones de los bomberos voluntarios de Santiago de Chiquitos y sus alrededores. Es enfermera, trabaja en el centro de salud y recibe las donaciones de medicamentos que envían las personas de diferentes partes del país. Asiste, cerca de la línea de fuego, incluso llevando y trayendo agua para apagar los incendios y para asegurar su prodigiosa preparación de sales de rehidratación para los voluntarios.

 

Cleydi Cuéllar

 

Daniela Vera es bombera forestal voluntaria, motivada por los animales, el bosque y la gente que no tiene posibilidades ni idea de combatir el incendio. Ciciela Mercado Rojas y Nancy Barba Bejarano son las dos guardaparques mujeres del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Otuquis. Paola Weber, es la coordinadora de operaciones en el municipio de Roboré.

 

Nancy Barba

 

Claudia Mostajo, es propietaria del hotel Biotermal Aguas Calientes, un espacio que creó junto a su esposo José Sierra, sobre un río ancho de características paradisíacas, aguas cristalinas, calmas y tibias. Ella propuso cerrar el hotel para los turistas cuando inició el fuego y lo abrieron para los bomberos y voluntarios. En ese predio se instaló el refugio de animales Centro de rescate temporal Aguas Calientes Roboré, donde trabajan conjuntamente, la Gobernación, la alcaldía cruceña y la de Roboré y, el Ministerio de Medio Ambiente y Agua.

 

Claudia Mostajo

 

Mirtha Mendoza Kübber es maestra, secretaria y bibliotecaria jubilada que ama a su tierra conocida como la Perla del Oriente y la quiere limpia y liberada de humo y de incendios forestales. Apoya cocinando, así como Mary Tajeda Choré y Estela Cuéllar Durán.

 

Linda González Peppla lleva semanas no solo informando, sino visitando los lugares afectados por los incendios y de manera proactiva ha conseguido visibilizar y canalizar ayuda importante donde más se necesita. Comunicando e informando también están Gabriela Ichaso y Elenir Centenaro.

 

Beatriz Tapanaché, gran Cacique de la Nación Chiquitana, es la líder de la X Marcha Indígena. Partieron de San Ignacio el 16 de septiembre, reclamando al Gobierno la declaratoria de desastre nacional.

 

Nadie se rompe. Siguen, siguen y siguen. No bajarán los brazos hasta que llueva tres días y se acaben los fuegos. Ellas no aflojan... ¡Nosotras tampoco!

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