De acuerdo con los resultados del estudio, ciertos olores desencadenan una reacción de la proteína Trpa1, que les provoca dolor e incomodidad y les advierte instantáneamente del peligro

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3 de julio de 2018, 16:18 PM
3 de julio de 2018, 16:18 PM

Un grupo de científicos internacionales ha descubierto una proteína en los ratones que les provoca miedo hacia los depredadores al olerlos, lo que demostraría que esta reacción es innata y no aprendida, como han apuntado varias investigaciones.

El estudio, realizado por científicos japoneses, estadounidenses y chinos, concluyó que ciertos olores desencadenan una reacción de la proteína Trpa1, que "les provoca dolor e incomodidad y les advierte instantáneamente del peligro", explicó hoy a Efe el doctor Qinghua Liu, profesor de la universidad japonesa de Tsukuba.

Hasta ahora se creía que las conductas de miedo provocadas por olores se originaban en el nervio olfativo, que envía impulsos eléctricos al cerebro, pero esta investigación ha descubierto que el Trpa1 se activa en las células del nervio trigémino (un nervio craneal) que causa dolor facial y otros estímulos físicos.

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El estudio es "el primer avance hacia una representación genética de la emoción (del miedo), que puede ser un poderoso acercamiento para identificar sus genes centrales y explicar el mecanismo molecular del miedo innato, una emoción básica y un mecanismo evolutivamente conservado para la supervivencia", explicó Liu.

Los investigadores comprobaron mediante pruebas genéticas que la pérdida de Trpa1 impedía la producción de ciertas proteínas y que los ratones afectados tenían un comportamiento más intrépido pese a haber entrado en contacto con el olor de depredadores.

El estudio, en el que se invirtieron cinco años, constató que los ratones quedan paralizados por el miedo con sólo oler a depredadores como zorros o serpientes, incluso si no los han visto nunca antes.

La proteína Trpa1 también está presente en el cuerpo humano, pero funciona de manera diferente, según explicó el científico. Los hallazgos de la investigación fueron publicados en la revista científica "Nature Communications" en mayo.

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