La conductora de TV se casará con Enrique Vidal. Su nuevo compromiso y sus dos anteriores divorcios han sido muy mediáticos. Sufrió tres abortos, pero quiere tener dos hijos, uno de ellos adoptivo

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10 de junio de 2018, 7:36 AM
10 de junio de 2018, 7:36 AM

Sufrió. Parecía envuelta en un cuento de terror escrito por el mismísimo Édgar Allan Poe. Parecía que una boa la había devorado. Que un remolino la absorbió y la arrojó al abismo. En esa desesperación Guill Maby Díaz se aferró tanto a Dios que logró sacudirse y salir a la superficie.  

Ya secó todas sus lágrimas. Y no guarda ningún rencor con nadie. Ya borró todo lo malo de su memoria. Y no quiere recordarlo. Dos veces se vistió de blanco y dos veces se divorció. Jamás se imaginó que llegaría a estar sumergida en esos afanes de nuevo. Pero su fe ciega depositada en el amor la llevará al altar en los próximos meses. Dice que Dios “no nos manda a sufrir en esta vida, sino a ser felices”. “Si la tercera es la vencida, amén”, asiente con la cabeza.

En su momento, cuando comenzó a armar una amistad con Enrique Vidal, le dijo que no se volvería a casar en un largo tiempo, pero... no cumplió. El amor la abordó, la arropó y la sanó de sus llagas. Ese mismo hombre que la escuchaba y al que conoció así de pronto, la cortejó y le dio una grata sorpresa. Esta semana la invitó a cenar. Pero ella le dio un no. Y culpó al frío de su negativa. Entonces, la cena se transformó en almuerzo. Y ahí, en medio de orquídeas (la flor favorita de Guill Maby), pétalos de rosas y un ambiente íntimo, su ‘príncipe’ se arrodilló y le pidió matrimonio. Ella quedó perpleja. Tartamudeó y lanzó un “sí” tímido, pero sincero y afectivo.

Crisis y estabilidad
La ‘embajadora de los barrios’ tuvo dos sonados divorcios y ella misma cree que las únicas polémicas que la han rodeado durante sus 17 años de vida pública fueron precisamente el rompimiento de sus relaciones amorosas. Se escondió y dejó de contestar el teléfono a la prensa rosa, pero después dio la cara con EL DEBER y dijo que estaba en proceso de curación espiritual.

El año pasado firmó el divorcio con su exesposo y en diciembre pasó la Navidad con los vecinos de los barrios alejados de Santa Cruz. Ellos fueron su mejor terapia. Ellos fueron su sicólogo y su siquiatra. Y Dios, su compañero fiel. No quiere recordar nada de ese proceso tortuoso con su ‘ex’, pero revela que él fue el culpable de todo lo que ocurrió. “Todo esto (la crisis matrimonial) me sirvió para darme cuenta de la clase de persona con la que había convivido. Si algo quedaba en mí... él se encargó de borrarlo, de ponerlo tres metros bajo tierra y de dejarme completamente libre... con todo lo que dijo y ‘desdijo’, creo que no necesito decir ya nada más”, afirma. 
“Nadie está obligado a sufrir”, es lo que le dice a ‘sus’ mujeres y refuerza: “Tampoco les digo que sean parte de un libertinaje, porque no estoy de acuerdo con el concubinato”. Y sacude sus palabras: “Muchos me criticaron en Facebook cuando anuncié mi compromiso. Y me di cuenta de qué tipo de sociedad tenemos en Santa Cruz. Aquí, la mujer es la culpable de todo. Si la matan, dicen que era una puta o si la violentan, aseguran que por algo su marido le pegó. Somos tan machistas, pero las mujeres lo son más”. 

Boda y bebés

Este miércoles cumplirán cinco meses juntos. Ninguno ha pensado en los detalles de la boda. Eso sí, ya no será por la Iglesia católica, sino por la cristiana. Ella desearía que el enlace sea de día, en un lugar abierto impregnado de naturaleza. Él preferiría la noche con la Luna de testigo. La palabra final aún no está dicha. Después vendría una luna de miel fuera, quizá en una playa.

Sí. Guill Maby usará el blanco. No le tiene alergia a ese color, porque es su favorito. ¿Cuándo? En unos meses, no hay nada exacto. Vivirán juntos. En la casa de ella y no en el departamento de él, porque nadie “soportaría” los seis hijos de la figura televisiva: tres gatos y tres perros. 
Sí. Tendrán hijos. En el pasado la conductora montereña sufrió tres abortos y la última vez el médico le dijo que su cuello uterino no soportaría la bolsa del bebé, por lo que le practicó un cerclaje cervical, pero ya era demasiado tarde. Estuvo postrada 24 días en una cama. Dos de sus primeros retoños tenían casi seis meses y el otro, apenas unos meses.

Volverá a intentarlo. Anhela sentir a su bebé desarrollándose en su pancita, sueña con ver la ecografía y asistir a los controles prenatales. Si tiene a una mujer, le pondrá Guillmaby y lo escribirá así seguido no como su nombre, que es separado. Si es hombre, Enrique se encargará de bautizarlo. Aunque revela que si pueda o no embarazarse, “igual” recurrirá a la adopción. Eso ya es un hecho.

Ayuda, estatura y política
Su ahora novio no concluyó Administración de Empresas. Hizo una carrera militar en España y formó parte del Ejército del aire. Después volvió a Bolivia, se convirtió en empresario e instaló la Fundación Quique. Eso, lo de la ayuda social, lo unió a su amada.

Él se viste de Capitán América y ella, de Mujer Maravilla. Él tiene 35; ella, 38. Ambos se dedican a ayudar a los más necesitados. Y también reciben solicitudes en las redes. Guill Maby tiene tres cuentas de Facebook e Instagram y, aunque tarda un poquito en contestar, procura atender todos los mensajes. Si son escritos ofensivos, los deja pasar, y si son críticas constructivas, las acepta. 
Díaz mide 1,57. Dice que muchas veces sufrió de bullying. “Me han dicho enana. Cuando la gente me conoce, dice: ‘Mira qué chiquitinga había sido’”, cuenta. Pero ella está conforme: “Mi tamaño me da facilidad para escabullirme entre los micrófonos y quedar al lado del entrevistado”. 

No le gusta la política. Prefiere ayudar desde su espacio. Hace 17 años está en la pantalla y no piensa en jubilarse. Su hogar es la Red Uno. Ahí aparece cada día en la revista matinal El Mañanero. Es feliz. Y aunque se case nuevamente, la relación con sus barrios permanecerá intacta.