Amplio conocedor del Comité pro Santa Cruz, el doctor Carlos Dabdoub hace énfasis en el rol de dicha institución y su estatuto que establece como objetivos la unidad regional, la lucha por la autonomía, el resguardo de la democracia

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24 de febrero de 2019, 4:00 AM
24 de febrero de 2019, 4:00 AM

Las recientes elecciones en el Comité pro Santa Cruz (CPSC) dejaron sabias enseñanzas. Asistimos a un debate de altura, donde se escucharon propuestas y no simplemente diatribas ni insultos, a los que nos tienen acostumbrados en la arena política. Al presentarse dos candidaturas, se demostró que a pesar de las críticas agoreras de falsos profetas, todavía se respira democracia al interior de la gran casa de la cruceñidad. La estampa de una valerosa candidata mujer, abrió la gran posibilidad que en un futuro próximo sea una dama quien dirija el CPSC. No tengo duda de ello. De otro lado, ¡Qué diferencia entre este comité electoral y el Órgano Electoral Plurinacional!

Al final del debate en EL DEBER, no hubo vencedores ni vencidos. Más allá del resultado electoral, primó la unidad, condición sine qua non que debe buscar siempre el CPSC para mediar en muchos asuntos entre opuestos, tan enfrentados hoy por hoy y que arreciará en la campaña electoral. Esta fue siempre la primera gran tarea que cumplió la matriz cívica.

Se rememoró al Memorándum de 1904, un hito que marcó historia en su momento, como también pudieron ser las Jornadas Santa Cruz 2000 (1986) o el Diálogo 2025 (2010). Todos ellos respondieron a las penurias e inquietudes regionales de la época. En este sentido, hoy, vientos de cambio e innovación, demandan una nueva hoja de ruta cívica consensuada que nos arrime de la mejor manera al “Santa Cruz 2061”, cuando se cumpla el V centenario del nacimiento de la cruceñidad. Apenas faltan 42 años.

En cuanto al rol del Comité, su mismo estatuto establece como objetivos la unidad regional, la lucha por la autonomía, el resguardo de la democracia –y en consecuencia la defensa del voto soberano, así como precautelar el medioambiente, todo ello a fin de lograr un desarrollo regional armónico y sustentable. Pero Santa Cruz también precisa un observatorio que investigue imparcialmente cualquier sospecha de corrupción, tanto del sector público –nacional o local– como del privado. La misma historia del CPSC, que lo certifica como la institución de mayor credibilidad, le exige llevar sobre sus espaldas esta labor tan necesaria.

Entre otras tareas para el CPSC, sería alentador promover un mayor acercamiento al sistema universitario, para desarrollar conocimiento e innovación. La llamada revolución industrial 4.0 y el liderazgo cruceño, exigen un capital humano altamente capacitado, sin dejar de lado el compromiso de humanizar al mundo y dignificar a la gente. Además, un pueblo sin identidad, no tiene sentimientos para luchar por lo que cree. Serán las “escuelas de líderes” de donde brote la semilla que convertida en árbol frondoso como el motoyoé, nos arrope bajo su sombra y proyecte a Santa Cruz en el futuro que ya es presente.

Habrá que volcarse hacia las provincias y sus municipios para apoyarlos en modernidad e infraestructura, desarrollando mejor sus ciudades intermedias, y a su vez, recibir de ellos la savia de un civismo más puro que se respira en esa cruceñidad profunda, todavía incólume en su esencia.

Unidad y concertación, preservación de un estado plenamente democrático, sin hegemonía del poder, profundizar la participación en el CPSC, promover la sociedad del conocimiento (ciudad universitaria) y una disputa frontal contra la corrupción, seguramente sean los blasones principales del nuevo liderazgo cívico cruceño, representado hoy por jóvenes con talento de clase mundial. Sin embargo, en estos tiempos de cólera, cualquier desafío no puede ser solo una responsabilidad de aquellos, sino de todos los que amamos apasionadamente a Santa Cruz.

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