En China, según el Gobierno, un jaguar vendido por partes supera el millón de dólares. Hay más de 40 procesos abiertos

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17 de febrero de 2019, 4:00 AM
17 de febrero de 2019, 4:00 AM

Mientras la justicia cruceña llevaba a cabo un juicio lento contra los ciudadanos de origen chino Li Ming y Yin Lan, quienes en febrero de este año fueron detenidos al haber sido encontrados en su restaurante de pollos de la avenida Grigotá con 185 colmillos de jaguar y otras partes de animales silvestres, la matanza del gran felino de América continuaba perpetrándose en las selvas de Bolivia.

El viernes pasado, después de nueve meses y 13 audiencias postergadas, en la sala 7 del Palacio de Justicia, Li Ming y Yin Lan eran declarados culpables a cuatro y tres años de prisión, -y no a la pena máxima de seis como el Estado boliviano había solicitado- por el delito de destrucción o deterioro de bienes del Estado y la riqueza nacional.

Pero eso no impedía que en algún lugar de los bosques las balas continúen tronando y que un jaguar caiga desplomado con una mancha roja en el pecho, pese al esfuerzo del Gobierno, de la Gobernación de Santa Cruz y de algunos municipios de poblaciones colindantes con el hábitat de los felinos que instauraron decenas de procesos judiciales contra los traficantes de la vida silvestre.

La viceministra de Medio Ambiente, Cintia Silva, está segura de que en todos estos meses que duró el juicio contra Li Ming y Yin Lan, el tráfico de colmillos y otras partes de animales ha continuado no solo en Bolivia, sino en varios países de la región y que prueba de ello es que se lograron abrir más de 80 causas judiciales que buscan hacer visible que la matanza y el tráfico de animales silvestre es un delito en Bolivia.

Rodrigo Herrera, asesor legal de la Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas, detalló que de los juicios que abrió desde el 2008 el Ministerio de Medio Ambiente y Agua llegan a 64 y que el resto fueron instaurados por las gobernaciones y municipios por delitos relacionados no solo sobre el tráfico del jaguar, sino también de tortugas, lagartos, aves, insectos, vicuñas, monos y osos jucumaris. “De todos esos procesos solo 11 han terminado con sentencia”, puntualizó.

Según el informe técnico elaborado por Fabiola Suárez, de Gestión de Biodiversidad y Flora Silvestre, del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, desde la gestión 2014, los reportes y denuncias sobre tráfico de colmillos de jaguar, se incrementaron de manera alarmante, razón por la cual, a la fecha, se motivó el inicio de 13 acciones penales por este tipo de casos, habiéndose concluido dos de ellos.

Uno, el 9 de octubre de 2017 con la interposición de sentencia de privación de libertad de 3 años a dos personas (una de ellas de procedencia china), y el otro, el viernes 9 de noviembre pasado, cuando se condenó a Li Ming y Yin Lan a 4 y tres años, respectivamente.

Isabel Estivariz, asesora legal de Recursos Naturales de la Gobernación de Santa Cruz, dijo que en la actualidad, Yin Lan tiene la sentencia ejecutoriada y en el caso de Li Ming no hay una sentencia ejecutoriada, por lo que su defensa esperó hasta el último día antes de la vacación judicial para presentar una apelación, ya que hay un plazo legal de 20 días para hacerlo.

“En ella pide que se baje la pena a tres años, ya que si a la señora se le dio esa cantidad de años y ambos tienen grado de autoría, les corresponde los mismos años. Además alega que el juez no fundamentó esa diferenciación”, dijo Estivariz, que dijo que Recursos Naturales de la Gobernación de Santa Cruz se adhiere a esa apelación, pero en sentido contrario, porque “el juez no analizó el daño que se causó a las especies y al ecosistema. Entonces estamos pidiendo que se valore el caso para que se pueda dar la máxima sentencia (seis años), porque es el caso más grande que se ha dado en Bolivia”.

Asimismo, dijo que han pedido al juez que en el caso del ciudadano asiático se reviertan las medidas sustitutivas a la detención, porque él presentó un documento de una empresa en la que supuestamente él iba a trabajar como encargado de almacén y ella como cocinera.

“Sin embargo, al hacer un seguimiento, vimos que la empresa no hay, se trasladó y no se sabe de ella”, denunció.

La viceministra de Medio Ambiente recuerda que el tráfico de colmillos de jaguar es parte del crimen organizado internacional y se ubica en el cuarto lugar del ranking de crímenes mundiales, después del narcotráfico, de armas y de trata de personas.

El estudio técnico elaborado por Fabiola Suárez, después de haber realizado una investigación de varios meses, lanza un dato aterrador: cada una de las partes del jaguar se vende en el mercado negro e ilegal de China y otros países de Asia a precio de oro o de cocaína, que sumando los cuatro colmillos, el pene, los huesos, la piel, la cola y los testículos ascienden a la estratosférica suma de 1.295.220 dólares.

Por citar unos ejemplos: un colmillo que en Bolivia un traficante paga 200 dólares a un cazador boliviano, en China lo vende en $us 5.000 y el gramo del hueso molido en el mercado delincuencial de Asia cuesta 17,66 dólares, que sumando los 10 kilos que hace toda la estructura ósea supera los 187.000 dólares.

El apetito por el gran felino de América es tal que, según el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, hasta las heces fecales del jaguar son apetecidas porque supuestamente tienen propiedades para tratar dolencias como la malaria, la hemorroides y la epilepsia, mientras que existe la creencia de que los colmillos de jaguar sirven para combatir la rabia y el asma o lucirlo en el cuello como un símbolo de estatus; la sangre, para dar fuerza al cuerpo; la piel, para enfermedades mentales; los testículos, para la tuberculosis; y la bilis, para combatir las convulsiones.

Todas ellas enfermedades a las que la medicina científica ya encontró cura o tratamientos con remedios que se encuentran en las farmacias a precios mucho más accesibles que los que el mercado negro asiático cobra por las partes del jaguar. Esta danza millonaria de dólares beneficia a los actores que comandan el tráfico de animales silvestres y el eslabón más bajo, que son los campesinos que cazan a los jaguares, se benefician con unas cuantas migajas.

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