En Bolivia están registradas 1.700 empresas mineras, de ellas 1.100 están dedicadas a la explotación de oro. Unas 1.000 compañías tienen su domicilio legal en el departamento de La Paz, según las autoridades

El Deber logo
19 de noviembre de 2017, 4:00 AM
19 de noviembre de 2017, 4:00 AM

Explotan todo el oro posible y se retiran a una nueva aventura. Así, los extranjeros que llegan a los municipios tropicales de La Paz se mueven por cada región con su maquinaria pesada de primera. La Autoridad Jurisdiccional de Administración Minera (AJAM) conoce de estos movimientos y anuncia operativos para controlar las operaciones de los foráneos, que en su mayoría son ciudadanos chinos, colombianos, vietnamitas e incluso rusos.    

Henry Apuri vive en la comunidad de Mayaya, en el municipio de Teoponte del departamento de La Paz. A esa zona, según el campesino, llegan más ciudadanos chinos y colombianos. Los asiáticos son los que invierten en la maquinaria y los colombianos hacen una especie de control de personal. Los obreros son de nacionalidad boliviana, aunque hay nacionales que tienen cooperativas no establecidas ante la ley. 

En Mayaya todavía hay asentamientos de extranjeros. Operan en los bordes de los ríos Kaka y Beni, afluentes que están dentro de la reserva natural Pilón Lajas. Apuri explica que ya hubo casos en los que chinos y colombianos sacaron poco oro y tuvieron que migrar a otra zona. La mayoría va a Guanay, aunque también cruzan a Rurrenabaque, en Beni. 

“La explotación del oro está en descenso. Solo en Mayaya existe un nivel medio. Ya no es como antes, la mejor época duró hasta 1998. Por eso, los chinos vienen, se instalan, explotan un poco y se van a otro lado”, relata Apuri. 

Una empresa que explota oro, de forma ilegal, logra sacar como máximo diez kilos del metal precioso al mes. Hay casos donde se invierte y solo logran explotar un kilo. En el mercado un gramo de oro llega a costar Bs 250, aunque hay personas que ofertan por mucho menos en las joyerías de La Paz y El Alto. 

Los ciudadanos chinos entran a los campamentos y solo salen a las comunidades para comprar productos de primera necesidad y por las noches para consumir bebidas alcohólicas y acudir a los denominados ‘karaokes’, donde mujeres jóvenes son explotadas sexualmente.   

Maquinaria de lujo
Los extranjeros llegan a estos municipios con toda su maquinaria. Generalmente son equipos modernos. Invierten en una draga, una mezcladora, camiones, tractores y botes a motor. Además, sus campamentos son acondicionados en contenedores que se utilizan para transportar carga en buques. 

Ante la detención de diez personas dedicadas al negocio ilegal, hace dos semanas, la AJAM anunció más operativos para verificar si existen más asentamientos de foráneos que trabajan con el oro de manera ilícita. Por eso, los extranjeros prefieren estar un tiempo en un lugar y luego marcharse a otro. 

El director de la AJAM, Erick Ariñez, asegura que se actuará de igual forma con ciudadanos bolivianos que apoyan a los foráneos que explotan el oro. El funcionario acota que se hará un trabajo coordinado con la Policía y la oficina de Migración. 

En Tomichi, una comunidad del municipio de Teoponte, llegaron hace tres meses ciudadanos rusos que intentaron explotar oro del río Kaka. Sacaron muy poco y ahora se trasladan a Mapiri y Tipuani, municipios del departamento de La Paz. 

José Aliaga (43) trabajó con los rusos y relata que ellos tienen equipos de gran magnitud y modernos. “Pensaron que iban a encontrar mucho oro, a uno se le explicó porque hablaba español, se le dijo que hay poco, pero aún así montaron su maquinaria y les fue mal. Ahora se fueron a Mapiri, ¿cómo les estará yendo?”, pregunta José. 

El campesino detalla que los ciudadanos rusos que llegaron a Tomichi eran seis. Dos de ellos daban las órdenes y cuatro se dedicaban a operar las máquinas. Contrataron a poco personal boliviano, más que todo para trabajar en el río. 

En Bolivia existen 1.700 cooperativas mineras y de esa cantidad 1.100 se dedican a la explotación de oro, lo que significa un 65%. De este porcentaje, el 91% (1.000) están en el departamento de La Paz, según datos de la Federación Regional de Cooperativas Mineras Auríferas (Ferreco). 

Esta entidad explica que para hacer una explotación de oro a cielo abierto se requiere por lo menos $us 1,5 millones para la maquinaria, al margen de la preparación del área de trabajo, del uso de combustible, los explosivos y la mano de obra. Y si las operaciones son en cuadros o socavones, el costo de producción es menor.

Los extranjeros invierten para explotar oro con el método de cauce antiguo o en cuadros, que son tradicionales en los bordes de los afluentes.

En Mapiri el río lleva el mismo nombre del municipio y es una de las corrientes que más sufre por la contaminación que trae la explotación ilegal del oro, según datos de la secretaría de Derechos de la Madre Tierra de la Gobernación de La Paz.  

Comida asiática

En Guanay la población alerta sobre la llegada de ciudadanos vietnamitas. La mayoría de estos extranjeros opera con oro de forma ilícita; sin embargo, hay algunos que se dedican a la gastronomía. A una cuadra de la plaza principal está el restaurante Vietnam. El dueño dice que nació en Hanói, capital vietnamita. Habla español a la perfección y está casado con una boliviana. Antes trabajó en la minería ilegal en Perú. 
Kim-Iy explica que decidió invertir en un restaurante asiático para atraer a comensales de esa parte del mundo. 
“Sé que acá, por la minería, vienen muchos chinos. Preparo comida asiática para que ellos se sientan como en casa”, relata el foráneo. 

En Guanay se instalaron varias tiendas que venden maquinaria pesada. Hay tractores y camiones nuevos y también retroexcavadoras. Las venden como si estuvieran en cualquier capital del país.