Hace un análisis sobre la publicación Un siglo de economía en Bolivia, trabajado por la Fundación Konrad Adenauer (KAS). Un viaje a la historia de la agricultura, de la minería, del comercio exterior, etc.

El Deber logo
12 de agosto de 2018, 4:00 AM
12 de agosto de 2018, 4:00 AM

Es destacable la publicación del libro “Un siglo de economía en Bolivia, 1900-2015”, a cargo de la Fundación Konrad Adenauer (KAS). Se trata de un esfuerzo editorial que permite repasar los principales momentos y los ciclos de la economía boliviana, conocer mejor nuestro pasado y, en suma, conocernos a nosotros mismos.

El libro consta de dos volúmenes y está organizado en 22 capítulos, escritos por un número igual de autores, todos ellos economistas o historiadores de la economía y, en la casi unanimidad de los casos, varones. No se trata propiamente de una historia económica, en el que cada capítulo se refiera a un periodo a lo largo de una cronología, sino que cada capítulo analiza cada temática a lo largo de todo el siglo. De esta manera, el lector puede acceder a la historia, en los últimos 115 años, de la agricultura, de la minería, del comercio exterior, de la industrialización, de la moneda, de la educación, del desarrollo de la infraestructura, de las empresas públicas, etc. También se reiteran -excesivamente- los estudios sobre los ciclos económicos.

En el prefacio se nos recuerda que “los campos tradicionales de la actividad que desarrolla y seguirá desarrollando” en Bolivia la KAS son el fortalecimiento de la democracia y el Estado de derecho. Y, además, que este es un libro elaborado y publicado para “apoyar la economía social de mercado y las políticas públicas que mejoren el bienestar de los bolivianos”.

Pero es evidente que esta es una declaración hasta cierto punto retórica, en cuanto vemos que el libro, aun cuando debiera abarcar la historia económica hasta el año 2015, en verdad trata muy someramente el periodo de gobierno de Evo Morales, al que rotula como “neoestatista”. Y no se trata de olvidos, sino de predilecciones. Se hace evidente que los autores no sienten afinidad por lo ocurrido en la última década de la economía boliviana. Pongamos ejemplos: el capítulo que habla de la industrialización en Bolivia, omite casi por completo la evaluación (y hasta la mención) de los proyectos de industrialización impulsados por el gobierno actual. Lo mismo pasa en el capítulo donde se historia la infraestructura vial: ninguna mención a las redes de carreteras que se construyeron y asfaltaron en este último periodo. Hay otras omisiones más clamorosas, como las del artículo de Rolando Morales Anaya, en el que se hace explícito el afán impugnador de las políticas de Evo Morales. En este cometido, el autor termina adornando sus argumentos con cuadros que incluyen datos falsos, como cifras de inversiones “nucleares” nunca realizadas en el país. No hay nada que hacer, las “Fake News” también llegaron a la academia. En el capítulo de educación, a cargo de Iván Velásquez, quien además coordinó esta publicación, se describe de manera amplia e interesante los proyectos de alfabetización del siglo XX, pero al proyecto de alfabetización que llevó adelante el gobierno del MAS se le dedica una frase, obviando contarle al lector que en el año 2009 Bolivia fue declarada libre de analfabetismo.

En la relación de “hitos más importantes de la economía en Bolivia” se anotan 22 momentos atribuibles a Gonzalo Sánchez de Lozada, ocho atribuibles a Evo Morales y ninguno a Carlos Mesa. En el caso de Evo Morales no se menciona la legislación, como se hace para el tiempo de Sánchez de Lozada, y tampoco hechos como la nacionalización de la producción y el transporte eléctricos.

Se sabe que toda historia tiene algún sesgo, pero hay metodologías y cuidados que ayudan a evitar ciertos extremos. Ya que esta es una publicación para “fortalecer la democracia” del país, lo óptimo hubiera sido que se incluyera entre los autores también a economistas que impulsaron el modelo económico actual. Porque resulta bastante paradójico que, mientras instituciones como el FMI o el Banco Mundial toman nota de la existencia de un modelo boliviano, resaltando más las luces que las sombras, los académicos nacionales (los “opinadores”, diría el galardonado economista Luis Arce) opten por ignorar las realidades cuantitativas y cualitativas de la economía del gobierno de Evo Morales.

Esta breve reseña, aun cuando señala falencias, no tiene por objeto desmerecer el esfuerzo que hizo la KAS para publicar este libro, en el marco de la libre expresión que rige en el país. Pero es una advertencia al lector de lo que va a encontrar en él y de lo que puede pensar acerca de la proclamada “objetividad” con la que supuestamente se encaró este proyecto editorial.

Tags