La sociología hace una lectura sobre este fenómeno y varias voces jóvenes hablan sobre un baile que está causando escándalo en Bolivia

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10 de diciembre de 2018, 6:00 AM
10 de diciembre de 2018, 6:00 AM

Se mueven imitando los movimientos de apareamiento entre esos animales domésticos que son considerados los mejores amigos del ser humano: los perros. El macho de la manada se mueve como se mueve un perro que intenta conquistar a la hembra, y ella lo esquiva, lo atrae, lo seduce, lo enloquece, lo ataca con ademanes sensuales y también propone compartir lo natural del baile agitando las caderas, aleteando sus brazos infinitos, hipnotizándolo todo con sus ojos de gata y a veces mojándose los labios para no morir de sed. Esto es solo un baile. Un baile que se practica en Bolivia y que se lo conoce como ‘perreo’.

Sus orígenes se remontan a los años 90 del siglo pasado y su cuna de nacimiento la comparten Puerto Rico, República Dominicana, Cuba, Colombia, Venezuela, y de ahí fue avanzando en todo el continente americano tras la explosión del reguetón, ese género musical con el que suele bailarse el ‘perreo’, cuyo objetivo, según los bailarines y estudiosos del baile como un lenguaje social, es realizar representaciones provocativas del acto sexual contra los tabús que escandalizan a la sociedad. Y sí, ha escandalizado en Bolivia.

En noviembre, una pareja bailó el ‘perreo’ en un acto proselitista en el interior de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (Uagrm) y las redes sociales se encendieron con mensajes moralistas. Ante ello, la Corte Electoral Permanente de la universidad estatal cruce- ña resolvió inhabilitar a frente político que auspició el baile, multarlo con Bs 5.000 y enviar una denuncia al Tribunal de Justicia Universitaria para que investigue a los involucrados.

Lo ocurrido en la Uagrm tuvo su onda expansiva: tres estudiantes de la unidad educativa Carlos Herrera, de Concepción, fueron expulsados por protagonizar un baile con movimientos obscenos en el periodo de clases. La directora del establecimiento, Judith Cuéllar, dijo que los alumnos, en una actitud inocente por imitar el baile del ‘perreo’ visto recientemente en la Universidad Gabriel René Moreno, incurrieron en la falta.

En el video, publicado en redes sociales, se ve a un joven tendido en el piso y a dos compañeras que, por turnos, bailan sobre él mientras un gran círculo de compañeros los aplauden y se ríen de lo que está pasando. Esto ocurrió el viernes de la semana pasada y los estudiantes, dos mujeres y un varón, fueron retirados conforme al reglamento interno del colegio, explicó Cuéllar.

La academia
El sociólogo Fernando Heredia hizo un análisis sociológico de este baile. El perreo, -afirmacomo baile practicado principalmente por adolescentes y jóvenes, es una interpelación generacional hacia las reglas sociales y mecanismos ideoló- gicos que reprimen la sexualidad humana y la desnudez del cuerpo. En ese sentido, considera que la ritualidad del baile, el contenido de las canciones y el desenvolvimiento del cuerpo a través de movimientos sensuales y eróticos evocan, por un lado, la liberación del deseo sexual como elemento constitutivo de la condición humana y, por otro lado, configuran nuevos universos simbólicos que redefinen conceptualmente la desnudez del cuerpo no solo como producto de la construcción social, sino también como un hecho y realidad individual.

“Pero es el escenario social donde se realiza generalmente el baile el factor que le asigna importancia y significancia sociológica. Los lugares públicos, como discotecas, fiestas de Carnaval, fiestas de compañeros, actos proselitistas, entre otros, constituyen los canales con mayor efectividad para distribuir y diseminar el mensaje que interpela a la sociedad y algunas de sus instituciones encargadas de convertir en simple tabú la sexualidad y la desnudez del cuerpo”, enfatizó.

Fernando Heredia sostiene que, en la construcción de las estructuras sociales y el orden  de convivencia que de ella se deriva, se evidencia un rol protagónico y decisivo de ciertos sectores sociales e instituciones que gozan de mayor poder.

“Este hecho les permite definir qué es bueno y qué es malo para la sociedad, para ello, construyen discursos moralistas y universos simbólicos que legitiman sus criterios valorativos y clasificatorios de la conducta humana”, explica y pone este ejemplo: “Es paradójico observar cómo el baile sexista en un cumpleaños de niños es motivo de algarabía y el perreo de adolescentes y jóvenes en una discoteca motivo de indignación y rechazo.

Lo que pasa, sostiene, es que el rechazo a dicho baile también está justificado desde una realidad socioeconómica, puesto que el perreo surge desde los sectores populares para emanciparse de la rigidez normativa ‘societal’ que fuera definida por los sectores económicamente y socialmente poderosos. En ese sentido, aclara, el rechazo de ciertos sectores puede obedecer a una estrategia que busque restarle legitimidad y expresión sociocultural generacional.

El sociólogo anticipó que el baile del perreo, así como lo fue el bolero o el rocanrol en épocas pasadas, una vez cumplido su objetivo social, dejará de tener vigencia y será asumido como un hecho generacional característico de toda sociedad que se transforma y evoluciona. Desde esta perspectiva, recomendó que la sociedad debe escuchar y comprender los diversos idiomas que utilizan los adolescentes y jóvenes (en este caso el baile del perreo) en su afán de ser considerados desde su particularidad generacional como parte de la colectividad social. “Censurarlos no sería la respuesta adecuada”, enfatizó.

En propia voz

Lisa Corti, estudiante de Relaciones Internacionales de la universidad NUR, se ha referido a este tema sin tapujos: “Sabemos que amas perrear. No lo dices es diferente. No lo haces en público es diferente. La crítica y el rechazo clasista ante el perreo y reguetón como un género de ‘hipersexualidad y asqueroso’ por parte de la élite cultural que se considera ‘puritana’ con cultura y educada proviene de un prejuicio clasista del latino. En Europa aman ‘perrear’, en China aman la gasolina y el suave meneo de la lambada y la sensualidad de la salsa no contiene ninguna dinámica diferente al libre meneo del cuerpo. Entonces ¿Qué carajos andamos criticando?”.

Corti también cuestiona: “La clase, la hipocresía clasista de la ‘hipersexualidad del género reguetonero’ cuando todos amamos bailar, ¿nos molesta porque promueve la promiscuidad? ¿Nos molesta por su carga erótica? ¿Nos molesta la liberación sexual del otro? ¿Nos molesta que no sepamos bailar? ¿Nos molestar que no somos libres de bailarlos?” Érika Flores, la señorita que bailó perreo en la Uagrm y tras la viralización del video la Corte Electoral Permanente de la universidad estatal cruceña resolvió inhabilitar al frente político que auspició el baile, accedió a una entrevista con EL DEBER, con el fin de dar su parecer sobre este tema, después de haber escrito una carta pública a través de la cual pide disculpas y cuestionar el machismo existente en la sociedad porque solo a ella se la apuntó y no así a su compañero de baile. Flores considera que el impacto de su baile se debe a que se trataba de una campaña política, puesto que el perreo lo baila todo el mundo, en las fiestas, en los boliches y que en otros países es normal y no se escandalizan como aquí.

“Bailar el perreo” no es un delito. Si a una persona no le gusta, que no lo baile. Yo soy bailarina desde los cinco años. He participado en ballet, asistido a programas de televisión cuando vino Tinelli, estuve en las precarnavaleras, tengo una trayectoria bien larga. “Cada persona tiene pensamientos diferentes.

No es que si yo me estrujo quiero tener relaciones. Los que sí tienen conocimientos de baile saben lo que es la coreografía y no lo toman con esos pensamientos. Tras la viralización del video, nunca me dieron aquí la espalda. Las personas saben que soy bailarina. Dijeron que están conmigo. Y yo sigo adelante.

Ya pasó, hice la carta de disculpas porque la gente lo malentendió, no quería que mi familia quede mal ni que la insulten”, dijo Flores, que su mayor deseo es salir profesional. Lucía Carvalho, además de trabajar como profesional en marketing y publicidad, escribe poesía y en gestión cultural. En octubre llevó a cabo el evento denominado Perreando-llorando. La idea del evento, explica, fue fusionar la música bailable con poesía, lectura de cuento, exposición de cuadros de arte.

La idea surgió por cambiar el ambiente de las lecturas que son un poco serias. Terminaron con baile, fiesta al finalizar la lectura. Le pusimos ese nombre a modo de ser irreverentes, porque hay muchos prejuicios y la gente cree que perrear es ordinario”, sostuvo. El perreo, explica Carvalho, es un baile que más allá de la connotación sexual que pueda tener, proviene de las culturas caribeñas y africanas que expresan a través de baile que están a gusto con sus cuerpos y que están seguras de sí mismas. La idea de Perreando y llorando fue mezclar dos cosas contrarias, bailar y llorar.

“Estoy en contra de que la gente sea censurada. Si quiere bailar, que lo haga. Lo que no me parece correcto es que ese baile se realice en una institución pública”, dijo y también coincidió en que el perreo se lo baila en las fiestas.

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