Llegan de a Oruro después de haber sido robados en Chile. Los propietarios sufren un calvario burocrático para llevar su motorizado a su país

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7 de julio de 2019, 15:00 PM
7 de julio de 2019, 15:00 PM

María vivía un día normal. Estaba en Calama, al norte de Chile, cuando sonó su teléfono móvil. La llamada tenía el código de Bolivia. Ella no sabía si contestar. Presumía algo negativo. Luego de cinco timbres decidió aceptar. Era la voz de un varón y a la primera no creía lo que escuchaba. Le decía que su camioneta estaba en un garaje en la ciudad de Oruro. Ella había sufrido el robo de su motorizado dos años atrás de esa comunicación y ya lo daba por perdido.

Lo que siguió a su reacción es preguntar cómo podía recuperarlo. Y ahí venía el drama. Sabía dónde estaba el vehículo, pero lo verdaderamente difícil consistía en trasladar su automóvil a Chile.

“Fue algo increíble. ¿Quién recibe una llamada cualquier día y te dicen que encontraron tu vehículo? Una duda y piensa que lo están extorsionando o engañando. Pero esta no fue esa situación. Mi camioneta estaba en Oruro, una ciudad que nunca conocí y que pocas veces escuché. Lo que hice es coordinar para poder llegar a Oruro y ver cómo podía tener nuevamente mi camioneta”, relata María.

La llamada la realizó el fiscal de distrito de Oruro, Orlando Zeballos, quien se enteró de que un vehículo con placa chilena estaba en un garaje privado luego de ser declarado como robado por la Dirección de Prevención de Robo de Vehículos (Diprove). Al no aparecer un dueño el motorizado perdía su valor. El sol de invierno de Oruro quemaba su pintura y las llantas estaban desinfladas. Eso no le interesaba a María. Viajó a Oruro dos días después de recibir la llamada. Fue en flota y llegaba a una ciudad que nunca había visitado. Sentía frío y lo primero que hizo fue ir a la Policía departamental. Allí encontró una serie de obstáculos.

Tenía los papeles de su camioneta, pero le pedían informes de denuncias y otros papeles. “En Chile hay un código escaner para verificar tus datos y comprobar si eres el dueño. Todo es digital y en Bolivia la situación no es así. Eso no entendía la Policía de su país”, añade María. La víctima caminó dos cuadras y llegó a la Fiscalía de Distrito. Se asesoró con un abogado orureño y logró entrevistarse con Zeballos. El fiscal averiguó sobre el robo del vehículo en Chile y ordenó la liberación inmediata del motorizado. “Nos encargamos de verificar si todo estaba en orden. La señorita (María) trajo todos los papeles y, por supuesto, la denuncia en Chile. Se coordinó en horas y al día siguiente se le entregó el carro”, detalla el fiscal Zeballos. Era en el garaje donde depositan los vehículos robados que llegan por instrucción de Diprove. Una persona solo pedía la instrucción de la Policía para abrir la puerta. Zeballos la consiguió. Ahí estaba la camioneta de María, una de color rojo, fácil de reconocerla, pero algo descuidada.

Esa suerte no fue la de Carmen. Ella “peregrinó” seis meses para recuperar dos camionetas. Los vehículos operaban en la actividad minera en la ciudad de Antofagasta. Luego de colocar la denuncia, se enteró de que sus coches estaban en la ciudad de Oruro, en el mismo parqueo donde estaban los automóviles de María.

Pero Carmen no corrió la misma suerte. Una de las camionetas estaba a punto de ser desmantelada. No tenía la parte plástica de la carrocería, las llantas no eran las originales y los asientos delanteros estaban en el suelo. “Fue algo agridulce. Miraba mi camioneta y estaba casi desmantelada, era una pena; pero a la vez, sentía mucha felicidad porque tenía en frente mi camioneta. Llegué a un lugar donde nunca pensé en llegar. Fui a Santa Cruz, a Cochabamba, pero nunca a Oruro”, comenta Carmen.

El ministro de Defensa, Javier Zavaleta, explica a este medio que las mafias que roban vehículos en Chile “clonan” las placas para ser ofertadas en suelo boliviano. La autoridad recalca que se combina labores con las instituciones chilenas para evitar el ingreso de los motorizados escamoteados. “Hemos encontrado en la frontera placas clonadas, es decir vehículos con placas de otros vehículo, pero chilenos, porque la mayoría de los automotores que entra por la frontera de Chile viene con placas chilenas”, destaca el ministro. Un informe de la Policía de Investigaciones (PDI) de Chile, al que tuvo acceso EL DEBER, revela las rutas por las que ingresan los vehículos que son secuestrados por mafias binacionales en territorio chileno. Las tres llegan a Oruro y todas parten del norte chileno.

El documento desvela que la preferencia son camionetas, con tracción en las cuatro ruedas, que son utilizadas en la actividad minera. “La mayoría de las denuncias son de las ciudades de Calama, Antofagasta, Tocopilla, Iquique, Arica y otras del norte. Los vehí- culos secuestrados, en su mayoría, pertenecen a empresas mineras, sin especificar magnitud. Las organizaciones utilizan el paso cercano a Ollague (frontera con Potosí) y van por Carcosa (que es entre Oruro y Potosí)”, detalla la información de la Policía chilena. El director nacional de Diprove, coronel Marco Polo, explica que existe una estrategia para recuperar los vehículos robados en el exterior y que son comercializados en Bolivia. El jefe policial destaca que están vigentes tácticas de cooperación con su similar de Chile para la devolución de los motorizados. “Desde hace años se detectó un problema. Los delincuentes roban coches en Chile y los traen a Bolivia para venderlos con la ventaja de que aquí no siempre figuran como robados.

Por otro lado, muchos de estos coches, que son recuperados por la Policía Boliviana, no son rápidamente devueltos a Chile por dificultades en los trámites de repatriación, como la cobertura de costos que demandan poner un carro en la frontera”, destaca Polo. Javier vivió un calvario para solamente ver dónde estaba su vehículo. Le robaron su camioneta en Iquique y luego de tres meses de perderla dejó de buscarla. Puso denuncias y no tuvo respuesta de su Policía, peor de la boliviana.

Es que no se imaginaba que su camioneta había duplicado el recorrido desde cuando la compró, en Santiago, en 2016. A Javier lo alertaron por llamadas anónimas. Lo amenazaban. Pidieron que vaya a la frontera con Bolivia para que pueda recuperar su motorizado, y lo hizo. Antes puso en conocimiento su periplo a la PDI y no pudo lograr lo que quería. “Fui hasta la frontera. No quise alertar a nadie, pero tenía el presentimiento de que podía ver mi coche. Y lo vi, pero estaba esqueleto. Todo fue una pena. Pido que haya más control para evitar robos en el norte de Chile. Sabemos que son mafias internacionales”, delata Javier. Eduardo Picand, que fue encargado hasta 2018 de la Unidad de Cooperación Internacional y Extradiciones (Uciex) de la Fiscalía Nacional de Chile, lamenta que hayan episodios que involucren a la Policía Boliviana y las Fuerzas Armadas en casos de robo de vehículos. “Te hablo de 2012, tres camionetas utilizadas por las Fuerzas Armadas de tu país y eso se investigó. No sé en qué quedó. Hasta 2012 había unos 1.500 por devolver, pero solo hubo respuesta en 600. De todas forma se valora el trabajo de la Policía Boliviana”, destaca.