Un grupo de inmigrantes se reúne en un jardín suburbano para hacer una barbacoa. “¿Qué tienen en común estos hombres y mujeres?”.

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29 de julio de 2018, 4:00 AM
29 de julio de 2018, 4:00 AM

Un grupo de inmigrantes se reúne en un jardín suburbano para hacer una barbacoa. “¿Qué tienen en común estos hombres y mujeres?”, pregunta un locutor. “Todos sus hijos juegan para la selección alemana”.

Este anuncio de 2008 de la Asociación Alemana de Fútbol (DFB) llegó en un momento en que el deporte alemán se enorgullecía de su diversidad étnica. La prevalencia de las minorías en los altos niveles del fútbol era una fuente de enorme orgullo para un país que había trabajado mucho para integrar a una de las mayores poblaciones de inmigrantes de Europa.

Nadie simbolizaba mejor el éxito de estos esfuerzos que Mesut Özil, el centrocampista del Arsenal de 29 años de edad e hijo de un inmigrante turco, quien formó parte del equipo alemán que ganó el Mundial en Brasil en 2014.

Una imagen de hace ocho años muestra a la canciller Angela Merkel estrechando la mano de Özil después de la victoria por 3-0 del equipo nacional sobre Turquía. Desde entonces, él ha sido, según palabras de la revista Der Spiegel, la “mascota de la integración” de Alemania.

Ya no es así. Özil renunció al equipo nacional esta semana, alegando “racismo y falta de respeto” por sus raíces turcas. Los medios alemanes lo convirtieron en el chivo expiatorio de la desastrosa actuación del equipo en la Copa Mundial de 2018, según dijo. La polémica y posiblemente errónea decisión de Özil de tomarse una foto con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan en mayo fue propuesta, de forma injusta, como una “explicación directa de la derrota en Rusia”, dijo. “Yo soy alemán cuando ganamos, pero soy un inmigrante cuando perdemos”.

El efecto de la declaración de Özil fue explosivo. Alemania se enfrentó repentinamente a la triste verdad de que la integración no es el éxito total que había parecido ser.

“Los migrantes jóvenes probablemente se preguntan: ¿cómo podría lograrlo yo si Özil no puede?”, escribió Jaafar Abdul Karim, un periodista alemán de origen libanés, en Die Zeit.

La carrera internacional de nueve años de Özil abarca un período en el que Alemania cambió profundamente y después volvió a cambiar. Bajo el mandato de Merkel, proyectó una imagen de una nación abierta y cosmopolita contenta con su población inmigrante, la cual fue reforzada por el cambio de legislación de 2014 que permite a los alemanes tener doble ciudadanía.

Pero desde entonces las cosas han cambiado radicalmente. La llegada de 1 millón de refugiados a Alemania entre 2015 y 2016 provocó una reacción violenta contra la inmigración y el aumento espectacular de la extrema derecha, la Alternativa para Alemania (AfD). Alemania ya no acoge su imagen de país abierto donde los inmigrantes son bienvenidos.

Ese estado de ánimo quedó reflejado en un comentario de Alexander Gauland, líder de la AfD, sobre el futbolista afroalemán Jérôme Boateng en 2016. Quizás él le cae bien a la gente, dijo Gauland, pero eso no significa que “quieran ser sus vecinos”.

Pero eso no es nada en comparación con la ola de abusos racistas que Özil e Ilkay Gundogan, otro jugador del equipo nacional que fue fotografiado con Erdogan, tuvieron que enfrentar. Después de que Alemania abandonó la Copa Mundial en la fase de grupos, Jens Maier, diputado de la AfD, tuiteó: “Sin Özil habríamos ganado”. El conocido activista derechista Jürgen Elsässer dijo que “los dos turcos” en el equipo nacional “deberían regresar a Anatolia”.

Quizás más alarmante fue una columna reciente del ex capitán alemán Lothar Matthäus. “A menudo tengo la sensación de que Özil no se siente bien con el uniforme de la DFB”, escribió.

El insidioso mensaje para los turcos de Alemania, dice Esra Kucuk, directora de la Fundación Cultural Allianz, es que “si sientes algún tipo de afiliación cultural con Turquía, no puedes ser un ciudadano alemán leal”.

Es por eso que el caso de Özil ha sido tan deprimente para personas como Kucuk. “Hemos perdido mucho más que la Copa Mundial”, dice.

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