Walter Guevara Anaya hace un análisis sobre lo que puede ocurrir en los próximos meses en el panorama político y electoral. Fundamenta las vías jurídicas que se deben respetar y que -a la vez- corren el riesgo de ser violados por una ambición política

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16 de septiembre de 2018, 4:00 AM
16 de septiembre de 2018, 4:00 AM

La gran pregunta que flota en el aire enrarecido de nuestra política es si el Órgano Electoral Plurinacional (OEP) aceptará o rechazará las repostulaciones del actual presidente y vicepresidente, suponiendo que uno de ellos o los dos se vayan a presentar como candidatos para la elección del próximo año.

Este suspenso pudo haber durado al menos 6 meses, cuando el OEP tenía que aprobar o rechazar las candidaturas 155 días antes de la elección de octubre de 2019. El panorama ha cambiado totalmente con la reciente promulgación de la Ley de Organizaciones Políticas.

Bajo un calendario fríamente acelerado por el partido de gobierno, todos los partidos están obligados a organizar unas nuevas elecciones internas denominadas “primarias.” Estas previas deben realizarse en enero de 2019 y son obligatorias para todos los que quieran presentar binomios en las elecciones del año próximo. Los binomios que se presenten en las primarias de cada partido deben ser aprobados por el OEP en octubre de este año.

El OEP tiene que decidir si acepta o rechaza las candidaturas de Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera como integrantes del principal o tal vez único binomio que “competirá” en las previas del MAS. Una vez que este binomio arrase en las primarias internas de ese partido, sus titulares sostendrán que están automáticamente aprobados para la elección general de octubre de 2019.

Los que esperamos lo mejor confiamos en que el OEP respetará la decisión de una mayoría del pueblo boliviano, expresada tanto por el referéndum del 25 de enero de 2009 que aprobó la Constitución actual como por el referéndum del 21 de febrero de 2016 (21F) que ratificó el No a la repostulación del presidente y vicepresidente. En los dos casos el pueblo se pronunció claramente a favor de un límite de dos mandatos para estos cargos.

Lo peor sería que el OEP reconozca y aplique a rajatabla la decisión del Tribunal Constitucional (TC), cuya sentencia amañada y deshonesta avaló las repostulaciones indefinidas de todos los candidatos a todos los niveles, incluyendo los de presidente y vicepresidente, y que lo haga tanto para las primarias como para las generales. Un órgano electoral que prefiera aplicar semejante sentencia por encima de la voz del pueblo se encochinará de tal manera que tampoco tendrá el menor escrúpulo en retocar el cómputo de votos para favorecer a los candidatos del oficialismo, sean quienes sean. Alterar el cómputo de votos es algo mucho más determinante del resultado final que aprobar repostulaciones truchas.

Aunque no lo crea, hay un importante punto en el que la mayoría de los oficialistas coincide plenamente con la mayoría de los opositores. Los dos sectores están convencidos de que el OEP avalará las candidaturas oficiales tanto para las primarias como para las generales.

Si no le tiembla la mano para eso, al OEP tampoco le temblará la mano para alterar los resultados del cómputo electoral, sean quienes fueren los candidatos del oficialismo. En ese caso, ¿qué es lo que debemos hacer? Eso depende de si la pregunta se dirige a los partidos opositores o a nosotros los votantes.

¿Deberán los partidos opositores presentar candidatos para que el oficialismo les regale unos cuantos votos o abstenerse de participar en unas elecciones truchas? ¿Deberemos los votantes votar nulo tal como lo hicimos en las pasadas elecciones judiciales o por el contrario avalar el fraude con nuestro voto?

Si confían exclusivamente en el cómputo oficial, los partidos de oposición tienen la opción de presentarse al matadero para ser degollados o premiados con migajas mientras legitiman la maquinaria armada por sus verdugos. Si no confían en ese cómputo, no les toca otra que amarrarse el cinturón, denunciar el fraude y abstenerse de presentar candidaturas.

Si no hay un cómputo confiable los ciudadanos que nos oponemos al actual proyecto de dictadura civil tendremos la opción de votar nulo tal como lo hicimos en las últimas elecciones judiciales o arriesgarnos a votar por nuestros candidatos y sin darnos cuenta legitimar a los impostores.

Este negro panorama cambia totalmente si montamos sistemas independientes y paralelos de recuento de votos a cargo de miles de voluntarios de las plataformas ciudadanas, de ciudadanos independientes y de delegados de los partidos de oposición. Estos actores pueden instalar estos dispositivos de control popular para octubre del próximo año.

Si por respeto al pueblo los partidos de oposición logran conformar una amplia coalición en torno a un candidato de consenso, deben hacerlo antes de octubre de este año para que su binomio se presente en las primarias de algún partido reconocido por el TNE, y de ese modo quede habilitado para las elecciones generales del próximo año.

Esa coalición deberá presentarse a las elecciones generales de octubre del próximo año solamente en caso de que logremos montar sistemas independientes de cómputo electoral. Si no lo logramos, los votantes de a pie no tendremos más remedio que votar nulo.

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