Alejado del poder, Wálter Chávez dará un taller en Santa Cruz sobre marketing político a cinco meses de las elecciones presidenciales. Evo Morales y Carlos Mesa, en el laberinto

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19 de mayo de 2019, 4:00 AM
19 de mayo de 2019, 4:00 AM

Wálter Chávez sabe de pelea de gallos, y de campañas electorales. Fue el cerebro de propaganda de Evo Morales Ayma durante las contiendas electorales entre 2002 y 2016. Acusado de ser miembro del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) en su natal Perú (situación qué él niega), refugiado político, periodista y estratega electoral, hoy, está alejado del poder, aunque no lo deja de observar, deconstruir e interpelar desde una visión crítica. No será de las lides de octubre de 2019, pero lo que dice, seguramente, estará en los cuadernos de anotaciones de los principales candidatos que aspiran a ocupar el mega palacio de la Plaza Murillo. Así habló con Séptimo Día.

La campaña electoral comenzó antes de tiempo en Bolivia. ¿Qué implicancias tiene una campaña extensa para el actual escenario político? ¿A quién le favorece?

En principio, que una campaña larga o corta no tendría que ser algo muy importante. He leído en los medios que algunos políticos y sus estrategas se quejan sobre lo larga que es esta campaña y creo que son pretextos. Cuando se piensa y se elabora una estrategia se toma en cuenta el factor tiempo, naturalmente, pero se acomodan los momentos, las estructuras políticas y la propia economía del partido de acuerdo a la duración de la campaña.

También se ha dicho que una campaña larga favorece al partido que tiene más recursos y eso también es relativo, los recursos materiales que se emplean en las campañas no definen por sí mismos la victoria o derrota de un candidato. Tenemos el caso del 2005, fue una campaña también larga y el candidato que ganó fue el que tuvo menos recursos materiales.

En este proceso que estamos ya transitando, algunos políticos ven a la campaña como demasiado larga porque toman como referencia a las primarias de enero. Pero esa es una lectura errada, una cosa es movilizar a las estructuras políticas para las primarias y otra trabajar ya en la campaña propiamente dicha. Lo que pasa es que esos candidatos y sus asesores que se quejan de lo larga que es la campaña siguen con la misma estrategia y el mismo discurso con el que entraron a las primarias y, claro, en ese sentido ya llevan 7 meses de campaña y con probabilidad el proceso les parece ya agotador, pero esa es una situación de la que no es responsable absoluto el sistema institucional, sino también la falta de flexibilidad y creatividad de la estrategia.

Mucha guerra sucia y acusaciones cruzadas al inicio de la campaña y ninguno habla de proyectos de futuro. ¿Así no más será la campaña en Bolivia?

La llamada “guerra sucia” es un componente siempre presente en todas las campañas, al punto de que incluso académicamente se le cambió de nombre y hoy en el lenguaje de la consultoría política ya no se habla de “guerra sucia”, sino de “campaña de contraste” o simplemente de “campaña negativa”. En Bolivia, en casi todas las campañas la “guerra sucia” es intensa. Si nos retrotraemos al 2002, cuando Manfred Reyes Villa estaba posicionado como posible ganador, Goni y el MNR, con el asesoramiento de Stanley Greenberg, le hicieron una de las más intensas campañas negativas de las que se tenga memoria en el país y lograron derrotarlo por unos pocos puntos, en los últimos días.

El año 2005, el enfoque general de la campaña de Podemos de Tuto Quiroga contra el Mas y Evo Morales, fue de fuerte contraste también, en las últimas semanas pusieron en el aire una serie de spots destinados a generar miedo a un posible triunfo de Evo Morales, lo que pasa es que se hizo un buen trabajo de información y en un momento dado rompimos la “guerra sucia” y llevamos a la campaña a un eje propositivo, con entusiasmo, basado en propuestas fuertes y ganadoras como la nacionalización y la Constituyente.

La campaña de hoy está ocurriendo en un escenario bastante polarizado y es por eso que simples hechos políticos o comunicacionales, por ejemplo, desde la oposición, el develamiento de algún vínculo de Carlos Mesa con un personaje apresado, ya se quiere leer como “guerra sucia”. Y lo mismo pasa en el oficialismo que permanentemente denuncia conspiraciones externas y actos encuadrados en un supuesto intervencionismo imperialista. Sin embargo, ninguna de estas dos situaciones son, en sentido estricto, “guerra sucia”, son solo alarmas porque en el fondo creo que ninguna de las dos posiciones tiene una estrategia electoral concreta, y denuncian “guerra sucia” para victimizarse. Dadas las cifras que arrojan las encuestas, si sigue esta suerte de empate entre los dos principales candidatos, es posible que alguno de los estrategas vea como posibilidad ir a la campaña negativa en serio. Eso dicen los manuales, cuando las cosas se pueden definir por pocos puntos se deben considerar acciones de contraste fuerte.

El experto en marketing político, Jaime Durán Barba, cuestionó la “anticuada” campaña de Carlos Mesa, en particular por su ausencia en redes sociales. ¿Será suficiente el “buen nombre” (intelectual, transparente) y el desgaste de Evo Morales para ganarle al MAS?

Fíjese, yo tengo una información que circula en los ámbitos de la consultoría política. Esa expresión de Durán Barba, de que Mesa tiene una “campaña anticuada”, está motivada por razones no muy santas. Habría habido conversaciones de la campaña del FRI con Durán Barba para un posible asesoramiento, cosa que me parece muy correcta pues es un gran consultor político, pero por razones monetarias no se llegó a un acuerdo y Durán Barba, de modo poco profesional, en un artículo un poco descolgado del tema deja caer esa frase en contra de la campaña de Mesa.

Ahora, en lo que respecta al uso de las redes sociales creo que ninguno de los partidos en campaña está usando las redes en su verdadero potencial. Es evidente que tanto oficialismo como oposición han llevado la confrontación a las redes y las usan de modo tradicional; lo principal son los memes, el bullyng, la descalificación y el insulto para desgastar al oponente. Y esto lo hacen de la manera más tradicional, con amargura y sin creatividad. Sobre esto, quiero agregar algo más. Hice un seguimiento de los artículos y opiniones que los líderes de opinión que apoyan a Evo Morales y Carlos Mesa o que defienden ideas afines a ellos, me sorprendí al constatar que son los columnistas y opinadores del polo de la oposición los que escriben con mayor ira, con descalificaciones y hasta con insultos. Primero publican en periódicos impresos en papel y después lo vuelcan a las redes sociales. Esto me sorprendió un poco porque se supone que apoyan a un líder ciudadano, pero así están las cosas.

Por el otro lado, ¿cómo evalúa la acelerada campaña de Evo Morales con spots personalizados que apuntan a los jóvenes (millenials) de clase media como definidores del partido de octubre y con inauguraciones de obras diarias con fuerte contenido discursivo?

Hay un hecho que creo no es legal. Todos los partidos se han adelantado y están exponiendo piezas publicitarias por fuera de los plazos y del calendario electoral. Esto no se debe hacer, pero creo que el Órgano Electoral no actúa para que encima los partidos aleguen censura o algo peor. En cuanto a los spots del candidato del MAS, es muy difícil marcar un límite entre lo que es un spot publicitario y un spot de gestión, puesto que tradicionalmente la línea de comunicación institucional del gobierno estuvo ligada a la imagen del Presidente, eso no es nuevo. Y en cuanto al uso de las inauguraciones y de las obras en la campaña es otra característica endémica de las campañas en Bolivia y la región, lo hacen todos, presidentes, gobernadores y alcaldes; ojalá en el futuro cambie esta costumbre electoral, pero hoy las cosas son así.

¿En qué medida, el caso Montenegro-narcotráfico puede golpear a Evo Morales?

Voy a decir algo que ojalá no parezca polémico, voy a tratar de razonar siguiendo el marco teórico de los imaginarios sociales. En Bolivia, desde los tiempos de Roberto Suárez y ese mito un tanto pintoresco y sobredimensionado que se cuenta de él, no hubo grandes capos de la droga. Por otra parte, el narcotráfico no es en el país una amenaza de disolución social porque no ejerce violencia, como en países como México o Colombia, en su momento. Pero siempre han aparecido casos menores que han enrarecido el ambiente político: el MIR y los narcovínculos, Barbas Chocas y el narco avión en el gobierno del MNR, pero no fueron hechos que hayan tenido efectos sustanciales sobre el campo político. Pienso algo parecido del escándalo del caso Montenegro y su conexión con redes de policías. Por la información que se expuso, no se trataría de un cártel poderoso sino de una red menor de traficantes y policías coludidos por alguna ventaja pecuniaria, de manera que no creo que tenga mucha incidencia en el campo electoral. Claro, socialmente el hecho es grave, pero lo veo como un tema de seguridad y no como un tema con gran impacto electoral.

Pese al desgaste, Evo Morales aparece bastante sólido en las encuestas, aunque con un techo histórico del 35%. ¿Es suficiente para ganar en octubre?

En una reunión de consultores y analistas en Argentina, el año 2017, se comentó intensamente el caso de Evo Morales y se concluyó en que el líder del MAS hizo dos cosas superlativas: un manejo económico ejemplar, en esto se distinguió de todos los gobiernos de izquierda de este ciclo, y la acumulación política alrededor de su liderazgo, que le permitió ganar una elección tras otra.

De manera que, respondiendo a su pregunta, lo novedoso no es que parta con una solidez electoral y un techo del 35%, al contrario, uno podría preguntarse, ¿Por qué esta tan bajo este techo? Y sobre el resto de su pregunta, ¿es suficiente para ganar en octubre? La respuesta es muy sencilla, el triunfo de un candidato no depende su base histórica ni de su techo electoral, sino de si tiene una correcta estrategia, si sabe mantener la disciplina estratégica en su comportamiento como candidato y en las acciones de su partido, y si puede comunicar un mensaje que responda a las expectativas del votante. Y eso todavía no lo hemos visto, no solo en Evo Morales, sino en todos los candidatos opositores.

Carlos Mesa, ¿también llega desgastado? ¿Es realmente la novedad? ¿Cambio o continuidad del actual modelo? ¿Se puede gobernar sin estructura política-partidaria? Si gana, ¿estará obligado a negociar con la derecha o con Evo Morales?

El caso de Carlos Mesa es novedoso sí, mirándolo desde el punto de vista de la consultoría política: 1) fue Presidente y renunció, 2) no conformó un partido político, 3) Se pasó los últimos 2 años diciendo que no quería ser candidato, 4) carece de recursos materiales y de estructuras para enfrentar una campaña; pero a pesar de todo eso la intención de voto que tiene lo coloca en un lugar muy competitivo, en algún momento incluso aparecía primero en las encuestas. Pero, viendo esas carencias que enumeramos, ¿en qué se basa su liderazgo? ¿Cuál es la fuerza que lo sostiene? Creo que en una condición: ese criterio de ejemplaridad que ha trasmitido desde que era periodista. Hay un filósofo español, muy interesante, Javier Gomá, que sostiene que hoy, muertas y enterradas las ideologías, las democracias y sus líderes deberían cultivar como principio de liderazgo (que genere adhesión) la ejemplaridad. Y curiosamente hace una arqueología del concepto y de la misma praxis y descubre que la ejemplaridad es un concepto fundamental, encuentra que sus raíces están en la Grecia Antigua y que es un criterio formador de la democracia.

Más allá de las estrategias de los candidatos, lo que importa es saber qué quieren hoy los bolivianos. ¿Un cambio sobre el cambio? ¿Una continuidad bajo el temor al mal desconocido?

En tiempo electoral, esa pregunta “qué es lo que quieren los bolivianos” se la responde no con las opiniones de los analistas, sino con estudios y con investigación. En mi caso, como no estoy en campaña, no tengo acceso a estudios sobre el tema.

De modo general, creo que estamos ante un gobierno muy fuerte, muy cumplidor y obrista (recordemos que el sueño de los votantes de antes era que su candidato llegue al gobierno y cumpla con las obras prometidas), pero que la disputa electoral hoy está en el campo de los valores.