La poeta, narradora y dramaturga paceña, de 37 años, resultó la ganadora del XVIII Premio Nacional de Novela con Soundtrack. Urioste, en 2005, también ganó el Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal

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12 de noviembre de 2017, 4:00 AM
12 de noviembre de 2017, 4:00 AM
Camila Urioste debuta con una novela que resulta la ganadora del XVIII Premio Nacional de Novela de Bolivia. Soundtrack es un viaje musical y nostálgico, muy experimental, fragmentario, que fue escrito en un proceso que duró nueve meses.

La novela, que será publicada en diciembre, es una exploración a la clase media paceña y a las comunicaciones actuales.


 ¿Cómo recibiste la noticia de que ganaste el premio?

¡Estoy en shock! Es la verdad. Todavía no lo puedo creer. Es algo muy fuerte. 

 Vos ya habías ganado en 2005 el Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal con El diario de Alicia


¿Cuánto ha cambiado tu literatura desde entonces?

He evolucionado muchísimo en este tiempo. He tenido un crecimiento enorme. Primero, porque empecé a explorar con otros géneros como el teatro, principalmente; y he crecido tanto como persona como escritora. Creo que, en ese sentido, el crecimiento personal es más importante. Yo era muy joven cuando gané el Premio Nacional de Poesía, tenía solo 25 años, y la verdad, también fue muy fuerte ese momento. Era mi primer libro de poesía, y creo que ese momento marcó un camino para mí, donde seguí trabajando muy duro, leyendo mucho, escribiendo, explorando otros géneros, tratando de formarme de la manera que pude, porque yo no estudié literatura, entonces, he tenido que buscar otros caminos para formarme. 


 ¿Cómo ha sido para vos incursionar en esos diferentes géneros literarios? ¿Qué te han dado la poesía, el teatro, ahora la novela?

Para mí es muy importante explorar los géneros. Creo que lo principal para mí no es tanto el formato, sino los temas que me interesan explorar, como el tiempo, la memoria, la infancia, los temas feministas también están ahí. Entonces, encuentro en diferentes formatos, diferentes formas de afrontar esos temas, y para mí están muy relacionados: mi poesía tiene mucho de la voz coral que viene del teatro, mi teatro tiene mucho de la poesía, y en esta primera novela está todo, hay textos poéticos. También es una voz que habla, la dramaturgia también está ahí desde esa voz. Es una exploración constante. 


¿Cuál es la historia de Soundtrack, cuál es el hilo que la atraviesa?

Cuando escribí el primer borrador encontré que la música era un tema recurrente, de hecho era como el hilo conductor de la historia, que está contada en fragmentos. 

Es una historia totalmente fragmentada.

 Luego volví a escribir con eso en mente. Encuentro que la música es un hilo conductor porque uno puede hacerse un mapa de su vida según la música, incluso yendo más atrás, con la música que escuchaba tu padre, la de tus abuelos. Entonces, sí, para mí la música es muy importante y en esta novela se refleja eso.


 ¿Y cómo ha sido el proceso de escritura de Soundtrack? ¿Cuánto tiempo te tomó escribirla?

En realidad ha sido un trabajo muy intenso de nueve meses. Muy intensos. Cuando empecé a escribirla ya no pude parar. Fue como meterme en un proceso creativo intensísimo y que duró exactamente nueve meses. 

 Fue prácticamente como tener un hijo...


Claro. Pero también hay textos y hay conceptos que ya estaban explorados o trabajados. Hay cosas que estaban ahí desde antes, pero en el momento de darles forma y de meterme al proceso fueron nueve meses bien intensos.  

 

¿Dónde se ubica la novela?

El jurado dice que se zambulle en la clase media paceña...

Sí, absolutamente. Es un trabajo muy personal en el sentido de que estoy hablando del mundo que yo conozco, que sería la clase media paceña, la ciudad de La Paz, sobre todo la música de los 90, que es la que a mí me ha marcado, pero también la música anterior, como es el rock clásico. Otra cosa que está muy presente ahí es la exploración del momento actual, de todo lo que son los cambios de las redes sociales, cómo lo digital nos transforma de una manera o transforma la  manera en que nos comunicamos. También está en la novela la nostalgia por lo que fue, por la ‘no inmediatez’, por la espera, por la duda, que un poco se ha borrado con las redes sociales. Ahora uno nunca espera una carta por dos semanas o ya uno casi nunca recibe una llamada sin saber de quién es. La novela sigue trabajando en lo que a mí me interesa, que es el tema de la memoria, los recuerdos. 

 

¿Cuáles eran las dudas que te asaltaban en el momento de escribir la novela?

La duda que tenía es que yo nunca había leído algo similar a lo que estaba escribiendo. Entonces, no sabía realmente cómo compararlo con otra cosa. Cómo sería que lo escriba alguien que no fuera yo. El formato es similar al de un glosario. Es de la A a la Z, con ideas, conceptos y palabras definidas, y en esa definición se arma la historia. Entonces, no hay un hilo conductor en el tiempo, puedes pasar de una palabra como ‘amor’ a otra que es amarillo, y las ideas son totalmente distintas. Sí tuve dudas en que la persona que leyera esto podría  realmente armar la historia con tanto fragmento. Pero al final lo que decidí fue guiarme por una intuición de que lo que yo estaba escribiendo me estaba gustando a mí, de que me gustaría a mí leer lo que yo estaba haciendo. 
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