Este prototipo, diseñado para desplazar con comandos eléctricos y poner de pie a la persona con discapacidad, fue construido por estudiantes del Tecnológico Santa Cruz, que ganaron el primer lugar en un concurso nacional de institutos

El Deber logo
19 de noviembre de 2017, 10:00 AM
19 de noviembre de 2017, 10:00 AM

La creatividad de un grupo de estudiantes del Instituto Tecnológico Santa Cruz fue premiada en la décima versión del Encuentro plurinacional de investigación e innovación de institutos técnicos y tecnológicos, realizado en el coliseo cerrado Julio Borelli Viterito de La Paz, al obtener el primer lugar del concurso con la exposición de un prototipo de silla de ruedas dotada de una exoestructura motorizada que facilita la vida de una persona parapléjica.
Asimismo, otro grupo de alumnos de la carrera de Química Industrial del mismo instituto obtuvo el tercer lugar del certamen con la fabricación de un ladrillo tamaño adobito elaborado con la reutilización del polietileno de alta densidad reciclado en la vía pública.
En el prototipo de la silla de ruedas trabajaron Sindy Esneiber Mosqueira Méndez, Julio César Corvera Pizarro y Diego Herrera Caballero, estudiantes del sexto y último semestre de la carrera de Electrónica en el Instituto Tecnológico Santa Cruz, centro de educación técnica media y superior dependiente de la Gobernación del departamento oriental.
El proyecto fue concebido para que las personas con discapacidad en los miembros inferiores alcancen mayor autonomía en sus quehaceres diarios o en el trabajo, pues la exoestructura que hace de butaca se erige a control remoto y permite a la persona impedida de caminar posicionarse de pie de forma segura, sujetada con un cinturón pectoral y, en esa postura, desplazarse por donde le plazca.
Asimismo, estando sentado, el usuario puede desplazarse a voluntad por superficies planas accionando botones del comando instalado a mano y, en caso de encontrarse a cierta distancia de la silla, puede echar mano de una aplicación del teléfono celular que se conecta con el control de la poltrona mediante Bluetooth y moverla de un punto a otro.
“El equipo consta de una estructura mecatrónica que utiliza microcontroladores, módulos electrónicos, baterías recargables, partes mecánicas como un motor con tornillo sinfín y lenguaje de programación. Tiene materiales reutilizables, como el hierro, y materiales nuevos, pero de bajo costo. En esta silla la persona consigue una mejor circulación de la sangre y movilidad en los músculos”, dijo Sindy Esneiber Mosqueira.

Costos de fabricación
Los proyectistas invirtieron en el modelo Bs 3.500 con material reciclado. Julio César Corvera y el docente tutor del grupo, Boris Carrasco, creen poder fabricar un equipo base en el precio comercial de Bs 4.000 para gente de escasos recursos y un modelo electrónico, como el madurado en el laboratorio del Tecnológico, a un costo final aproximado de Bs 10.500.
“Por el momento hemos recibido muchas solicitudes de personas particulares interesadas en unidades. Es así que ahora tenemos el desafío de fabricar una silla para una niña de 12 años que vive en La Paz. Esperamos que no haya trabas y obtengamos el financiamiento económico. Nuestra idea es desarrollar una empresa con este tipo de dispositivos para personas con discapacidad”, concluyó Mosqueira.

Adobito resistente
El ladrillo de polietileno de alta densidad merecedor del tercer lugar en la exposición de La Paz, realizada entre el 18 y 21 de octubre, llamó la atención de una empresa y el interés subrepticio de muchos visitantes de la muestra paceña, que pretendían acceder sin restricción a la fórmula del producto que, de contar con las bondades expresadas por sus creadores, ciertamente tendría ventajas con relación a sus pares de barro.
A decir de los proyectistas, el ladrillo procesado en el laboratorio de Química Industrial del Tecnológico, al ser de polietileno de alta densidad, es un aislante térmico, es más liviano que el adobito tradicional, es impermeable y resistente al fuego.
Se puede utilizar en todo tipo de construcción y, aparentemente, es más barato que los otros ladrillos.
Adicionalmente es un proyecto ecológico porque la materia prima se obtiene de objetos plásticos botados en la vía pública, lo cual favorece al medioambiente y estimula el reciclaje. Se lo tritura y, en una mezcladora, se combina con cemento cola, agua y otros elementos, cuya receta guardan celosamente Katherine Alpire Álvarez, Moisés Montaño Fernández, Yenny Zambrana, Wilber Vedia Rocha, Alfredo Ruiz Landívar y Laura Nomey Gutiérrez, estudiantes del tercer semestre turno noche de la carrera de Química Industrial, guiados en el proyecto por el docente ingeniero Johnny Parada.
“La clave de este producto está en la proporción exacta de los elementos. Personal de la empresa Incerpaz mostró interés en el ladrillo. Se necesita una inversión de $us 5.000 para montar una pequeña fábrica que puede producir 2.000 ladrillos por día”, señaló Alpire.
Por ahora, los estudiantes están en la tarea de patentar los modelos de la silla de ruedas y el ladrillo sintético, que redundará en una nota alta en el día de la graduación.