Cuenta que varios alcaldes, prefectos, jefes policiales y otros políticos han sido sus clientes

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8 de septiembre de 2018, 4:00 AM
8 de septiembre de 2018, 4:00 AM

Bismarck tenía 14 años cuando empezó a lustrar zapatos en el centro de la capital cruceña para ganarse la vida. Poco después de quedar huérfano, él y sus dos hermanos decidieron que el oficio de dejar como nuevos los calzados de la gente se ajustaba a sus posibilidades.

Así, con su inseparable cajita donde guardaba sus principales herramientas, llegaba bien temprano a la plaza 24 de Septiembre para ganarse unos pesos. El tiempo pasó, uno de los hermanos abandonó el oficio, pero él y su hermano José se mantuvieron hasta hoy en día.

Bismarck tuvo nueve hijos (tres varones y seis mujeres), a los cuales pudo criar gracias al oficio de lustrabotas. Junto a su hermano fundó una asociación del gremio.

Cuenta que varios alcaldes, prefectos, jefes policiales y otros políticos han sido sus clientes; sin embargo, del que más se acuerda es del exprefecto Freddy Terrazas. “Él nunca entraba a su despacho sin antes lustrarse los zapatos. Era el más jovial de todas las autoridades que he conocido”, comenta.

También recuerda cómo era la plaza principal en sus años mozos, cuando la capital cruceña apenas tenía 30.000 habitantes. “Las calles eran de tierra, pero todo cambió cuando empezaron a colocar losetas a las calles de la plaza principal”, recuerda.

Hoy, a sus 64 años de edad, continúa despertándose temprano para estar a las 7:00 o 7:30 en su puesto de trabajo, listo para lustrar los zapatos de sus asiduos clientes que se dirigen a sus fuentes de trabajo. Generalmente, su labor concluye a las 17:00 cuando el centro citadino se va vaciando de clientes.