En la maternidad atienden a unos 700 bebés prematuros al año. Se considera prematuro al que nace antes de las 37 semanas. Los casos extremos pesan menos de 1 kilo y suelen necesitar varias cirugías

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18 de noviembre de 2018, 4:00 AM
18 de noviembre de 2018, 4:00 AM

Nació el 8 de septiembre de 2015, un día caluroso. Su madre, Sarina Orozco, entonces tenía 38 años y tuvo que bajarse a gatas del taxi para entrar en la maternidad. Lo que tuvo que esperar y las preguntas repetidas sobre el tiempo de embarazo y sus síntomas no son lo más jugoso de la historia. Todo lo que vino después sí. Jhosafath nació pesando 700 gramos, midió 13 cm y su madre estaba desempleada, “en la cochina calle”, como ella misma dice.

Ese año fue el bebé más pequeño de todo el Hospital de la Mujer Percy Boland, donde lo bautizaron como Pulgarcito porque entraba en la mano de los doctores y de las enfermeras.

Quien haya tenido un hijo prematuro coincidirá en que a primera vista tienen un aspecto frágil, su piel es delgada y fina, puede parecer pegajosa al tacto y a través de ella pueden verse los vasos sanguíneos. Las uñas son extremadamente pequeñas y blandas. La cabeza puede parecer desproporcionadamente grande para el tamaño de su cuerpo. Tienen muy poca cantidad de grasa y su tono muscular es muy pobre, por lo que sus movimientos son escasos y a modo de sacudidas o sobresaltos.

El 17 de noviembre se celebra el Día Internacional del Bebé Prematuro, una fecha especial para rendir homenaje a estos pequeños grandes luchadores. En la popularmente conocida como maternidad hubo actividades de festejo, pero también de capacitación a las madres porque en casi todos los casos el bebé, y más tarde el niño, deberá contar con tratamientos, cirugías y fisioterapias para alentar su buen y correcto desarrollo.

Con el corazón en la boca

“Nació y no lo vi dos días enteros. Después un médico me dijo ‘vaya, despídase, porque él no va a vivir’.” Acto seguido pidió tocarlo, entonces se lavó las manos y se puso alcohol en gel y, de pronto, la miniatura de bebé con los ojos vendados agarró ávidamente su dedo índice de la mano izquierda y se lo apretó dos veces. “Me puse a llorar, no podía hablar y me sacaron al pasillo”.

Cuando Sarina tuvo en frente de nuevo al mismo médico lo interpeló y lo contradijo: “Él (por el bebé) me dijo que va a vivir” y con una risa irónica el galeno le respondió: “¿Qué sabe usted?, nosotros somos los expertos”.

El resto de la historia fueron cinco meses, con sus días y sus noches, viendo al pequeño en incubadora. Jhosafath recorrió todas las salas de la maternidad y Sarina debió irse cada noche con el Jesús en la boca y retornar al día siguiente esperando que durante la madrugada no haya sucedido ninguna desgracia.

En el trayecto perdió la mitad de su cabello por el estrés. “Un día lo encontraba bien, al otro día lo pillaba morado porque no respiraba. Ya perdí la cuenta de cuántas veces lo reanimaron”. En ese transcurso de tiempo a Pulgarcito lo operaron dos veces, de una hernia inguinal y de los ojos para evitar el tan temido desprendimiento de retina, muy común en los prematuros porque los ojos son de los últimos órganos en desarrollarse.

Actualmente Pulgarcito tiene tres años y está en lista de espera (es el noveno) porque necesita una operación de cadera, le tienen que poner unas placas. Aún no ha conseguido levantarse y caminar, está en sesiones de fisioterapia, pero ya ha conseguido sentarse. “El doctor me dijo si usted tiene cien mil bolivianos lo opero mañana y yo solo atiné a decirle que no tenía ni para mi pasaje”, refiere Sarina.

La familia Oropeza Correa recuerda los días del pequeñísimo Nicolás | Foto: Hernán Virgo

Cuidados

Cuando el bebé nace antes de la semana 37 de gestación se le denomina prematuro. El niño prematuro nace con una inmadurez de sus órganos repercutiendo este hecho principalmente en tres funciones corporales: el control de la temperatura, la respiración y la alimentación. La criatura necesita apoyo para poder sobrevivir fuera del útero materno, siendo necesario su ingreso en una unidad específica de cuidado del hospital.

Todos los bebés ingresados están monitorizados. Los monitores dan a los profesionales de salud la información precisa y continua sobre las diferentes funciones del cuerpo del bebé. Cuando existe alguna alteración, avisan mediante alarmas de luz y sonido. Al ver a su hijo ingresado en este lugar de cuidado intensivo, es lógico que los padres se sientan impresionados por la cantidad de tubos, cables y aparatos conectados que tiene.

El frío aparente de estas máquinas impersonales se contrasta con la terapia de mamá canguro, que es lo que más esperan y ansían los padres y madres. Consiste en colocar al bebé en el pecho desnudo de la madre, favoreciendo el contacto piel con piel entre ambos. Ella (o el padre, quien también puede practicar el método) permanece sentado arropando al bebé el mayor tiempo posible. Este método ha demostrado ser una técnica muy eficaz en el tratamiento de los bebés prematuros, por lo que se recomienda cada vez más en las unidades de cuidados intensivos neonatales como complemento de la incubadora. Trae beneficios emocionales y neurológicos.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 45% de los bebés menores de cinco años fallecen, la mayoría de ellos menores a los 28 días de nacidos y esto de por sí ya es muy estresante para los padres.

Con la premisa de no dejar a las mamás solas, porque una madre informada va a colaborar muchísimo en el desarrollo de su bebé, lo va a estimular mejor y porque las batallas son largas, inciertas y duras, las madres y algunas doctoras y enfermeras de la maternidad han creado un grupo de WhatsApp, por ese medio se dan consuelo, disipan dudas, se asesoran y se vuelven más fuertes porque de alguna manera sus historias personales les sirven para inspirarse mutuamente.

“Ese medio de seguimiento no es el ideal, necesitamos un consultorio para eso, pero este grupo nos ayuda. A veces se dejan llevar por la depresión (las madres), la angustia y yo les digo que disfruten cada día del bebé porque si solo se lamentan no tienen tiempo de disfrutar de un día más. Ni nosotros sabemos cuándo va a ser nuestro último día de vida”, dice Pamela Escobar, que hace fisioterapia a los pequeños porque necesitan de estimulaciones y terapia respiratoria, además de ser miembro del comité de lactancia materna. Pamela explica: “Generalmente ellos reciben la leche por sonda, no se recomienda poner al bebé al pecho cuando tiene un peso menor del kilo y medio porque se gasta todas sus calorías y energía en succionar y no aumenta de peso”.

A su vez, la pediatra Carolina Rocha reconoce que en general las secuelas de la prematurez son grandes y graves porque la inmadurez es de todos los sistemas, de todos los órganos y del cerebro, y más adelante puede haber secuelas a nivel neurológico. Pero “el 70% de la discapacidad del prematuro se puede prevenir”.

Confiesa que lo más duro es enfrentar la realidad de que algunos van a fallecer, se haga lo que se haga. A su vez, lo más bonito es que cada bebé hace celebrar el milagro de la vida. En esa sala llena de cables y alarmas se festeja y se lucha todos los días por niños como Pulgarcito, quien hasta ahora sigue aferrándose con fuerza al dedo índice de su madre.

“Se asiste a unos 700 prematuros en el año”

Carolina Rocha, pediatra de neonatología de la Maternidad

En la maternidad se asisten unos 7.000 nacimientos al año; de esos, 700 corresponden a nacimientos prematuros. Actualmente tenemos 40 en nuestras instalaciones, que tienen la capacidad de 65 unidades (23 de terapia intensiva neonatal y el resto corresponde a cuidados intermedios y prealta).

Los prematuros son bebés de larga estadía (meses), dependiendo del peso y la patología que presentan. Son bebés que vinieron antes de las 37 semanas de gestación.

Aquí trabajamos un poco más con los prematuros extremos, que son considerados así por pesar menos de un kilo y medio. Son los más críticos y sí o sí entran a terapia intensiva.

A escala mundial la estadística de la prematurez dice que de cada 10 nacimientos uno es prematuro.

Las nuevas tendencias refuerzan que el contacto de los papás tiene que ser inmediato, si se puede. Está en boga tener una unidad de terapia intensiva neonatal de puertas abiertas, en la que el papá y la mamá puedan tener acceso las 24 horas del día.

Aquí los guardias de seguridad tienen una lista y dejan ingresar a los padres bajo medidas de bioseguridad. Ellos los pueden tocar, cargar, o hacer canguro. Estamos trabajando mucho en el neurodesarrollo, que es estímulo táctil, de voz, de vínculo. De por sí las alarmas y monitores son inquietantes, el prematuro necesita la voz de sus padres, más que de la doctora o de la enfermera.

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