Un estudio de campo permitió establecer que con buenas prácticas agronómicas se puede lograr duplicar, y hasta triplicar, la producción de papa en la región de los valles cruceños

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8 de enero de 2018, 7:00 AM
8 de enero de 2018, 7:00 AM

Quirusillas, cuarta sección municipal de la provincia Florida, es un paraíso agrícola enclavado en los fértiles suelos que se encuentran a 166 kilómetros al occidente de Santa Cruz de la Sierra. En este pueblo, en un pequeño lote prestado por el gobierno municipal, el Centro de Investigación Agrícola Tropical (CIAT) y el Servicio Departamental Agropecuario de Sanidad e Inocuidad Agroalimentaria de Santa Cruz (Sedacruz), que son brazos operativos de la Secretaría de Desarrollo Productivo de la Gobernación y con apoyo de la GIZ (cooperación alemana), realizaron un experimento de mejoramiento de papa con tres variedades que obtuvieron del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (Iniaf) de Chuquisaca. Y les fue muy bien.

Pero, antes de ingresar al detalle de este experimento, es preciso tener conocimiento de que la economía de este pueblo, fundado por los esposos Alejandro Farel y María de Holguín en 1765, está basada exclusivamente en la agricultura. Más del 90% de esta población, que supera los 2.000 habitantes, se dedica, durante todo el año, a la siembra de papa, tomate, maíz, frejol y otros productos que comercializan en el mercado cruceño. Menos del 10% trabaja en prestación de servicios.

Otro dato adicional es que el mayor cultivo de papa en esta región se da en las comunidades Filadelfia, Quirusillas, Río Abajo y Hierba Buena, que están asentadas en la zona baja del municipio. Allí son extensos los sembradíos, sobre todo en los bañados a orillas del río principal que lleva el nombre del pueblo. 
Hay un dicho popular que se suele aplicar a los pueblos que se caracterizan por sus tierras fértiles y que los pobladores lo adoptaron y lo adaptaron: “En Quirusillas se produce todo. Lo único que no se produce es lo que no se siembra”. 

Esa fertilidad quedó una vez más demostrada con el nuevo impulso que le está dando Quirusillas a la producción de la papa, donde la mayor especie que se cultiva es la Desireé, conocida también como holandesa.

Ahora, entrando al tema del experimento agrícola, el CIAT y Sedacruz  consiguieron de Chuquisaca las variedades Cardinal, Pucara y Única rosada, las sembraron en el lote municipal que está a la orilla del río Quirusillas siguiendo todos los protocolos que demanda la agricultura en cuando a controles, utilizando el método de riego por goteo, que es considerado el más adecuado, según explicó director de Transferencia y Extensión Tecnológica del Sedacruz, Ricardo Rodríguez.

A un costado también sembraron  Desireé, el tubérculo común de la región cuyo promedio de rendimiento tradicional oscila entre 20 y 25 toneladas por hectárea, de acuerdo a la observación del titular de la Secretaría de Desarrollo Productivo, Luis Alberto Alpire.

Los resultados fueron sorprendentes, hecho que demuestra que siguiendo un patrón en fertilización, riego y cuidado de plagas se puede duplicar el rendimiento de este producto.

Los resultados

La siembra, control de plagas y maleza y la cosecha de papa es una tarea onerosa, porque se realiza de manera artesanal. Pero esa es otra historia, de esfuerzo y perseverancia.

Los resultados del experimento fueron los siguientes: Pucara: 52,9 toneladas (t) por hectárea (ha). Cardinal: 46,8 t/ha. Única rosada: 39,4 t/ha.

La variedad utilizada como testigo, la Desireé, mostró que puede mantenerse muchos años más si se trabaja en el control de su desmejoramiento, que es un proceso natural que se da en plantas y animales. Su rendimiento fue 51,08 t/ha.

Evaluación

La demostración de que se puede mejorar el rendimiento con nuevas variedades precisa de una promoción y de evaluación de los niveles de aceptación de parte de los productores y de los consumidores, indicó Juan Carlos Mejía, responsable de Investigación Regional del CIAT.

“Hemos empezado con éxito, continuaremos con nuestras investigaciones científicas”, expresó Carmelo Melendres, técnico residente del CIAT en Quirusillas.
 

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