Luis Enrique Arévalo fue diagnosticado con cáncer en octubre del año pasado. Esto no impidió para que se sume a las brigadas de voluntarios y combata en la 'línea de fuego' los incendios que se tienen en la Chiquitania

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2 de septiembre de 2019, 8:34 AM
2 de septiembre de 2019, 8:34 AM

En octubre del 2018 le diagnosticaron un cáncer testicular. La noticia fue impactante para su familia y más para él, un joven de 24 años de edad que está en su última etapa en la universidad; pero esta sería una prueba que se propuso vencer.

Su nombre es Luis Enrique Arévalo Salces, un "enamorado de esta tierra" como se auto define, y que se sometió a seis sesiones de quimioterapia para tratar este mal y que espera que en un plazo de cuatro años, cuando se someta a nuevos estudios, tenga la dicha de decir que se eliminó por completo de su cuerpo.

En febrero de este año fue su última sesión de 'quimio', y al sentirse mejor, para julio planeó un viaje junto con otros amigos a la Chiquitania. Su paseo coincidió con el inicio de la emergencia por los incendios forestales, algo que obligó a que apuraran su regreso debido a las condiciones que se iban presentando.

Ya en la capital cruceña, unas semanas después, le llegan noticias de lo mal que la estaban pasando en las comunidades afectadas por el fuego y que se necesitaba toda la ayuda posible.

"No podía quedarme así, habíamos estado allí un poco antes de que se genere el fuego. Teníamos que ayudar y por eso llamé a mis amigos Óscar Román y Erwin Torrico y nos pusimos en acción. Iniciamos la campaña 'Condominios unidos' y logramos recaudar casi 5.000 kg de ayuda entre alimentos, medicamentos y materiales para los bomberos", relata.

Las donaciones coparon dos camionetas y fueron necesarias otras ocho vagonetas para llevar todos esos insumos al centro de acopio que había dispuesto la Gobernación, lugar en el que hicieron la entrega.

Pero la labor de Luis no acabó con eso, "sentí que no era suficiente", que debía hacer algo más y "me propuse ir hasta la línea de fuego". Su familia no estuvo de acuerdo con su decisión.

Su madre, Jackeline Salces,  insistía en que debía declinar en su idea pues arriesgaba su salud, ya que apenas cinco meses antes se había sometido a su última quimioterapia; pero la voluntad y su deseo de ayudar pudo más así que se enroló a una cuadrilla de voluntarios junto a su amigo Ernesto Suárez y partieron rumbo a San José de Chiquitos.

Su primera impresión fue de mucho dolor. "Yo no soy de esas personas que llora, pero estar ahí y ver las necesidades, ver como el fuego arrasó con la vegetación, eso me partió el alma", recuerda.

"Conseguimos irnos con un grupo de la Gobernación, nos sumamos a ellos para ayudar a repartir todas las cosas. Llevamos 600 raciones y yo sentía que entre las cosas que entregábamos a los comunarios, estaba mi granito de arena, me cercioré de que sean entregadas directamente a las brigadas y a las personas damnificadas", dijo Luis que a pesar de cumplir esa labor, seguía teniendo esa necesidad de hacer algo más y sin pensarlo dos veces, se fue con una cuadrilla de voluntarios hacia Taperas.

"Llegamos y casi de inmediato nos fuimos a un lugar en el que había fuego. Fue muy exigente en lo físico. Para llegar allí, tuvimos que caminar unos 4 km pero al final lo conseguimos. Estuvimos cuatro días y tres noches cumpliendo labores para apagar las llamas. También estuvimos en una serranía", comenta orgulloso Luis.

Pero al mismo tiempo añade que su tarea aún no ha terminado y que después de haber descansado algunos días en su casa y cumplido con sus obligaciones en la UPSA, tiene planeado volver este jueves a la línea de fuego para seguir aportando con su 'granito de arena' para terminar con esta emergencia por los incendios, que hasta la fecha, ha consumido más de 500.000 hectáreas en la Chiquitania cruceña.

No solo hace falta voluntad

Una vez tenido la experiencia, Luis recomienda que aquellas personas que tienen el deseo de ir como voluntarios deben saber que es un trabajo "durísimo" por lo que tienen que estar aptos. "Cada quien conoce sus límites, a parte de que la presencia masiva de gente colapsa los pueblos".

Recuerda que tuvo una experiencia con 2 voluntarias que se perdieron subiendo a un cerro para liquidar el fuego, "y perdimos mucho tiempo y energias buscándolas, cuando ellas habían decidido, por cansancio, volverse a la base".

También recomendó que aquellos que quieran hacer donaciones lo pueden hacer de manera directa al COED para "asegurarse que todo llegue a su destino y a las correctas manos".

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