Lagunillas, Cuevo y La Guardia completaron la documentación para declararse en desastre, pero hay emergencia en Yapacaní, Cabezas, El Torno, Okinawa y Buena Vista. Hay barrios cruceños en apuros

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12 de enero de 2019, 6:00 AM
12 de enero de 2019, 6:00 AM

La lluvia, que en la capital cruceña no fue tan copiosa, solo 22,2 milímetros de agua por metro cuadrado hasta las 10:00 de ayer, se hizo sentir en la zona montañosa de la provincia Cordillera, es decir, en los municipios de Lagunillas y de Cuevo, así como en sus comunidades, donde luego de una semana nuevamente causó zozobra entre los pobladores porque se rebalsaron las quebradas que se llevaron cultivos y animales de granja, y dejando más casas en peligro de venirse abajo. A este desastre se suman algunas comunidades de La Guardia, para totalizar 1.300 familias afectadas en el departamento cruceño.

De igual manera, producto de las precipitaciones en las montañas donde nacen los ríos hicieron subir el nivel de los mismos, como es el caso del Ichilo, el cual registró una crecida extraordinaria de 13,30 metros, casi igualando el récord de 2015, cuando anotó 13,60 metros. Esto propició que se aneguen las comunidades ribereñas de la provincia Ichilo, como Puerto Grether, con 15 familias afectadas, así como Puerto Abaroa, donde es imposible llegar en vehículo porque el camino quedó lleno de palizada por el turbión.

A raíz de ello, las autoridades tanto nacionales del Viceministerio de Defensa Civil, como de la Gobernación, enviarán mallas para gaviones para construir defensivos y han comprometido el envío de vituallas a las familias que lo han perdido todo como en La Guardia, que son 70, los cuales serán entregados hoy.

De los cinco municipios afectados por las inundaciones (La Guardia, Cabezas, Cuevo y Yapacaní) Lagunillas es el más afectado, pues tiene 200 familias damnificadas y donde en las próximas horas Defensa Civil montará un campamento con 25 carpas, con sus respectivas colchonetas, frazadas y víveres.

También hay tres comunas con problemas de conexión con sus comunidades por los caminos en mal estado, El Torno, Okinawa y Buena Vista, en esta última el río Surutú, que creció dos metros, dejó aislada a El Carmen del Surutú. Para restablecer la comunicación terrestre, Enrique Bruno, secretario de Seguridad Ciudadana de la Gobernación, refirió que han enviado tractores.

Bruno indicó que enviaron ayer colchones, además de una brigada de rescatistas y dos motobombas para terminar de desaguar las viviendas afectadas por las inundaciones de hace dos días en Lagunillas.

A la vez que criticó el carácter burocrático de la Ley 602, de gestión de riesgos, Bruno confirmó que solo La Guardia, Lagunillas y Cuevo han presentado su documentación para declararse en desastre municipal y así poder recibir ayuda de la Gobernación.

Previsiones

Aunque el director del Servicio de Encauzamiento de Aguas y Regularización del Río Piraí (Searpi), Luis Ernesto Aguilera, dijo que no hay ninguna alerta roja porque las que se dieron y las que vendrán son lluvias de baja intensidad, pero sí recomendó activar las alertas tempranas para que la gente no cruce ríos ni entre a trabajar en la extracción de áridos para evitar emergencias.

Asimismo, Aguilera explicó que desde el 1 de octubre de 2018 hasta el 9 de enero hubo nueve crecidas extraordinarias, de las cuales cuatro fueron en el Ichilo, tres en el Piraí y dos en el Surutú.

El viceministro de Defensa Civil, Carlos Bru, aseguró que las aguas sobrepasaron en 62 centímetros el nivel del Ichilo, ocasionando inundación en las comunidades ribereñas, tanto en el lado de Santa Cruz, como en el trópico de Cochabamba, en especial el territorio de los yuquis, de donde salieron 10 familias para pedir ayuda en Yapacaní, los que fueron alojados en el coliseo de la localidad, recibiendo atención médica y alimentación.

Desconsolado

En un camino vecinal que corre paralelo al río Ichilo, Eduardo Catalán arriesgaba su vida manejando una moto en la que pretendía llegar a su chaco en la comunidad La Conquista. Sin embargo, el agua seguía subiendo, desanimando al viajero.

“Quiero ver cómo han quedado las 50 hectáreas de arroz que tenía floreciendo. Además, me preocupa mi casero, Silvio Rodríguez, que, aunque la casa es alta, quiero asegurarme que tiene víveres”, añadió Catalán.

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