El monseñor Sergio Gualberti, arzobispo de la Arquidiócesis de Santa Cruz de la Sierra, lavó y besó los pies a personas en situación de calle, como una manera de compartir la Última Cena de Jesús con los más humildes

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19 de abril de 2019, 4:00 AM
19 de abril de 2019, 4:00 AM

En una homilía, celebrada anoche en el atrio de la catedral, el monseñor Sergio Gualberti, arzobispo de la Arquidiócesis de Santa Cruz, lavó y besó los pies a 12 personas en situación de calle, emulando el gesto de humildad de Jesucristo con sus discípulos durante la última cena. El prelado transmitió un mensaje de esperanza a la población en esta Semana Santa, señalando que el sacrifico del Señor fue para la salvación de la humanidad.

El acto litúrgico, que empezó a las 19:00, contó con la participación de aproximadamente 1.000 feligreses, entre ellos el alcalde Percy Fernández, que vivieron en directo la eucaristía y la ceremonia de lavado de los pies, un signo lleno de amor, de humildad y de servicio, que es una invitación a la sociedad para servir a las personas en situación de calle y generar las condiciones sociales para que salgan de esa precaria condición de vida.

En la jornada de ayer, el papa Francisco celebró por quinta vez una misa del Jueves Santo en una prisión, en la que lavó los pies de 12 detenidos, en Roma. “Ungimos ensuciándonos las manos al tocar las heridas, los pecados y las angustias de la gente; ungimos perfumándonos las manos al tocar su fe, sus esperanzas, su fidelidad y la generosidad incondicional de su entrega”, dijo el papa a los sacerdotes del mundo en la misa crismal del Jueves Santo.

En la misma línea, el monseñor Gualberti dijo que cada vez que un sacerdote celebra la santa misa, la comunidad tiene la dicha de revivir el misterio de amor y de cumplir el mandato de Jesús. “Jesucristo quiere dar esperanza y aliento a sus apóstoles para que no se desanimen ante su ausencia. ‘Yo no he venido a ser servido, sino a servir; les he dado el ejemplo’, dijo a los apóstoles”, remarcó el monseñor.

Fieles conmovidos

Muchas personas se emocionaron con el relato sobre la histórica última cena, en la que Jesús era consciente que era la última que compartía con sus amigos.

“Se quita sus vestiduras como para despojarse de su rango de hijo de Dios para cumplir la tarea de humildes, que era reservada a los siervos, a los esclavos. Lava los pies de los discípulos, incluso a Judas aun sabiendo que lo estaba traicionando en ese preciso momento y venciendo también la resistencia de Pedro que no entiende ese gesto y que sigue encerrado en su lógica mundana de poder y de prestigio. Cada vez que hagan esto, háganlo en memoria mía, les dijo, dejando en manos frágiles y temerosas el don de su cuerpo y su sangre. Con estas palabras Jesús instituye el sacerdocio católico, el don que perpetúa en el mundo la entrega y el sacrificio del señor para la salvación de la humanidad”, describió Gualberti ante la constricción de muchos fieles.

El alcalde Percy Fernández, acompañado por la presidenta del Concejo Municipal, Angélica Sosa; por la directora de la Defensoría de la Niñez, Rossy Valencia y por el director del SER, Joaquín Crapuzzi, comulgó de la mano del padre Estanislao Dowlaszewicz.

Uno de los escogidos

Andrés Rojas, laico que trabaja en la comunidad Camino, un centro de acogida para las personas en situación de calle, fue uno de los 12 individuos a los que el monseñor Gualberti les lavó y besó los pies.

Rojas manifestó sentirse halagado por semejante acto de servidumbre. “Fue un privilegio, un honor haber sido invitado para el lavado de los pies. Como laico, me ha tocado vivir una situación muy hermosa, en la cual el máximo prelado de la Iglesia católica de Santa Cruz se ha vuelto humilde y pasó a ser nuestro servidor. Es un mensaje muy profundo”, indicó Rojas.

La mayoría de los que pusieron sus pies a disposición del sacerdote, pertenecen a la comunidad Camino, que cuenta con dos centros: uno en proximidades del mercado Abasto y otro por el Plan Tres Mil.

“Nuestra comunidad fue invitada para que elijamos a las personas en situación de calle y a laicos que desarrollan sus labores en el centro”, expresó Rojas señalando que la tarea para recuperar a la gente víctima del alcohol y de las drogas resulta difícil.

“Son pocos los que llegan a cumplir todo el periodo de recuperación”, aseguró el laico, razón por la cual la Iglesia católica insta a los actores de la sociedad a buscar la forma de ayudar con programas sostenibles a estas personas abandonadas a su suerte.

No hubo cierre ni despedida en la eucaristía de anoche. El grupo de sacerdotes que presidió la homilía, a la cabeza de Sergio Gualberti, trasladó el Santísimo Sacramento (una pieza de oro donde se coloca la hostia) al altar ubicado dentro de la catedral hasta donde cientos de concurrentes los siguieron para adorarlo durante toda la noche, si así lo desearan.

Para hoy al mediodía se prevé la realización de la misa de las Siete Palabras y posteriormente la procesión con el Santo Sepulcro.

Misa para los enfermos

El monseñor Estanislao Dowlaszewicz, obispo auxiliar de Santa Cruz, presidió ayer por la mañana, la celebración pascual para personas enfermas, con discapacidad y adultos mayores. En su mensaje, el prelado destacó el amor y la fidelidad de Cristo “hasta el extremo”.

En una celebración marcada por la devoción de las personas enfermas, ancianas o con discapacidad, Dowlaszewicz dijo que muchas veces traicionamos a Jesús “¿Quién de nosotros no encuentra en su vida y en su conciencia algo de la historia de Judas? ¿Alguna vez no fueron sobornados o no traicionaron a Jesús? ¿O no actuamos como Pedro que lo negó diciendo: ¡no lo conozco!?”, preguntó el clérigo.

El monseñor invitó a los enfermos a tomar su cruz confiando y caminando con Jesús y a levantarse junto a Jesús: “En la enfermedad hay días cuando el dolor aumenta y no podemos aguantar más, miremos entonces a Jesús caído bajo la cruz. Él se levanta y sigue adelante porque aún queda largo camino. Levantémonos junto a Él”, instó Dowlaszewicz.

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