Los operativos del plan Mochila segura se realizan en coordinación con la junta de padres de familia, unidades vecinales, Policía y Defensoría de la Niñez. El plan se ejecuta a escala nacional con la finalidad de proteger a los estudiantes

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11 de agosto de 2018, 4:00 AM
11 de agosto de 2018, 4:00 AM

En los operativos del plan Mochila segura en cinco unidades educativas en la Pampa de la Isla en los últimos dos meses, el caso que más ha llamado la atención fue el de un menor de 14 años al que los canes de la fuerza antinarcóticos le detectaron rastros de marihuana y se evidenció que su progenitor era quien le suministraba la sustancia.

“En su celular se encontró una conversación vía WhatsApp con su padre, al que le pedía más droga porque se le había terminado”, afirmó el comandante policial del módulo de la Pampa de la Isla, Marcos Castrillo.

Ayer, en la unidad educativa. E.C., no se detectó estudiantes portadores ni consumidores de estupefacientes, pero sí a ocho con indicios de ser pertenecientes a pandillas, según la Defensoría de la Niñez, que participa de los operativos.

En los últimos dos meses, en cinco colegios en la Pampa, se detectó a cinco menores consumidores de droga, especialmente marihuana, y a 38 miembros de pandillas, detalló Castrillo.

Requisa coordinada

Los operativos del plan Mochila segura consisten en la revisión de los útiles de los escolares previa coordinación y consenso con la junta de padres, directores de colegios y Defensoría de la Niñez y Adolescencia. Además, previamente se realizan explicaciones y concienciaciones sobre prevención del consumo de drogas y de pertenencia a pandillas. Luego de esa etapa, las instituciones llegan a la unidad educativa y se despliegan por los diferentes cursos de secundaria.

Con la colaboración de los profesores se pide dejar sus mochilas en los pupitres y se hace una revisión, se hojean cuadernos y en algunos casos se encuentran dibujos con nombres de pandillas o que hacen alusión a las drogas.

En los cursos superiores los estudiantes son instados por sus profesores a dejar sus mochilas frente al pizarrón, en el piso. En ese momento, un can, ‘choquito’, olisquea las mochilas en busca de drogas.

Ayer no se halló drogas, pero se satisfizo la curiosidad de los educandos y además se les demostró la efectividad del can, colocando intencionalmente pequeñas dosis, que el perro detectaba como si se tratase de una ‘presa’ cazada.

Palabra de profes y alumnos

“No soy pandillero, no sé nada”, decía J., de 14 años al ser entrevistado por personal de la Defensoría de la Niñez y agentes policiales. Pese a sus negaciones, lo delatan las hojas de sus cuadernos donde aparecen dibujos estilizados con los nombres de su pandilla y otros en los que hace alusión a las drogas.

“Este año se inauguró el módulo educativo que triplicó la cantidad de alumnos; eso hizo que el control sea más complicado y que lleguen estudiantes que consumen drogas, están en pandillas y que buscan ‘arrastrar’ a otros”, señala el profesor Fisbiel Umaña.

Cuando se charla con los estudiantes, parece haber temor y una implícita conveniencia de cerrarse con la ‘ley del silencio’ para no delatar a los miembros de pandillas. Por eso se apela a que escriban los nombres en papeles y a otros mecanismos para identificar a los pandilleros pero sin exponer a los otros a represalias. Una vez identificados, estos estudiantes son llamados a la reflexión y también sus padres son citados al colegio para conminarlos a que ejerzan mayor control sobre los adolescentes.

“En la anterior semana convocamos a los padres de 30 chicos metidos en pandillas; solo asistieron 15, de los cuales algunos se comprometieron a controlar a sus hijos y otros ‘levantaron las manos’ y nos dijeron que hagamos lo que nos corresponda como Policía”, dijo Castrillo.

Un estudiante, que pidió no ser identificado, comentó a EL DEBER que los operativos son muy necesarios porque los pandilleros que están en su colegio además incurren en ‘bullying’, amenazando a otros con propinarles golpizas junto con sus pandillas.

Un educador agregó que hay muchachos con los que no se puede ni hablar debido a su comportamiento agresivo y que son capaces de tomar represalias hasta con los mismos profesores. “Algunos incluso vienen a clases con signos de estar alcoholizados y drogados”, asevera, mientras que el director Yerson Villegas agrega: “a un estudiante le hallamos un video en su teléfono, donde él aparecía drogándose”, por lo que aplaude este tipo de operativos, señalando que se busca proteger a los estudiantes.

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