Se da desde la plazuela 6 de Agosto de la calle Seoane, pasando por Los Pozos, hasta la plazuela Ñuflo de Chávez en la Arenales. Actúan de madrugada, en horas pico y los fines de semana. La Policía dice que si la gente no acostumbra denunciar a ladrones mayores, menos probable es que lo hagan contra niños

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31 de marzo de 2019, 4:00 AM
31 de marzo de 2019, 4:00 AM

Es un nuevo método para robar a los pasajeros de los micros: personas mayores junto con un par de niños, que pueden estar entre los 7 y 12 años, estiran sus brazos como señal para que el conductor pare. Se abre la puerta, los niños suben, los adultos se quedan en la puerta para que el conductor no arranque. Esos segundos son aprovechados por los menores para detectar algún teléfono, joya, cartera o bolsa con compras en manos de algún pasajero y, velozmente despojan a la víctima y bajan corriendo.

Los mayores que los acompañan pueden tener dos comportamientos: también salir corriendo o fingir que tomarán otro micro y que no conocen a los pequeños. “He sido testigo dos veces, en la calle Seoane y Libertad y en la 24 de Septiembre, donde aprovechan que nos detenemos porque hay semáforos; en ambas ocasiones robaron teléfonos y cuando bajan hay más niños abajo, son como una ‘pandillita’ de diez y todos corren en distintas direcciones, entonces el afectado ¿a quién va a corretear?”, comenta Nivaldo Segovia, supervisor y también conductor de la línea 29. Señala que, en otra ocasión, presenció cómo al intentar huir, un niño quedó con la mano atrapada en la puerta y fue arrastrado unos dos metros, pero los mismos pasajeros pidieron al conductor que lo dejara zafarse.

“Si los niños ‘pirañas’ no ubican a una potencial víctima, simplemente se bajan del micro y los adultos nunca suben, porque tendrían que pagar”, explica Javier Enríquez, otro conductor, testigo de este fenómeno en las calles céntricas cruceñas. Ambos conductores señalan que estos grupos se mueven a lo largo de la ruta de la plazuela 6 de Agosto y calle Seoane, pasando por Los Pozos, doblando por la Aroma hasta la Arenales y de allí hasta la plaza Ñuflo de Chávez.

Lo propio sucede cuando hacen el recorrido en sentido contrario ingresando por la calle Charcas hasta desembocar en parte del centro citadino, por la Buenos Aires. “No visten como personas en situación de la calle, por eso uno no sospecha. Es difícil identificarlos”, comenta Enríquez, mientras Segovia dice que nadie repara en ellos porque están bien vestidos y cargan sus botellas con clefa bien oculta. “Los rateros tienen esa forma de vida y deben innovar para subsistir”, dice Ernesto, un guardia de seguridad de la calle Caballero, frente a El Arenal, donde hay un grupo de personas con niños a los que identifica como ‘pirañas’. Si bien los robos en los micros, sobre todo en las zonas de comercio no son novedad, lo alarmante es que se use niños.

Para el jefe de la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP), Julio José Baldivieso, las modalidades de robos en micros son muy diversas, pero lo que es constante es que los ciudadanos no denuncian estos hechos. En la comisaría de El Arenal, los uniformados señalan que atienden en promedio cuatro casos de robos en la zona cada día (no necesariamente en micros), pero que los afectados solo quieren recuperar sus objetos y no sientan denuncia, por lo que los ladrones salen nuevamente a robar. “Si no hay la costumbre de sentar denuncia a los mayores, mucho menos lo van a hacer contra niños”, dice. Genaro Gómez, pasajero de la línea 81, señala que el modus operandi de las ‘pirañas’ es efectivo porque cuando al micro suben jóvenes los pasajeros están alertas, pero si sube un niño, están “con la guardia baja”.

Miscelánea de modalidades

Obviamente la modalidad que usan las ‘pirañas’ convive entre muchas otras estrategias de los ladrones. Desde la simpleza de jalar los bienes por las ventanas de los micros y escabullirse entre la muchedumbre, hasta los que ‘trabajan’ en grupos que confunden a la víctima para ayudar a escapar al que ejecutó el robo. Así también, hay quienes comentan que una modalidad nueva de los ladrones es ‘marcar’ los micros y las víctimas; esto lo hacen a través de personas que no pagan pasaje, los vendedores de dulces, que al bajar pasan el dato de en qué micro hay personas con objetos de valor. Son otros los que se encargan, un par de cuadras más adelante, de ejecutar los robos. De esta forma evitan tener que ‘espiar’ por las ventanas poniendo en alerta a los pasajeros, y en lugar de eso, acctuan sobre una víctima segura.

Represalias

“Si hacemos algo contra ellos, nos identifican y cualquier rato nos revientan un parabrisas y ¿a quién vamos a reclamar?, dice Enríquez sobre los asaltantes de micros. Segovia, ya lo ha vivido: “Como ya los conozco, una vez no paré y un niño sacó su cinturón y con la hebilla me hizo trizas el vidrio de una ventana”

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