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3 de octubre de 2018, 4:00 AM
3 de octubre de 2018, 4:00 AM

Cada segundo que vivimos es un momento nuevo y único del universo, un momento que nunca volverá... ¿Y cómo estamos educando a nuestros hijos? Les enseñamos que dos más dos es cuatro y que París, es la capital de Francia. ¿Cuándo vamos a enseñarles también lo que son?

Deberíamos decirles: ¿Sabés lo que sos? Sos una maravilla. Sos única. En todos los años que han pasado, nunca hubo otra niña como vos. Tus piernas, tus brazos, tus dedos hábiles, la forma en que te movés. Podés llegar a ser una gran artista o una científica famosa. Tenés capacidad para todo.

Cuando crezcás, no debés lastimar a nadie que es como vos, una maravilla. Y debés trabajar, todos debemos trabajar, para que el mundo sea digno de sus hijos.

El estímulo

Algunos de los mayores éxitos de la historia se produjeron después de una palabra de estímulo o de un acto de confianza por parte de una persona querida o un amigo fiel. Si no hubiera sido por una esposa confiada como Sofía, tal vez no habríamos tenido entre los grandes nombres de la literatura el de Nathaniel Hawthorne, novelista estadounidense conocido por sus numerosas historias de ficción gótica y romanticismo oscuro.

Cuando Nathaniel, un hombre muy acongojado, fue a su casa a decirle a su esposa que era un fracaso y que lo habían echado de su trabajo en la aduana, ella lo sorprendió con una exclamación de alegría. -¡Ahora podés escribir tu libro! –dijo triunfante. -Sí –repuso el hombre con vacilante aplomo- y ¿de qué vamos a vivir mientras lo escribo?

Para su gran sorpresa, ella abrió un cajón y sacó una cantidad considerable de dinero. -¿De dónde sacaste eso? –exclamó él. -Siempre supe que eras un hombre de talento –le dijo-. Sabía que algún día escribirías una obra maestra. De modo que cada semana, del dinero que me dabas para la casa, ahorraba un poco. Tenemos suficiente para un año entero.

De su confianza y su fe salió una de las novelas más importantes de la literatura norteamericana, La carta escarlata.

Sofía sabía que esposo era un hombre maravilloso.

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