Profesional a carta cabal. Integró las filas de la selección de básquet del departamento, fue docente, abogada y jueza de familia. Desde el retiro aporta con su trabajo voluntario

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22 de noviembre de 2017, 4:00 AM
22 de noviembre de 2017, 4:00 AM

Vivaz, enérgica, alegre, satisfecha de sus logros, de su familia, y estrenando sus 77 abriles, nos recibió en su bufete jurídico, un espacio muy bien acondicionado en el ingreso de su casa. Rodeada de fotografías, diplomas de reconocimientos de deportista, de maestra y de jurista. Olga Zambrana Lara de Villarroel nació el día de Beni, en la región de San Antonio (hoy territorio del Tipnis), en 1940. Se considera beniana hasta los huesos, pero aquí, en Santa Cruz, estudió, se enamoró y formó una linda familia, con cuatro hijos, diez nietos y un bisnieto.

Piensa en su pareja por más de 55 años y coquetamente sonríe: “Ha sido muy simpático mi esposo, churrísimo, choquito, blanco y alto; su pinta y su paciencia me enamoraron siempre”.

Deportista amante del básquet, docente por más de 30 años, paralelamente abogada y con un amplio currículum en el área familiar, esta dama, que es parte de diferentes instituciones sociales y cívicas, se mantiene firme en sus convicciones éticas y morales. Cuenta sobre sus quehaceres y aconseja a las profesionales y madres que trabajan fuera del hogar, como ella lo hizo por más de medio siglo.  

 ¿Cómo se abrió camino en la ciudad de los anillos?
Salí bachiller del liceo Mario Saielli de Trinidad, me vine aquí a estudiar y la gente me acogió muy bien. Ingresé a la Normal Enrique Finot el año en que se fundó, luego egresé y encontré trabajo en el colegio Gastón Gillaux. Conocí a mi esposo al concluir la Normal, yo jugaba básquet y él era arquero de Universidad.  

El deporte nos acercó y me ayudó mucho en los primeros años en esta ciudad; en ese tiempo, ser deportista y pertenecer a la selección departamental de básquet me abrió muchas puertas. Me casé y seguí jugando, pero tuve que dejarlo cuando nació mi segundo hijo, era difícil con el trabajo y los muchachos seguir siendo activa en el deporte, que amo porque me dio grandes satisfacciones. 

¿Cómo hizo para ejercer dos carreras a la vez?
Fui profesora del ciclo medio y paralelamente ejercía como abogada independiente; tuve un bufete por 10 años y seguía en la docencia, fui directora del Gastón Gillaux y de ahí me jubilé. Tengo los mejores recuerdos porque aún conservo a mis amigas de esos tiempos.

Al quedar sin trabajo me postulé para el Juzgado de Familia, aprobé el examen y fui nombrada jueza Primero de Partido de Familia, y con gran dolor dejé mi bufete, porque me gustaba trabajar libremente, pero deseaba conocer el nuevo Palacio de Justicia, porque tiempo atrás  había taloneado de juzgado en juzgado y entrar a ese edificio tan emblemático fue un sueño hecho realidad; entré por la puerta grande y 15 años más tarde salí igualmente, sin una sola falta, con un currículo intachable. Nadie puede decir que me manejaron, todos mis colegas me respetan y saben perfectamente cómo soy.

¿Fue una buena experiencia ejercer las leyes en esa nueva etapa de su vida?

Lo máximo fue entrar al ‘palacio’, me tocó en el piso 12; fue duro porque había mucha recarga de trabajo, pero nunca me falté. Mis hijos estaban grandes y se las arreglaban solos, creo que los abandoné un poco, al igual que a mi esposo, pero había que buscar el quinto para ayudar en casa.

Renuncié por la sobrecarga de trabajos de otros juzgados, llegaban a traerme bolsas llenas con expedientes para seguir trabajando en casa los fines de semana; era mi trabajo y mi responsabilidad. Solo había que parar. Desde entonces han pasado cuatro años.

¿Y paró?
Sí, me di mis vacaciones, viajé, estuve desligada de todo, con tanto  trabajo no conocía ni el centro de la ciudad; mi trayecto era de mi casa al ‘palacio’ y media vuelta.

En una de esas reuniones con las amigas, encontré a Elfi Aguilera, que se estaba postulando a la Federación de Maestros Jubilados, y me invitó como asesora legal. Ganamos y me puse a trabajar como abogada, pero esta vez dos días a la semana; era un equipo bonito, fue un trabajo diferente y me gustó.

También es dama cívica
Terminé esos compromisos con los maestros jubilados y me hablaron del Comité Cívico y le dije a la ‘Negrita’ (Ruth) Lozada: “ yo no soy de aquí, soy beniana”, y ella me contestó que habían averiguado que todo mi trabajo lo realicé acá en Santa Cruz, así que me presentó a las otras damas cívicas y me lancé a apoyar la candidatura de ‘Chachi’ (Jenny) Atalá. Desde el 2015 formo parte de su equipo y brindo asesoría legal en la Casa de la Mujer y de la Familia, una labor del comité en los barrios.

¿Cuál es su horario de trabajo en la Casa de la mujer?
Voy a ese lugar los viernes de 15:00 a 18:00, pero el resto de la semana estoy atendiendo los procesos en los distintos juzgados; yo me encargo de casos de familia, como divorcios y asistencia familiar.
Esos son los trámites más requeridos por la gente de los barrios y de escasos recursos. Si alguna mujer necesita asesoría legal, puede llamar al 346-4030.

¿Lo considera un trabajo?
Es un trabajo voluntario y  para mí es un trabajo social y la manera de retribuir todo el cariño de este pueblo que me acogió y me brindó tanto, a mi esposo, a mis hijos, a mis nietos y bisnieto. Además, de haber podido estudiar y desempeñarme como profesional.

¿La mamá y abuelita ahora tiene más tiempo?
Nunca he dejado de ser madre ni esposa ni abuela. Las mujeres podemos hacer todo a la vez y muy bien. Es cierto que me entregué por completo al trabajo, pero también se necesitaban mis ingresos para apoyar en la casa. Hemos formado a nuestros hijos, Alberto es ingeniero civil, Douglas es médico, Daniel es agropecuario y David, administrador de empresas;  postularon a becas y  se fueron al exterior, no los dejamos solos, siempre estuvimos pendientes. Hoy, trabajan y son independientes. 

Luego seguimos con los nietos, Olga Isabel, mi nieta mayor, se formó como abogada y la ayudé muy de cerca; igualmente no me descuido de los demás, con los que estudian en el exterior me comunico a través de internet, mes a mes les escribo una carta y les cuento todo lo que pasa por acá.

¿Cómo mantiene unida a su familia?
He instituido el jueves como nuestro día para almorzar juntos. Todos  dejan el celular al ingresar a la casa donde se efectuará el junte y conversamos, nadie se queda callado. Es un espacio para compartir y mantener los lazos de familia y así sabemos en qué andan, si necesitan ayuda o cuáles son sus inquietudes. Es una norma.

¿Qué le falta por hacer?
Estoy satisfecha con lo que hice, pero a veces me digo que no debí haber hecho tanto, en el trabajo se olvidan de los años que uno deja, pero en la labor social no, la gente lo recuerda con cariño, esa es la mayor recompensa. Estoy feliz de pertenecer a Conif, a AMUP, al Comité Cívico y a la Asociación de Abogadas. El trabajo voluntario es muy satisfactorio y hay que dedicarle un tiempito entre la locura de la rutina diaria.

De cerquita

Nació en el hogar de:
Nataniel Zambrana y Eulogia Lara de Zambrana, el mismo día de su Beni amado, en 1940.

Se casó con:
Ethelwoldo Villarroel, deportista y arquero de Universidad, hoy jubilado de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno.

Sus hijos son:
Ezequiel Alberto, Douglas, Daniel y David Villarroel Zambrana. 

Estudió:
En la Normal Enrique Finot y en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno.