Artista. Dejó fluir el arte por sus venas desde muy jovencita  y esa pasión le permite mantener la lozanía, al punto de sentirse contemporánea de sus hijos. Es música y pintora

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29 de noviembre de 2017, 4:00 AM
29 de noviembre de 2017, 4:00 AM

Una treintena de cuadros de todo tamaño cubren las paredes del amplio y acogedor departamento de Villas del Sur, una moderna edificación de cuatro plantas inmersa entre especies vegetales antiquísimas y nativas. Entrar al oasis de la artista cruceña es zambullirse en una burbuja de color y música. Un biombo de reliquia pintado alegremente, decenas de portarretratos y collages de fotos de sus progenitores y de toda su prole; todo ello danza al ritmo de un imponente arpa, un órgano y una guitarra. Todo se funde con alegres orquídeas naturales y artificiales que descansan en sendos floreros. Y como una suave brisa de optimismo se pasea la grácil dama que es autora de cada detalle de su blanca morada a la que le pone sonidos y colores a cada instante.

Siempre amó la música, aprendió a tocar instrumentos leyendo partituras y otras veces 'de oído', y vivió transmitiendo a su progenie el amor por los sonidos, pero cuando ellos volaron del nido, se sintió sola y despertó una nueva pasión en su ser. Sus manos volaron hacia los pinceles dejando el arpa, el piano y el acordeón en silencio.

“Me considero primero música y luego pintora, al fin que todo es arte, eso me llena y satisface; no creo ser famosa, solo una mujer enamorada de lo que hace y hará hasta el último día”, afirma sin dejar de enseñar una blanca sonrisa que armoniza con ese par de brillantes ojos verdes. 

 Vive en medio de imágenes plagadas de recuerdos, ¿todas son sus creaciones?
Las pinturas son todas mías, de la sala, de la cocina, de los dormitorios, de mi jardín interior, del pasillo y de mi taller; y las fotografías son de mi familia. 

Tengo ocho hijos, 24 nietos y ocho bisnietos. Una maravillosa y gran prole. Cada imagen tiene una historia y al verlas vuelvo a vivir ese instante que la vida me regaló.

 ¿Cómo nace el amor por la música?
Comencé con un piano de un tío y cuando él viajó al sur del país decidió venderlo, quedé triste y a mitad de mi aprendizaje. Tenía 12 años más o menos y mi maestra me dijo que era una pena que deje la música porque me consideraba muy talentosa.

Me casé de 17 años y tenía esa espinita por seguir estudiando música; con los años conseguí otra maestra, esta vez para que me enseñe a tocar acordeón, compré el instrumento en el pueblo y lo llevé a la quinta donde vivía con mi esposo. Hasta allá iba mi maestra y le contagié el gusto a mi segundo hijo. No teníamos muchos recursos, así que media hora me daba instrucciones la maestra a mí y media hora a Carlitos. 

Cuando nos vinimos a la ciudad, antes de tener casa, estuvimos donde mi suegra y sus vecinas eran unas señoritas que tocaban arpa y quise aprender. Este es un instrumento muy fácil porque se toca de oído y  tengo buen oído para la música. Después con tantos hijos no tenía tiempo, así que en mis noches de descanso me relajaba con la guitarra.

A mis 36 años tenía mis ocho hijos nacidos y era un gran trabajo atender  a tantos muchachos, pero me daba tiempo para mi eterna pasión, la música.

¿Cómo llegó la pintura y se adueñó de su vida?
Yo no sabía ni agarrar un lápiz,  siempre fui música. Un buen día  se fueron todos mis hijos a estudiar, los ocho. Me dije: “¿Ahora qué hago?”. Y pensé que me gustaría aprender a pintar, me puse a buscar maestras y como me interesaba pintar en tela empecé con los tapetitos y servilletas. Pero quería pintar algo más grande, así que le llevé a la maestra un mantel de dos metros y medio, ella se sorprendió, porque nos enseñaba lo más fácil, calcando la figura que se iba a matizar.

Pinté manteles para mis amigas y les vendía, se convirtió en una fuente de ingresos; luego pinté en seda, para vestidos, chalinas y pañuelos; de ahí fue un paso a los cuadros.

¿Quiénes fueron sus profesores en esta nueva diversión?
Soy muy alegre y quería plasmar mi alegría en los cuadros, empecé con óleos sobre lienzo. Mi primer cuadro se llama Niña en la ventana, es una copia de una obra de Rembrandt; así empecé con el profesor José María Payno, aprendí mucho con este gran artista y docente de artes plásticas. Inicié con obras de pequeño tamaño.

Me fue agradando la pintura, me absorbió y fui dejando la música. Esta nueva forma de manifestación artística le dio a mi vida otro sentido, así escapaba de los problemas de la familia, de la casa y otros sufrimientos como la pérdida de mi hijo Eduardo. Encontré un escape a todo color.
Cuando ya no quise copiar me fui a estudiar con el maestro Roberto Valcárcel, un artista completo que transmite su sabiduría sin egoísmos. El profesor Payno tenía muchas alumnas, así que le despejé el salón y subí una gradita más. Quería crear y crecer. 
Hace como tres décadas que me dedico a la pintura al óleo, acrílico, collage, pastel y cerámica.

¿Dónde ha expuesto?
Tengo más de 30 exposiciones en nuestra ciudad, la última vez fue en el Centro Cultural Santa Cruz, fueron 70 cuadros y me dejó extenuada, así como a mis hijos, que me dijeron que ya pare y deje ese trajín. No he estado en ningún departamento del país, solo salí una vez al exterior, expuse en Miami (Estados Unidos), porque mi hija, que es música, me invitó a compartir su espacio.  

He contagiado a mis hijos este amor por el arte, mi hijo mayor es fotógrafo, el segundo estudió música, pero no se dedicó a ello, y una de las mellizas es pianista. 

¿Qué es lo más importante que ha hecho por usted el arte?
Cuando mi hijo partió, creí morir, el dolor es tan grande que uno también muere un poco, así fue por dos años; pintar me ayudó a salir de ese pozo y comprendí que la muerte no tiene retorno y hay que seguir viviendo. Volví a recuperar mi alegría y seguí pintando poniéndole color a mis días.  
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El artista plástico Roberto Valcárcel, su maestro, describió su obra como una muestra de valor y un ejemplo de liberación, porque son cuadros muy osados en cuanto al uso del color y al manejo de texturas que denotan decisiones profundamente meditadas.

Así emergí de la pompa fantástica de la artista de divinos ojos verdes y no pude evitar sonreír por el baño de optimismo, color y belleza que me contagió al compartir sus memorias, así como el humeante café con tortillas, miel y queso que deleitamos en una pausa de esa tarde primaveral de amena tertulia.

Perfil

Es hija de
Virgilio Suárez Roca (+) y Rogelia Montero Aguilera (+) 

Nació en
Una quinta denominada El Valle, ubicada a seis kilómetros de la capital cruceña, sobre la carretera al norte. Hoy séptimo anillo de la avenida Cristo Redentor

Su esposo fue
Hermes Justiniano

Sus hijos son
Hermes, Carlos, Eduardo (+), Luis Alberto, María Roxana, María Olivia, Julio César y Gloria Marina Justiniano Suárez