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15 de noviembre de 2018, 4:00 AM
15 de noviembre de 2018, 4:00 AM

Las voces herederas de la democracia nacimos en tiempos de No dictadura y ello conlleva grandes implicancias, responsabilidades éticas y estéticas, desde las cuales escribimos, consciente o inconscientemente. Estamos en esta cronología y el útero de la democracia donde se vota, se bota leyes cual migajas en el bosque, veremos cuáles botas de siete leguas sacan de la olla la comida del ogro que nunca se sacia, y qué pajaritos se comen las migas de pan que dejaron en los bosques de la libertad a las niñas insostenibles por el postulado familiar [ustedes jueguen en estos corchetes y los bosques ‘idiomaticosincráticos’ que mejor le resuenen con las piedras de su río, y sonrían].

Las herederas de la democracia son escritoras que encuentran su genética y corpus literario en la imaGEN, sus cuerpos físicos nacieron en los años ochenta, han vivido en los genes de la imagen desbordando la palabra, el idioma, y dado el contexto de la sociedad de la información, tecnologías de la comunicación, se entrecruzan las lenguas, los códigos, dialogan las artes, como lo hicieran en las vanguardias, pero esta vez desde la hipertextualidad y la hiperrealidad, superando el caleidoscopio.

En este contexto informacional donde lograr conocimiento es todo un reto lector intratextual e intercultural, las nacionalidades se diluyen, volviéndose acaso un absurdo, a lo Beckett en Esperando a Godot.

Entonces, se establecen vínculos desde la IMAgenética que activa caminos distintos y a la vez heredados por autoras como María Josefa Mujica, Hilda Mundy, Adela Zamudio, Yolanda Bedregal, Emma Villazón, mujeres escritoras que derribaron con su coraje y la genética de imaginar un mundo libre de opresión, liberaron esos mundos en su poética, los plasmaron en cada palabra, en la sintaxis de su escritura y de su vida forjaron la libertad que hoy hemos heredado, además fungieron de profesoras, de radialistas, de secretarias, para ganar espacios, para ser escuchadas con más atención, unas tuvieron más batallas que otras, pero las batallas interiores, las de la genética del coraje, las sostuvieron todas, y salieron victoriosas.

Hoy en día, hay una generación de voces poderosas tejiendo Latinoamérica, entre ellas Margarita Bustos con su poemario Existencial (es), en el cual plantea la máxima pizarniana: el silencio es de oro, y desde allí destila el veneno de los sonidos cuando la sangre gotea lo callado que encallece la garganta, en sus poemas están las sílabas de poetas como Elvira Hernández, Soledad Fariña, Malú Urriola. Existencial (es) se configura desde los signos de puntuación que significan, lo cotidiano, la ciudad, la imagen de la sonrisa entrecortada y el grito que no será más silenciado, los exilios de la casa y los países, el éxodo de familias, los autoritarismos en el hogar, la voracidad de Chile comiéndose a sus propios hijos, muchos países son cantados en la voz de la poeta Margarita Bustos, hay en su poesía la huella de la sombría realidad política mundial combinada con humor.

La poética de Margarita Bustos reflejada en Existencial (es) dialoga con la voz estética y ética de mujeres de la literatura boliviana, chilena, uruguaya, del siglo XX, siglo XIX y las Liberoamericanas de este siglo, se teje una herencia en tres siglos, teje a todas las mujeres en un sustantivo esencial: el coraje, de las voces poÉticas del continente latinoamericano que cada vez desbordamos más, y se nos sale del mapa, la letra, la caligrafía.

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