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28 de agosto de 2019, 4:00 AM
28 de agosto de 2019, 4:00 AM

El fuego es hoy el peor enemigo, porque tiene las condiciones de propagarse y tragarse todo lo que encuentra en su camino. Animales silvestres, tierra fértil, vegetación, oxígeno, biodiversidad, humanidad en el amplio sentido.

Hoy la devastación de más de un millón de hectáreas en Santa Cruz es producto de varios factores, pero fundamentalmente de quienes, ignorantes, abusan de la confianza e invaden los límites de la racionalidad, el control y el cuidado básico de la tierra y el medioambiente.

Por un lado, las consecuencias se verán pronto, y por otro habrá que esperar más de un siglo para recuperar algo de lo que fue, porque la vida que se fue, no volverá jamás. Antes de encender el primer fósforo “para limpiar”, como un culto al fuego, sean responsables de la tragedia tóxica e infalible que se comete.

La tragedia de la Amazonia parece un propósito del presidente brasileño, Jair Bolsonaro. No solo rechazó la ayuda de los poderosos países que conforman el G-7 sino que en forma soberbia los mandó a forestar Europa y les advirtió que quien ofrece ayuda esconde alguna intención poco amable.

Pero además se burló de la esposa del mandatario francés demostrando su falta de educación y humanidad. Internamente fue criticado por líderes políticos, intelectuales e instituciones de todo Brasil, que le piden en marchas y todo tipo de manifestaciones que apague el Amazonas en llamas. ¿Se creerá el dueño? Detrás se observa un modelo de desarrollo basado en la extracción de recursos en detrimento de la madre tierra.

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