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6 de febrero de 2019, 4:00 AM
6 de febrero de 2019, 4:00 AM

El Estado debe poner durante estas dramáticas horas el foco en una movilización total para auxiliar a los damnificados por las lluvias, las crecidas de ríos y los deslizamientos, sobre todo en las rutas más endebles. En Caranavi lamentablemente sumaron los muertos. También hay mucha preocupación por la crecida del Pilcomayo, en el Chaco y en la frontera con Argentina. Como en años anteriores, Beni comenzó a padecer el embate de las inundaciones. Rurrenabaque y Reyes son las primeras zonas golpeadas. La respuesta es reactiva, aunque se sabía desde el año pasado que El Niño haría estragos en Bolivia. No sabemos aún si lo peor está por suceder y esperamos que el fenómeno natural sea lo menos destructivo. Para mitigar su paso y atender las emergencias, se requiere una coordinación entre el gobierno nacional, los departamentales y los municipales, más allá de sus diferencias políticas. Los ministerios de Obras Públicas, de Salud, de Educación y de Economía deben garantizar un trabajo integral, que implique auxilio, monitoreo de vías, de ríos, de las clases y de servicios sanitarios.

Aunque es bueno que el presidente y las autoridades muestren en los casos de desastres la cercanía y empatía con la gente, la presencia física no es una condición para la eficiencia. De todos modos, ayuda que los líderes muestren el camino de las prioridades y la atención de los damnificados es ahora la primera.

Mientras Evo Morales pedía en el inicio del año escolar a los estudiantes que “no copien”, en la U pública se destapó un sistema “propio de agentes secretos” para engañar en el examen de ingreso. Con lo de Anapol y este caso se corrobora la gravedad de males como la estafa o el fraude, incrustados en nuestra cultura que nos hace mediocres.

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