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15 de marzo de 2018, 4:00 AM
15 de marzo de 2018, 4:00 AM

Parece que estamos en temporada de enterarnos de confesiones gubernamentales de talla mayor. El vicepresidente le confesó, muy suelto de cuerpo, a un periodista en plena entrevista que le causaba gracia que los bolivianos seamos tan ingenuos de pensar que ellos estarían dispuestos a rifar la candidatura de Morales por el apego abstracto a una norma.

Pocos días después nos enteramos de que Evo Morales le había confesado ni más ni menos que al presidente del Gobierno español, que la postura anticolonialista del MAS es solo discurso, algo que hay que repetir para darle gusto a la gente.

Esto es verídico y, aunque usted no lo crea, no es un invento de la embajada americana. El episodio lo contó públicamente el propio Zapatero en un evento en España en el cual supuestamente le estaba dando apoyo a su amigo del Tercer Mundo para que pueda reelegirse indefinidamente, por encima de la Constitución y de la voluntad del electorado boliviano (me gustaría ver qué es lo que le hacen si propone lo mismo para su país).

Digo supuestamente porque me cuesta entender cómo puedes deschapar a alguien tan feo, si supuestamente le estás queriendo hacer un favor. Relata el impresentable Zapatero con lujo de detalles, que cuando estuvo en Bolivia, en 2015, su amigo Evo lo llevó a un acto en el que un dirigente del MAS “…tomó la palabra e hizo un discurso contra España y contra el colonialismo, terrible. Yo estaba allí sentado… era presidente de España, y dije: presidente, esto se está pasando…”, a lo que Morales le contestó: “No te preocupes, esto es habitual aquí, pero nadie hace caso, esto ya lo sabemos. Hay que decirlo, pero nosotros y yo, presidente, quiero a España”. 

Esta es otra prueba de que el presidente es un impostor y un demagogo, capaz de decir y hacer cualquier cosa para su beneficio político, pero la prueba que realmente confirma que la postura anticolonialista y antiimperialista del Gobierno no es más que una cantaleta, es la manera en que Evo Morales les ha vendido el país a los chinos.

Los imperialistas yanquis pasarán a la historia como unas ‘madres clarisas’, comparados con la voracidad de los capitales transnacionales chinos que han arrasado Bolivia, gracias a una deliberada política del MAS, que, a cambio de los préstamos y de la fluidez fiscal a cualquier costo, ha permitido, entre otras cosas, la explotación indiscriminada de recursos naturales.

El sometimiento consciente y premeditado a los capitales chinos ha estado en muchos casos ligado, además, a negocios poco transparentes vía invitaciones directas, que han beneficiado y potenciado a autoridades y grupos corporativos ahijados por el Gobierno. Colonialismo en serio, para decirlo claramente.

Por eso cuando Evo Morales deje el poder, la sociedad tendrá que exigir la creación de una agencia multidisciplinaria especial o incluso un superministerio dedicado exclusivamente a controlar las inversiones y el comportamiento de las empresas chinas.

Esta instancia extraordinaria, después de auditar a fondo la manera en que entraron los capitales chinos en estos años, deberá hacer un seguimiento día a día a las empresas chinas para que cumplan rigurosamente todas la normativas ambientales, impositivas, laborales, etcétera, expulsar inmediatamente a quienes se hayan acostumbrado al abuso permitido por el MAS, y, por supuesto, garantizar a ultranza la
seguridad jurídica de las empresas chinas que operan de acuerdo a la ley.

Los chinos no son nuestros enemigos; los enemigos son en definitiva los impostores que han entregado el país silenciosamente al nuevo imperialismo, y que hoy deben seguir mintiendo descaradamente para sostener un discurso vencido por la realidad.

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