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25 de enero de 2018, 4:00 AM
25 de enero de 2018, 4:00 AM

Podemos fácilmente imaginarnos a Evo mirando tenebrosamente a sus ministros ante semejante alboroto nacional en coro general. Y sin implicación de los partidos de oposición y con el dolor mal disimulado de que haya sido un movimiento 100% ciudadano que tuvo una convocatoria  masiva y nacional que parecía extinta. Es que es casi ¿incomprensible? que hubieran redactado un código penal que, aun conteniendo 600 artículos buenos, hayan bastado aberraciones solo en 10 para autodestruirlo, cabiendo especular que: fueron demasiado confiados en que ese aplastamiento mental del boliviano luego de 12 años de dominio con decenas de protestas contra atropellos para que no se les  moviera un pelo, derivaría en una ley inadvertida; o simplemente se trató de  una horrorosa mala praxis del MAS no tanto por no socializar el código (en realidad, eso es cosa de técnicos), sino por los niveles de negligencia parlamentaria en su elaboración. 


La leche se les derramó y en el escenario peor: el rechazo, con mayor porcentaje al del referendo del No, al fallo absurdo del TCP. Claro, eso no privó a los de siempre, más otros cuantos, de que defiendan lo indefendible, empeorando la patética imagen que ya venían dando. 


Aparentemente este curioso fenómeno (el autodespojo de sensatez de los masistas más confiables) expresa su necesidad, quizás de aquellos con menos posibilidades para sobresalir personalmente, de mostrarse ante el jerarca como los más comprometidos con el proceso de ‘cambio’, a cambio de su permanencia o ascenso político: da la impresión clara de que podrían hasta inmolarse amarrados a la bandera de Evo sin que importe la inescrupulosidad necesaria para estos casos. 


Por supuesto que no podía faltar la participación de nuestro vicepresidente a la hora de desacreditar, con muy poca ‘ilustración’, lo que sucedía en sus propias narices: ¡escogiendo y leyendo los mensajes racistas de Facebook! La imagen de estos es indecorosa, dicho amigablemente. Y representa una victoria, no tan difundida ni comentada, que las actuales, pasadas y venideras movilizaciones se hayan ejecutado apenas vía redes sociales, sin patrocinadores, donde descolló la declaración (en alta revolución) de un piloto cruceño en el Dakar.


Por eso se puede apuntar que marchó el cansancio ciudadano ante un gobierno que estuvo habituado a hacer todo a su antojo... y que no había tenido tanto miedo como el MAS imaginaba. 

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