Opinión

Volver a los 17…

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4 de julio de 2019, 4:00 AM
4 de julio de 2019, 4:00 AM

Por honestidad intelectual me sincero con los lectores, con quienes he compartido mis sinceras preocupaciones sobre la realidad política y social. A la luz de este ejercicio que intenta alimentar la reflexión colectiva, he optado por comprometer mi apoyo activo a Comunidad Ciudadana (CC) y enfrentar los desafíos de la compleja y desigual disputa electoral. No es fácil abandonar la zona de confort, pero yo me impuse el designio de vivir en democracia, el análisis de la realidad como objeto de estudio no es el camino.

Lo hago convencida de contribuir a neutralizar la tóxica influencia que, sobre el avance democrático tiene el entramado de prácticas amorales y el autoritarismo corporativo y clientelar prohijado por el MAS. Lo hago tras 14 años de desvincularme de la militancia partidaria de toda una vida en el MIR, que es emblema de la generación de la democracia. Atesoré experiencias convertidas en lecciones aprendidas.

Lo bueno, lo malo y lo feo del espinoso, pero apasionante oficio de la política, dejaron una huella indeleble en nuestras vidas. Desde 2006 observé y compartí mis temores  respecto al rumbo de un “proceso de cambio”, que sedujo tras el colapso del sistema de partidos que precedió la victoria inédita de Evo Morales. Hay coincidencias curiosas, a mis 17 años pasé de la intuición a reafirmar una vocación política como destino personal.

Ocurrió al presenciar un trascendental debate en el Parlamento Canadiense y de acercarme al movimiento pacifista y feminista de los 70. 30 años más tarde, tuve el privilegio de visitar Ottawa y su parlamento en condición de congresista boliviana. Hace días asumí, junto a otros ciudadanos, jóvenes en su mayoría, la condición de delegada territorial del Distrito 17 de la ciudad de La Paz, sin descartar mi aporte a otras tareas en mi departamento natal, Cochabamba. Reconozco las dificultades, aciertos y debilidades que rodean a la construcción a marcha forzada y bajo fuego cruzado de CC. Hacer campaña implica transitar por un sendero vertiginoso, tortuoso y sucio, también lúdico, donde el mensaje, alimente el “ajayu” de la comunidad y contagie alegría y esperanza. Seguiré con la columna, no desde la soledad del Faro sino desde el llano. La circunstancia es propicia. Evoco la canción de Violeta Parra. Este retorno, es como “volver a los 17 después de vivir un siglo…”.

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