Opinión

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Vergonzosa campaña en la Uagrm

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19 de noviembre de 2018, 6:00 AM
19 de noviembre de 2018, 6:00 AM

Una muestra de cinismo y desfachatez es lo que se ha visto en las últimas horas a través de las redes sociales durante una de las campañas electorales de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Ese oprobio no puede ser visto como un hecho aislado, sino como una penosa muestra de que no terminan de darse los cambios de fondo en esa casa de estudios superiores.

Este martes habrá elecciones en la Uagrm. Unos 80.000 estudiantes y 1.500 docentes van a ir a las urnas para elegir a los miembros del Ilustre Consejo Universitario (ICU); consejos facultativos y de carreras, así como dirigentes de la Federación Universitaria Local (FUL).

La infraestructura universitaria está llena de basura electoral. No faltaron los candidatos que pretendieron dar prebenda a través de regalos de peluquería a las estudiantes, hubo musicones dentro y fuera del campus y también denuncias de corrupción de unos postulantes contra otros. El extremo de esta oprobiosa gestión en busca de votos fue el ‘perreo’ (baile erótico) protagonizado por estudiantes que aspiran a ser dirigentes (referentes) del estudiantado. ¡Qué vergüenza para la comunidad moreniana!

Se extrañaron propuestas de fondo, alternativas que permitan demandar un mejoramiento de la calidad académica o la producción de conocimiento e investigaciones. Aunque no es bueno generalizar, las candidaturas parecen ser más de lo mismo y malo que es la práctica política en el país; la degradación del adversario, la prebenda, el show para captar votos.

Esa situación espanta porque estamos hablando de lo que debería ser un templo del saber, un referente para la sociedad, el espacio donde se forman los profesionales que muy pronto van a conducir el destino de la región y del país.

Frente a esta lamentable situación, no alcanzan las medidas reactivas, porque todos son parte del problema. Lo concreto es que esos hechos siguen ocurriendo, aún después de haberse realizado el congreso universitario donde se suponía que se iban a generar las transformaciones de fondo de nuestra casa de estudios superiores.

Sin duda, en la Uagrm hay docentes y estudiantes que rechazan estas prácticas. Son ellos quienes deben cuestionar y demandar transformaciones. La autonomía universitaria no debería ser un óbice para que instituciones profesionales, cívicas y ciudadanas expresen su censura a estos hechos. Si bien esta universidad tuvo un largo y calmado debate para reformar sus estructuras, será necesario que la sociedad muestre su malestar para así arrancar el cambio que tanto se necesita.

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