El Deber logo
21 de enero de 2018, 4:00 AM
21 de enero de 2018, 4:00 AM

La sentencia del Tribunal Constitucional aceptando la nueva repostulación del binomio Morales-García, sumado luego a la promulgación del Código del Sistema Penal (CSP), trajo consigo algunos hechos fácticos que seguramente ocuparán páginas de la historia contemporánea.
El primero de ellos fue la protesta de los médicos que valientemente salieron a las calles observando que el artículo 205 del CSP vulneraba sus derechos y criminalizaba la práctica profesional. A muchos, incluyendo al Gobierno central, les pareció que se trataba de una simple y minúscula reacción interesada que pretendían proteger la negligencia médica, a sabiendas que no era así. La felonía del aparato estatal llegó a definir a este grupo profesional como “mercaderes de la salud”.

De pronto, este supuesto e ‘insignificante movimiento elitista’, por su bravura y tenacidad comenzó a ser escuchado dentro y fuera del país. Diferentes sectores y grupos sociales empezaron a interesarse por la lectura de la denominada ‘ley guillotina’, simulando el periodo del terror en la época de Robespierre. De pronto lo que empezó como la ‘primavera a la boliviana’, asemejándola a la de los países árabes, se teñía de pronto con un diáfano color blanco. Surgía así una nueva esperanza y el despertar de las reivindicaciones democráticas de un pueblo que mayoritariamente se sentía amordazado por la injusticia, el amedrentamiento, la fuerza y la violencia.

De otro lado, con mucha tristeza el pueblo boliviano observó la censura de varios canales de televisión y radios comerciales que contraviniendo la Constitución (Art. 106) se negaron a presentar un spot del Colegio Médico, que reclamaba diálogo con el Gobierno central. ¿Era por miedo o por conveniencia económica?  En ambos casos, qué paradoja, los que dicen defender la democracia y se aferran a la Ley de Imprenta, destellaban de momento en los propios amordazadores de la libre expresión y de pensamiento, sin advertir que el mismo CSP les coartaba estos mismos derechos (Art. 309 al 311).      

Otra verdad develada fue el triste papel que jugó la oposición en la Asamblea Legislativa. ¿Cómo es posible que se debata una ley durante meses, primero en comisión, luego en sesión plena en ambas cámaras legislativas, leyendo artículo por artículo, primero en grande, luego en detalle y finalmente en revisión, sin un reclamo permanente, no esporádico? Sólo recuerdo la denuncia de una valerosa diputada cruceña que nos alertó respecto al delito de participar en marchas de protesta. Sabemos de la historia sobre la mayoría de los 2/3, pero ¿alguna vez hicieron conocer a la opinión pública un Código alternativo al del MAS? Solamente ahora se declaran en huelga de hambre una vez aprobada dicha ley. 

De otro lado, para el sector empresarial ´pescar en río revuelto’ podría ser el titular que encabece la noticia respecto a la liberación de la exportación de ciertos productos, dictado con el único propósito de dividir al movimiento social regional y evitar el apoyo al paro ciudadano pasado; sin embargo, el tiro salió por la culata. Algo que en justicia se reclamaba no lo habían conseguido durante años. Lo que sin duda aumentarán las divisas en el país y aliviarán los costos de los agropecuarios se lo deben al movimiento cívico que iniciaron los mandiles blancos. Sin su protesta no hubieran conseguido este objetivo. Una de cal y otra de arena fueron los comentarios sobre dicha crónica.
Finalmente, el paro ciudadano del pasado jueves fue contundente, más allá de las voces agoreras  camufladas por servidores públicos.

El mismo pueblo (en todo el sentido de la palabra) se apropió en cada barrio de su calle para decir al país entero que esta medida no era un desfile ni cualquier ‘precarnavalera’, era una protesta pacífica emergente diez años después en defensa de la democracia, hoy digna de recordar. Fue un testimonio de fe por la propia dignidad y la esperanza de cada elector.  Es la constatación de creer en uno mismo, antes que otros decidan por nosotros. 

Tags