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11 de noviembre de 2017, 4:00 AM
11 de noviembre de 2017, 4:00 AM

El Comité Cívico pro Santa Cruz es probablemente la institución cruceña de mayor incidencia política del siglo pasado e inicios del actual. Como es de conocimiento público, el 30 de octubre celebró su 67.º aniversario, y en el marco de esa celebración distinguió a past presidentes, autoridades y empresarios, lo que es destacable porque es importante reconocer a quienes aportan a nuestra región. 
Sin embargo, una de estas distinciones generó cierta polémica: la realizada al actual alcalde de nuestra ciudad. Y no precisamente por el hecho de que sea una autoridad política, ya que los buenos políticos merecen también el reconocimiento de la población y de sus instituciones. La controversia se generó porque el Comité manifestó oficialmente en varias oportunidades su posición contraria a la posibilidad de que se modifique la Constitución para permitir la reelección indefinida de autoridades. En cambio, el alcalde distinguido ha expresado varias veces su apoyo a la modificación de la Constitución con fines reeleccionistas.

Para ser merecedor de algún reconocimiento se deben tomar en cuenta todos los aspectos que hacen a la conducta ética y moral de los ciudadanos. Para reconocer la trayectoria de alguien no es menos importante el qué hace del qué hizo. Importa el pasado e importa el presente. Si el Comité premia hoy a quien está a favor de que se vulnere la Constitución, será poco creíble mañana, cuando defienda el respeto a esta misma Constitución. Tiene que haber coherencia entre lo que uno dice y lo que hace.

El Comité ha sido una institución decisiva en la historia del pueblo cruceño. Entre otras muchas cosas, se le debe, en parte, que el gobernador y alcalde sean electos por los propios cruceños y no impuestos desde el centralismo; sin embargo, justamente ese logro, que desplazó la representatividad hacia las autoridades electas, ha llevado a que hoy el Comité busque un nuevo papel en la sociedad. 

En su discurso, el presidente cívico planteó la necesidad de unidad entre cruceños, como ocurrió en los inicios de la institución, en los años 50. Para lograrla es fundamental que esa unidad se construya sobre la base de principios, cumplimiento de las leyes, defensa de la democracia y, sobre todo, respeto a la voluntad popular. Si el Comité decide asumir el desafío de construir esa unidad, es imprescindible que también adopte una posición clara, coherente y sin contradicciones. 

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