Opinión

Una tribu contra los linchamientos

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5 de febrero de 2018, 6:19 AM
5 de febrero de 2018, 6:19 AM
Todo empezó como empiezan todos los sueños. Como algo pequeñamente grande. Fue en la sala de un hotel del centro de Madrid donde escuché la voz vigorosa de Mabel Lozano que dijo que sí, que a Tribus de la inquisición, la crónica que escribí y había conquistado el Premio Rey de España de Periodismo, la llevaríamos al cine, a ese territorio mágico donde navega con sus dotes de artista comprometida con la realidad sin maquillajes, para recorrer los peores territorios con su mochila de trotamundos, bajo el único pretexto de inmortalizar la vida en carne y hueso y la muerte en viva presencia. No sabíamos a qué puertos nos llevaría meternos en las aguas mortales de los linchamientos, donde seis jóvenes fueron quemados en junio de 2013 en la plaza de Ivirgarzama, un pueblo de Bolivia que también es conocido por formar parte del territorio productor de la hoja de coca y del narcotráfico.


Meses después Mabel Lozano llegó a Bolivia para meterse en el estómago de la bestia. Lo hizo arropada del equipo de producción que ya sabía sobre los entretelones que se ocultaban en el escenario de la barbarie. Así, rodábamos de día y nos íbamos a dormir a otro pueblo, para no despertar la curiosidad de quienes pudieran sentirse incómodos. A pesar de la prudencia, fue en el cementerio, donde está enterrado Roberto Ángel Antezana, el primero de los dos  jóvenes linchados que murieron como efecto de los golpes y de las quemaduras, donde aparecieron las preocupaciones. Los vecinos salieron de sus casas, preguntaban a qué habíamos llegado, por qué teníamos cámaras y especulaban que éramos profanadores de tumbas… Sabíamos que ese era uno de los casos en los que era aconsejable rodar y mandarse a cambiar.


En el rodaje, muchas voces rompieron el silencio. Voces que palpitan en el documental. Un documental que a estas alturas ya marchó con su mochila al hombro por muchos festivales de cine de los continentes, recogió varios premios y fue nominado a los consagrados Premios Goya 2018 en la categoría de mejor cortometraje documental. Con todo ello, Tribus de la inquisición es un corazón que palpita en la palma de la mano, en la mirada de todo aquel que ha entrado en su mundo a través de la crónica, de la pantalla grande y de usted amigo lector que se ha sumado a esta gran cruzada para aborrecer los linchamientos, esa supuesta justicia por mano propia, ese ojo por ojo y diente por diente que, como todos los asesinatos, es inhumano y cruel.
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