Opinión

Una tormenta que desnuda debilidades

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4 de enero de 2018, 4:00 AM
4 de enero de 2018, 4:00 AM

Un temporal de alta intensidad que duró más de 19 horas causó un desastre en Santa Cruz de la Sierra y en otras ciudades aledañas, con un saldo lamentable de varias personas muertas, miles de damnificados y enormes destrozos en la infraestructura pública.

Aunque detrás de este fenómeno pudieran estar las consecuencias del cambio climático, está claro que ha desnudado la vulnerabilidad de la mayor urbe de Bolivia, el colapso de su sistema de desagüe pluvial y los efectos de la acción humana sobre el medio ambiente en el que conviven más de dos millones de personas.

Se dio, en este caso, la tormenta perfecta. Un evento extraordinario: llovió 261 litros por metro cuadrado, es decir, todo lo que debía llover durante el mes de enero. Sin embargo, frente a esto, los canales de desconcentración de aguas demostraron su incapacidad para evitar graves inundaciones en diversos puntos de la ciudad. En varios barrios los canales fueron superados lo que generó destrozos importantes en casas y edificios aledaños.

Lo ocurrido en el túnel del cuarto anillo en la zona El Trompillo señala que dicha construcción no fue realizada por la Alcaldía local con la previsión suficiente como para garantizar la salida de grandes cantidades de agua. La situación de los barrios periféricos es igualmente grave, donde los asentamientos ilegales complican la provisión de servicios de alcantarillado que sean seguros para toda la población y permitan frenar los efectos de estos fenómenos climáticos.

El científico Francesco Zaratti añade otros factores que deberían tenerse en cuenta a la hora de conocer el cuadro completo de porqué terminamos con una ciudad colapsada después de este temporal. El primero es la deforestación que se ha producido en las últimas décadas en la región, dejando a la ciudad a la merced de mayor cantidad de vientos y menor contención de humedad, lo cual hubiese sido fundamental para evitar los efectos que todos hemos visto.

El segundo, y no menos importante, tiene que ver con el manejo de la basura. La presencia de enormes cantidades de residuos provocó obstrucciones en varios canales que terminaron colapsados por la presión de las aguas. 

El problema no es exclusivo de Santa Cruz. Las ciudades que albergan al 70% de la población boliviana tienen problemas serios frente a este tipo de eventos extraordinarios. 

Esto demuestra que hace falta mayor inversión en obras públicas para mejorar la infraestructura urbana, que se debe impulsar una política agresiva contra la basura y avanzar hacia una mayor planificación de la expansión de las manchas urbanas donde los asentamientos humanos están multiplicando los riesgos de desastres.

Ojalá aprendamos como sociedad a no actuar sobre la leche derramada. Debemos dar un salto cualitativo hacia la prevención y la planificación de ciudades que, en pocos años, tendrán el doble de su población y el doble de problemas vinculados o no con el cambio climático. 

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