Opinión

Una década de oscuridad

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16 de abril de 2019, 4:00 AM
16 de abril de 2019, 4:00 AM

Hoy se cumplen 10 años del operativo en el hotel Las Américas, en el que fuerzas policiales de la Utarc mataron a tres extranjeros a los que la versión oficial acusó de terrorismo y en el que hubo demasiadas irregularidades que mantienen el episodio en la oscuridad, además de sostener un proceso judicial por más de siete años, que se ha convertido en un símbolo de retardación, de irregularidades y de manejo político ominoso.

La madrugada del 16 de abril de 2009, policías especiales entraron al hotel y abatieron a tres personas y detuvieron a otras dos, después de haber borrado las cámaras de seguridad (a fin de que no haya posibilidades de otra versión que no sea la oficial). Las irregularidades comenzaron el mismo día, cuando dejaron los cuerpos tirados en las habitaciones hasta más de 10 horas después y se les hizo exámenes forenses que se han mantenido en secreto hasta el día de hoy. Además, se trajo a un fiscal de La Paz, soslayando que un hecho debe juzgarse con un tribunal del lugar donde ocurre.

Han sido denuncias fuera del país las que permitieron saber que hubo disparos a quemarropa (según forenses irlandeses cuando llegó a su país el cuerpo de Michael Dwyer). También se conoció que los detenidos Mario Tadic y Elöd Tóásó se inculparon para salir libres y que esa opción les fue propuesta a poco de iniciarse el proceso. El mismo fiscal acusador dijo que todo fue armado y que había una consigna política detrás de las acciones, cuando se fue de Bolivia y pidió refugio político en Brasil.

El operativo, que comenzó en el hotel Las Américas, descabezó a la oposición política nacional y cambió el rumbo de lo que el mismo vicepresidente había calificado como un “empate catastrófico” entre dos visiones de país: la del Gobierno y la de los autonomistas, que tenían presencia en al menos cuatro departamentos. Admitir que esos fueron los días más difíciles para la gestión de Evo Morales da la pauta de que no era un acto simple de combatir un delito, sino que se utilizó para lograr la hegemonía política a partir de la persecución, el miedo y también el acomodo de gente que en ese momento estaba en la cresta de la ola.

Se llega a esta fecha con el proceso aún abierto, sabiendo que hubo años de audiencias en las que solo se leían extractos de llamadas telefónicas; sabiendo que quienes fueron parte del operativo y mataron ni siquiera fueron cuestionados y que ahora siguen como si nada hubiera ocurrido, mientras que los opositores están en el exilio, presos o con arresto domiciliario, todos ellos con las vidas destrozadas.

Si hubo o no hubo terrorismo y separatismo solo se sostiene por los discursos del Gobierno, porque no hay pruebas contundentes que lo demuestren. Por el contrario, hay evidencias de que la denuncia de los hechos se hizo aún antes de que estos ocurran.

Lo que pasa con el caso del hotel Las Américas es una herida abierta para el país, no solo por las sombras mencionadas, también porque se utilizaron las acusaciones como argumento para sembrar el odio y dividir a los bolivianos entre regiones.

No es posible seguir expectando los hechos sin indignarse por ellos. La Corte Interamericana de Derechos Humanos tiene denuncias contra la actuación del Estado. Se espera que algún día haya justicia y que se sepa la verdad de lo que ocurrió ese nefasto 16 de abril.