Opinión

Un adiós anticipado

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16 de enero de 2018, 4:00 AM
16 de enero de 2018, 4:00 AM

La coyuntura desencadenada por el movimiento del sector de salud dejó dos elementos claramente identificables: la inalterable decisión del Movimiento Al Socialismo y Evo Morales de no dejar el poder, y la decisión igualmente inalterable de la sociedad civil de no permitirlo. Una situación explosiva, sin duda.

El Gobierno no imaginó ni remotamente que, en un abrir y cerrar de ojos, prácticamente todos le dieran la espalda, y el ciudadano de a pie no imaginó ni remotamente el poder que poseía; el efecto de esta súbita transformación de los valores políticos y sociales hizo real algo que parecía un mero eslogan: el ciudadano le perdió el miedo al Gobierno, se ha vuelto, a los ojos del régimen, extremadamente irrespetuoso, y todo indica que a los ojos del ciudadano –y particularmente de la juventud– el régimen goza de muy mala reputación.

La reacción del Gobierno fue hasta cierto punto cómica, echó mano de un recurso irrisorio y desgastado, dijo –como en el caso Zapata– que todo era mentira; la sociedad civil respondió con algo mucho más contundente: paralizó las ciudades, la única mentira que quedó desvelada era la de un Código Penal antidemocrático. 

El vicepresidente decidió contrarrestar el impulso de la población urbana ‘clasemediera’ (según la terminología oficialista) incendiando las comunidades rurales de base indígena con un discurso racista al mejor estilo nazi. Las clases medias se percataron de que lo único que pretendía nuestro Robespierre nativo era meterles miedo. Mal intento, diga lo que diga, arguya lo que arguya, recurra a quien recurra, parece evidente que el movimiento democrático alcanzó un punto de no retorno, algo así como un preaviso: 
hagan lo que hagan en 2019 estarán fuera.

En medio de todo esto también quedó claro que las cosas no serán tan fáciles. Doce años de gobierno es tiempo suficiente para montar un régimen con todos los recursos para reprimir y escarmentar a quien se le ponga enfrente. Ya dieron señas muy claras al reprimir violentamente y sin disimulo a universitarios de una manera que ni en las dictaduras militares se había visto. Lo que está por verse no es si se quedan o se van en 2019, de lo que se trata es de asumir positivamente el costo que supone la batalla.

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