Opinión

Twitter, poder y democracia

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23 de junio de 2018, 4:00 AM
23 de junio de 2018, 4:00 AM

La paulatina y ya irreversible caída de popularidad del régimen boliviano ha conducido a Evo Morales y a sus asesores a recrear hechos del pasado en su cuenta de Twitter, en el afán de satanizar y estigmatizar a los Estados Unidos e Israel, así como a políticos y personajes de la oposición, sin la menor consideración a su dignidad y decoro, ni mucho menos a la realidad. En efecto, se leen allí insultos, comentarios estrafalarios, como la negación del autoritarismo venezolano, al que se llama sin mayores reparos “democracia”, y se agrega una serie de falacias discursivas en torno al pasado etiquetado siempre de servil al “imperialismo” y los intereses de las “trasnacionales”. Lo más grave resulta, sin embargo, el posicionamiento del presidente boliviano en materias de política internacional francamente sensibles, como la problemática de Oriente Medio, en la que siempre y sin matices se encuentra en el bando de los intereses palestinos.

Según la tipología de Linz, elaborada por Margarita Gómez-Reino –y que se halla en el libro Ciencia política contemporánea, de Isabel Diz Otero y otras–, encontramos en el país caracteres del “autoritarismo híbrido”, “autoritarismo puro” y totalitarismo. En primer lugar, Bolivia vive un sistema cuya naturaleza contradictoria está caracterizada por mantener un ejercicio del poder autoritario a través de medios aparentemente democráticos, lo que en términos políticos es una forma de “autoritarismo híbrido”. Las autoras del texto citado afirman que en el mundo contemporáneo existe un tipo de sistema político autoritario híbrido, también conocido como autoritarismo competitivo, cuando prevalece la violación de las reglas democráticas con tanta frecuencia y hasta tal extremo, que el Gobierno fracasa en su afán de alcanzar unos estándares democráticos mínimos.

En segundo lugar, con los sistemas propiamente autoritarios, Bolivia tiene en común la falta de consensos o pluralismo político. Para dar un solo ejemplo, la Constitución Española de 1978 acompañó la mención expresa del pluralismo político para significar que la democracia debe ser plural, no restrictiva, abierta y dispuesta a los acuerdos parlamentarios.

Finalmente, con relación al totalitarismo, se apareja la idea que en nuestro país la movilización es extensiva en muchas organizaciones, e inclusive en muchos casos obligatorias por el partido en función de Gobierno. Asimismo, prevalece un énfasis en el activismo de cuadros y militantes. Por otro lado, el poder del presidente Evo Morales Ayma está mal definido: es carismático e imprevisible –como ocurre con sus desproporcionadas declaraciones por medios digitales–, a lo que se suma el compromiso con la organización del Movimiento Al Socialismo.

Todas estas características y el deseo no repuesto del presidente Morales de continuar su mandato sin considerar los límites legales impuestos, la anunciada campaña de desprestigio de los opositores bolivianos a través de los llamados “guerreros digitales” y la característica gubernamental de apoyar abiertamente los gobiernos de Cuba y Venezuela –pese a que sobre el presidente Nicolás Maduro pesa un informe de la OEA ante la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad–, debe alertar a la población boliviana a mantenerse firme en su deseo de democracia y más democracia, y cómo no, de repeler y reprochar públicamente las acciones que van en contra de sus principios. 

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