Opinión

Tres muertos y una tragicomedia

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20 de abril de 2019, 4:00 AM
20 de abril de 2019, 4:00 AM

La noche del 16 de abril de 2009, los policías de la Utarc asesinaron a balazos a tres ciudadanos cuando dormían en el hotel Las Américas. Diez años después continúa en pie el montaje político-judicial que acusa a un grupo de destacados cruceños como terroristas y separatistas. Curiosamente, los terroristas y separatistas, los acusados, no produjeron ni una gota de sangre y los acusadores fueron los únicos que mataron.

Según el Gobierno masista –porque esta fue una cuestión montada por el régimen – Rózsa, Dwyer y Magyarosi vinieron a Bolivia para integrarse a un movimiento secesionista en Santa Cruz y para eliminar físicamente a S.E. Nunca se pudo probar que los cruceños estuvieran en planes independentistas o anexionistas, ni que S.E. hubiera estado en peligro de ser asesinado.

En una década de comedia y ficción, muy bien pudo el régimen haber exhibido pruebas de sus acusaciones, pero al final llegamos a lo mismo: hubo tres muertos, acribillados en sus camas por la Utarc, y muchos ciudadanos enjuiciados, torturados, encarcelados y exiliados. El MAS creyó que así había limpiado su camino para quedarse en el mando hasta que quisiera. Con eso quedó claro que el motivo de la matanza se debió al miedo de perder el poder.

Leyendo a Carlos Valverde, Harold Olmos, Emilio Martínez y algunos más, nos encontramos con que todo lo que estos han expresado por escrito, no ha tenido respuesta ni comentario digno de considerarse de parte del Gobierno. Es decir, que los masistas han sido incapaces de refutar lo que ellos mismos han armado, y se remiten a afirmar cínicamente que todo es un asunto de la justicia y que el MAS no ha metido sus manos en el tema.

Esto nos convence de que desde las altas esferas construyeron la tramoya, utilizaron a sus propios fiscales y jueces, dejando que esa justicia extorsionadora y ladina apriete el cuello a los acusados hasta el punto de asfixiarlos, obteniendo que algunos reconozcan una culpabilidad que nunca tuvieron. El fiscal Soza y quienes le siguieron fueron la máxima representación de la podredumbre judicial en Bolivia. Los juicios abreviados no significaron otra cosa que un vil chantaje para que algunos se declararan reos. Otros ciudadanos, admirables, siguen resistiendo y no aceptan que los embozados jueces masistas los dobleguen haciéndoles admitir culpas que no tienen.

El MAS ha sido el sistema más anticamba que jamás haya existido en Bolivia. Con solo ver un gabinete de ministros donde no hay ni un solo cruceño, beniano ni pandino, está dicho todo. Lo cierto es que S.E. quiere estar rodeado de los suyos, de quienes comen su comida, beben su chicha, oyen y bailan su música, adoran sus manes, inventan su historia y ríen sus chistes.

Si lo del hotel Las Américas fue un crimen grande, no fue menor lo que hicieron en Pando, cuando después de desatar una matanza, hace 10 años, atraparon al gobernador Leopoldo Fernández y lo tienen preso, cruelmente, hasta el día de hoy, sin probar su culpa. A Leopoldo Fernández, lo sabemos todos, el ministro Quintana le había anunciado su muerte, que por fortuna no se produjo. Al beniano Ernesto Suárez lo liquidaron por el lado electoral, eliminando a él y a sus candidatos de la manera más infame de participar en las últimas elecciones. Era el miedo a lo que llamaron la “media luna”, algo que había que destruir, como si no fuera peor la luna verde de Chapare, que tanto denigra al país.

Llegará, de todas maneras, el momento en que los policías que balearon la noche trágica en el hotel Las Américas paguen sus culpas. La fecha de las disculpas y arrepentimientos está fijada: empezará en octubre de este año.

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