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12 de noviembre de 2017, 4:00 AM
12 de noviembre de 2017, 4:00 AM

El jefe de las FARC ha anunciado que aspirará a la Presidencia de Colombia. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia son el brazo armado del Partido Comunista colombiano. Esa candidatura era predecible. Lo mismo que las tres preguntas siguientes: por qué el cambio de postura de Timochenko, con qué cuenta para llegar al Palacio de Nariño y para qué lo desea ardientemente. Pero antes de responderlas hay que situar al lector ante el personaje. 

Su nombre real es Rodrigo Londoño Echeverri, descendiente de una familia provinciana del sector medio-bajo. Lo sustituyó por el de Timoleón Jiménez como nom de guerre, pero luego lo sovietizó por el de Timochenko, probablemente elegido como un homenaje a Semion Timochenko, el mariscal amigo íntimo de Stalin que murió pocos años antes de que el colombiano llegara a Moscú a estudiar (es un decir) en la Universidad Patricio Lumumba, previo su viaje a Cuba a continuar no-estudiando en la isla del Dr. Castro. Sitio donde dicen que concluyó algo relacionado con la medicina, disciplina en la que seguramente resultará más peligroso y letal que como narco-guerrillero, pese al dossier compilado por Héctor Gómez Kabariq, de quien reproduzco los tres siguientes párrafos.

Gómez escribió: “El prontuario de Timochenko comprende gran cantidad de actos como secuestro, terrorismo, homicidio, rebelión, reclutamiento de menores, hurto calificado, daño en bien ajeno, narcotráfico, extorsión, conspiración, sedición y concierto para delinquir. El comandante del grupo guerrillero presenta 117 órdenes de captura en Colombia”.

Todas las condenas de Timochenko suman 164 años: una de 34 años por el ataque contra el municipio de Gigante (Huila), otra de 25 años por el asesinato de monseñor Isaías Duarte Cancino, otra condena de 27 años por el secuestro de una excongresista en 2001, otro fallo en su contra por el cual le imputaron 40 años luego de perpetrar un atentado en 1998 contra una base militar de la Región de la Orinoquía y una última pena de 38 años por el asesinato de Consuelo Araújo Noguera. El Gobierno de Estados Unidos alcanzó a ofrecer la suma de $us 5 millones por su captura.

Timochenko encabezó como jefe de las FARC las negociaciones de paz con el Gobierno del presidente Santos en los últimos cuatro años en La Habana, Cuba, y el 26 de septiembre (2016) en Cartagena fue el encargado de firmar el acta definitiva de paz con el jefe del Estado, en presencia de delegaciones de por lo menos 50 países. ¿Por qué alguien con semejante biografía renuncia a la violencia y decide buscar los mismos fines por vías políticas? Sabía que había perdido la guerra y era cuestión de tiempo que los drones al servicio de las FFAA colombiana liquidaran a la cúpula de las FARC. La muerte de Raúl Reyes, Mono Jojoy, y Alfonso Cano eran un augurio de lo que les esperaba a todos ellos en la medida en que la tecnología de guerra y la inteligencia militar continuaran perfeccionándose. ¿Con qué recursos piensa ganar las elecciones? Con los narcodólares que controlan las FARC, que se las ha llamado ‘el mayor cártel de la droga del planeta’ y es probable que así sea. Tendrá plata para untar con ‘mermelada’ –como dicen en Colombia a este innoble soborno- a cuanto comunicador o dirigente se preste. Tendrá en su campo a los astutos operadores políticos cubanos (que hicieron presidente a Hugo Chávez), y a toda la izquierda ideológica internacional, como Podemos, en España, Maduro en Venezuela y a otros del Foro de Sao Paulo.

¿Para qué quiere instalarse en el Palacio de Nariño? Se limitará a denunciar las deficiencias de la sociedad colombiana, pero sospecho que habrá poca gente que ignore que a Timochenko no le interesa aliviar esos males con honradez, inversiones, mercado y propiedad privada, como hacen las naciones más prósperas del mundo, sino cambiar el signo de las desgracias que afligen a ese país. 

Como marxista-leninista de la vertiente cubana, transferirá la riqueza existente de manos de los ‘oligarcas’ a los cuadros que segregará la mítica revolución (una nueva oligarquía) en un proceso que llaman ‘la formación de capital primario’. Organizará el trasvase del aparato productivo privado a unidades colectivas, sin importarle el daño que cause a la economía y al pueblo, mientras tiende un puente de plata por el que huirán sus adversarios naturales. Simultáneamente, cambiará la Constitución para que exista la reelección indefinida y se termine ese cuento burgués de la separación de poderes o la alternancia diversa en las tareas de Gobierno.

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