Opinión

Suxo, Arce y una manzana mordida

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6 de mayo de 2018, 22:34 PM
6 de mayo de 2018, 22:34 PM

Durante años el Gobierno ha tenido la batuta del debate público. Sin tomar en cuenta ninguna voz discordante o siquiera distinta, se sumó a la ALBA, expulsó al embajador de EEUU, chocó con los presidentes llamados ‘liberales’, dejó pendientes negociaciones que el Estado había realizado antes sobre acuerdos de libre comercio, etc. En ese plano, es aún más sorprendente su apego a Rusia. La muy primitiva política internacional boliviana se basa simplemente en darle la contra a EEUU, lo que quiere decir apoyar a otro sistema capitalista y de derecha, pero sin democracia, como es el que encabeza Vladimir Putin en Rusia.

Las autoridades bolivianas están acostumbradas a no debatir. Simplemente dan por descontado que las cosas deben hacerse como “ordena La Paz”, es decir el presidente Evo Morales y dos o tres personas más. Si la orden es salvarle el pellejo al dictador sirio, y alinearse siempre con la postura rusa, entonces así se hará, aunque ello no le traiga ventaja alguna a Bolivia.

Fue interesante ver a la exministra Nardi Suxo perpleja ante la idea de que debía dar explicaciones durante un reciente evento en EEUU. Tan habituados están todos en el Gobierno a que su voz es la única válida, que tener que debatir, argumentar y responder a críticas es algo impensado para ellos.

El Gobierno ha puesto a Suxo como candidata a la Corte Interamericana de Justicia para que, justamente, “reciba órdenes desde La Paz”, es decir siga la línea que su jefe le da. Las mismas órdenes que recibe el ministro de (in)Justicia, Luis Arce, que trata de decirle a los bolivianos, nada menos y nada más, que la justicia boliviana está en buen camino. ¡Y que eso se ha logrado gracias a él!

Los problemas que han tenido Suxo y el embajador de EEUU en Bolivia y coagente ante La Haya, Sacha Llorenti, para explicar sus posiciones demuestran el nuevo estado de ánimo de los bolivianos. Antes el Gobierno tenía la autoridad y legitimidad para “dictar cátedra”. Ahora no. Llorenti fue interrumpido y criticado en actos públicos realizados en Cochabamba y Santa Cruz, en los que intentó demostrar que tiene profundos conocimientos sobre la causa marítima. En realidad, no los tiene y fue designado como ‘coagente’ por “órdenes de La Paz”, con la sola intención de diluir un poco la figura del agente Eduardo Rodríguez Veltzé, quien en todo caso es una de las personas que más mérito posee en la demanda marítima, junto a Carlos Mesa y al propio presidente.

Ese decaimiento en la legitimidad del Gobierno se demuestra también en la mofa generalizada que ocasionó que Álvaro García Linera, quien se veía bastante ridículo al haber sido disfrazado con una colorida túnica, recibiera un doctorado honoris causa de la Udabol, una universidad que trata desesperadamente de complacer al Gobierno. ¿No tienen asesores que le digan al vicepresidente que esa era una pésima idea, sobre todo después de descubrirse que solo estudió dos años la universidad en México y que dio ocho versiones diferentes sobre su supuesta titulación? No, no los tiene, solo se rodea de llunkus que le dicen “bien jefe”, cuando le da una manzana mordida a un mendigo o hace cosas similares. Son señales que confirman que el futuro del oficialismo se ve color de hormiga.

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