Opinión

Ser y parecer no es lo mismo

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20 de mayo de 2018, 6:39 AM
20 de mayo de 2018, 6:39 AM

La frase del Divino Cayo Julio César hace referencia a que, por la importancia que tenía en la sociedad romana la mujer del César, no solo debía de ser honrada sino parecerlo; de ahí, hasta nuestros días, los ‘exitosos’ han tratado de amoldarla a su gusto y conveniencia, manipulándola y dando la impresión de que ser y parecer es lo mismo, cuando en realidad no tienen nada en común. Repárese que la idea del ‘éxito’, que no es nueva, tiene como 200 años, generó una especie de péndulo que ha llevado a los seres humanos a confundir el carácter (ser) con la banalidad y superficialidad (parecer).

El entorno que justifica ‘cualquier cosa’ hecha o dicha por don Juan Evo Morales Ayma, confunde el ser y el parecer y en los últimos días, después de hacerse públicas las reuniones entre el mandatario y los ‘oferentes’ de las coreografías de los Juegos Odesur, terminó beneficiando a su exministro (Groux) con un importante monto de Bs 11 millones. Nada quedó claro ahí y nada se va a aclarar, por más que se cambien las explicaciones de los declarantes de turno: “Nunca hubo reuniones”; “Sí, hubo reuniones”; “El que critica es porque es enemigo de la patria”; hasta la última que fue dicha por doña Gísela López (ministra de Comunicación):” El presidente durante toda su vida ha construido una imagen de honestidad y esa imagen es la que quiere afectar Oscar Ortiz”.

En efecto, probablemente Morales haya tratado de construir una imagen de honestidad, pero después de 12 años de Gobierno, queda claro que, igual que el mamotreto ese llamado Casa del Pueblo donde se gastó tanto dinero (mucho en banalidades como sauna, gimnasio y otros suntuarios innecesarios), esa imagen construida no acompaña a quien se dice servidor

La construcción de la imagen de honestidad debe ir acompañada de valores y decoro; no voy a referirme a la belleza o no de la ‘Casa’ del pueblo porque la belleza es un concepto simplemente y, lo que le puede gustar a uno puede desagradar a otro, cosa totalmente contraria a la imagen de honestidad, en la que, todos y cada uno de los ciudadanos van a coincidir.

Ser honesto es ser decente, razonable, justo y honrado (entre otros valores) y, definitivamente, don Evo Morales no ha sido honrado en el Caso Zapata, por ejemplo, donde no solo que no dijo toda la verdad de los hechos, sino que permitió que sus ministros y portavoces terminen minando la credibilidad del presidente y el manejo del Estado, porque mintieron e inventaron excusas y explicaciones absolutamente contrastantes con la verdad. Eso ‘deconstruyó’ el esfuerzo presidencial.

Pero no fue solo el caso Zapata. El llamado caso Rózsa tiene más de nueve años sin sentencia y, cuando termine, seguirá siendo una incógnita en la memoria de los bolivianos porque la gran mayoría descree del cuento gubernamental y, aunque va a terminar con algunos condenados, se sabrá que tal condena buscará simplemente evitar un juicio internacional por crímenes de lesa humanidad.

Ser honesto es ser apegado a la verdad y no a sus propios intereses (políticos y de poder, en este caso). Ser honesto es ser honrado, y ser honrado es cumplir la palabra y el presidente no lo hizo con relación al Tipnis, donde se sigue avanzando en la construcción de la via y, peor en su mentado indigenismo, cuando maltrató a los indígenas de Tierras bajas en Chaparina, o en su discurso de la ‘madre patria’ cuando pretende arrasar el Bala, sin tomar en cuenta consideraciones medioambientales y de biodiversidad.

Ser honesto y honrado es practicar esas virtudes y evitar el culto a la personalidad; ninguna persona honesta permitiría que su casa sea centro de un museo que lo resalte con dudosos valores, como los que hay en el ‘museo’ que le costó mucho dinero al país, o, que un busto propio se haya puesto en la entrada del Palacio Legislativo. Ser y parecer es muy importante.

Pudiera seguir, pero el espacio concedido se termina, aunque hay espacio para que quede claro que ningún honesto va a decir: “Por encima de lo jurídico, es lo político (…) cuando algún jurista me dice: Evo, te estás equivocando jurídicamente, yo le meto nomás. Después les digo a los abogados: si es ilegal, legalicen ustedes, ¿para qué han estudiado?”.

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