Opinión

Se precisan datos fehacientes en torno al gas natural

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17 de enero de 2019, 4:00 AM
17 de enero de 2019, 4:00 AM

Desde los últimos días de 2018 y en lo que va de este 2019, la retórica oficialista sobre el tema del gas ha sido constante. El ministro del ramo Luis Alberto Sánchez y el propio mandatario Evo Morales han reiterado en estas fechas que se descubrió un “mar de gas”, el primero y un “megacampo”, el segundo. El titular de hidrocarburos aseguró la existencia de un “mar de gas” en el Subandino Sur, que incluye Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija. Se refirió también al pozo Boyuy X-2, en el municipio tarijeño de Caraparí, y dijo que “abrió una nueva era de exploración a profundidad mayor de los 7.000 metros, por debajo de la denominada falla de Mandiyuti”. A todo esto, expertos en hidrocarburos han explicado que más allá de la citada profundidad es casi imposible perforar y poder explotar el potencial gasífero.

Por su lado, y tras anunciar un día antes con entusiasmo lo del ‘megacampo’, el primer mandatario luego fue más discreto y solo expresó que el citado pozo Boyuy era “el más profundo jamás perforado en Bolivia”, pero no mencionó cifras ni certezas numéricas acerca de potenciales volúmenes de producción.

El país ya se encuentra inmerso en una prematura pero efectiva campaña preelectoral, primero con miras a las elecciones primarias amañadas por el Ejecutivo y, luego, con el objetivo final de las elecciones generales de octubre. En esos futuros comicios parece un hecho que se presentará el binomio Morales-García, pese a la ilegítima cuarta postulación, dado que una nueva reelección fue vetada por la mayoría popular mediante el referendo del 21 de febrero de 2016. Pero está visto que el lema “obedecer al pueblo” no rige en estos casos.

Mientras esto ocurre acá, desde el exterior llegan voces preocupantes. En Argentina, y particularmente en Brasil, se duda acerca de la posibilidad de Bolivia para cumplir compromisos internacionales y al unísono abastecer su creciente mercado interno. Con Argentina cada tanto surgen problemas.

En el caso brasileño estamos ad portas de la eventual (o no) renegociación de un nuevo contrato, pues este año vence el aún vigente. Las posibilidades de exportar gas directo a San Pablo, o bien hacia los estados fronterizos de Mato Grosso, Rondonia y Mato Grosso do Sul, dependerá de una certeza de provisión del energético por parte del país.

Es recomendable que el informe oficial de las reservas de gas se cruce con el de otro ente mundial para corroborar o despejar dudas. El inmediato futuro económico de Bolivia está en juego. Es un tema delicado que debe manejarse con solvencia profesional y pragmatismo, no con vocinglerías preelectorales.

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