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19 de noviembre de 2017, 4:00 AM
19 de noviembre de 2017, 4:00 AM

La historia de Santa Cruz guarda relación de alguna manera con las cuatro revoluciones industriales que han sucedido en el mundo. En una primera aproximación, la primera revolución (1.0) correspondería al proceso manufacturero y agroindustrial de las misiones jesuíticas y al inicio de la conquista del oriente boliviano con la explotación de quinua y goma.

La 2.0 comienza con el Memorándum de 1904, concluyendo con la vinculación a los países vecinos, más la reforma institucional y urbana, luego de conquistar el 11% de regalías. Santa Cruz 3.0 pertenecería a la revolución del conocimiento sucedida a partir de los años 60 (siglo XX), tras el arribo de profesionales cruceños que estudiaron en otras naciones y que retornaron con un bagaje de nuevos saberes tecnológicos y culturales. Santa Cruz 4.0 es el ciclo de la revolución digital y que hoy nos toca enfrentar. Es la era de la innovación, ello significa, la transformación de nuevas ideas en soluciones económicas y sociales. 

La pregunta central es: ¿Santa Cruz puede convertirse en una de las capitales latinoamericanas de la innovación, al igual que Medellín, en Colombia? Claro que sí. Ejemplos como el Instituto de Neurociencia (Unifranz), Innova (Cainco) o la Feria internacional universitaria de Ciencia y Tecnología (Uagrm) son algunas de las más recientes expresiones vivas del espíritu moderno e innovador de Santa Cruz.

Sin embargo, una región no puede mudar de aires por inspiración de algunos ‘iluminados’. Son necesarias algunas condiciones. En el caso nuestro veamos. 1°) A Santa Cruz siempre le preocupó el futuro, al comienzo quizá mirándolo desde una hamaca y luego conduciendo el tren del desarrollo boliviano. 2°) Al estar inmerso en el ostracismo y sin el apoyo del Gobierno andinocentrista, nuestros abuelos tuvieron que innovar. Abrieron caminos, construyeron instituciones, salieron al mundo para conocerlo. 3°) El propio carácter del cruceño, alegre, soñador, emprendedor, con un alto grado de autoestima. 4°) Una red institucional vigorosa e interconectada y 5°) La situación geo-estratégica de Santa Cruz.  

Pero no todo aquello es suficiente. Faltan: 1°) Crear conciencia crítica, entendiendo que la riqueza de una región o país no serán los recursos naturales sino el conocimiento. 2°) Pensar que el mundo no cambiará es un grave error, cuando la única constante en este tiempo es precisamente el cambio. 3°) Promover la “interdependencia” mediante alianzas entre lo público, el sistema universitario y lo privado, sin olvidar el talento y las capacidades creativas de las nuevas generaciones. La idea es aunar esfuerzos, no se trata de competir o verse como adversarios. Hace 60 años hicimos un pacto social, hoy toca hacer un pacto por el conocimiento, la innovación y la tecnología. 4°) Esta iniciativa también exige de las partes presupuestos anuales suficientes, creando capital de riesgo para diferentes proyectos. 

Ahora bien, si a los gobernantes de turno no les interesa desarrollar un Santa Cruz 4.0, caerá sobre la sociedad civil organizada (comité cívico, profesionales, empresarios, cooperativas y universidades) la responsabilidad de asumir este desafío. Hasta ahora los cruceños conquistaron el presente pero aún no garantizaron su futuro. La innovación es el nuevo reto para Santa Cruz, que debe ser superado si somos inteligentes.

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