Opinión

¿Revisionismo histórico encubierto?

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27 de abril de 2019, 4:00 AM
27 de abril de 2019, 4:00 AM

Todavía no ha caído en mis manos un billete de 200 bolivianos – uno de los nuevos quiero decir –pero ya he visto que la figura principal es Tupac Katari, luego sigue su mujer Bartolina Sisa y al fondo, seguramente para equilibrar, está el Libertador Simón Bolívar. Tupac Katari y Bartolina Sisa, aimaras ambos, son dos importantes personajes de la “nueva Bolivia”, pero no sabemos cuánta relevancia tendrán entre la mayoría de los compatriotas que conocen a Katari por el cerco a La Paz y por su furiosa rebeldía contra los españoles y criollos que vivían en la ciudad. Fue muerto de manera brutal y la misma suerte corrió Bartolina, pero, lamentando de que su sacrificio fue deplorable, no creemos que sean lo más importante en nuestra Historia, aunque sí lo es para la etnia aimara.

Otro aimara de temer, paceño también, es el que figura en los nuevos billetes de 50 bolivianos, Pablo Zárate, el “Temible Wilca”, inicialmente apoyó al ejército rebelde de La Paz y luego convertido en una suerte de guerrillero que asoló el altiplano robando e incendiando y que tiene entre sus hazañas el haber dado una muerte de extrema crueldad a un contingente de soldados sucrenses en el templo de Ayo Ayo, en épocas de la Guerra Federal entre los liberales paceños y los conservadores de Chuquisaca. Murió después traicionado y de forma violenta, según dicen.

En el resto de los nuevos billetes aparecen las efigies de otros indígenas como Tomás Katari, quechua letrado muerto por los españoles; Apiaguaiki Tumpa (Tüpa), aguerrido guaraní a quien mataron durante la República; Pedro Ignacio Muiba, mojeño ejecutado en 1811; Bruno Racua, héroe en la batalla de Bahía en el Acre; y el mestizo Alejo Calatayud, decapitado mucho antes de las guerras de la Independencia. No dudamos del valor que hayan tenido todos estos personajes, pero tampoco estamos muy seguros de confiar hasta dónde llega el rigor histórico de sus vidas y hasta dónde la fantasía.

En el propio caso de Santa Cruz, en los nuevos billetes de 50 figura nuestro José Manuel Baca, “Cañoto”, queridísimo por todos los cruceños, un soldado valiente, romántico, bohemio, poeta, trovador, pero que jamás comandó los ejércitos patriotas, que no fue un guerrero como Warnes, Mercado o Arenales. Todos queremos a “Cañoto” pero no creemos que sea lo más representativo de Santa Cruz, como sí lo es René Moreno, que está en los anteriores billetes de 100 y que en pocos años habrá desaparecido.

Bolívar y Sucre están en los flamantes y finos billetes de 100 y 200, aunque en un discreto tercer plano. Bueno, por lo menos los han incluido. Pero si en los billetes emitidos por el Estado Plurinacional se han elegido a 15 personajes, ¿cómo no van a tener un lugar Murillo, Santa Cruz, Ballivián, Abaroa o Cabrera, Vicenta Juaristi Eguino, Adela Zamudio, Busch o Bilbao? ¿O pioneros como el beniano Antonio Vaca Díez que dio su vida explorando y curando indígenas en nuestras selvas del norte o el cruceño Nicolás Suárez que además de crear riqueza hizo posible con su propio peculio y coraje que no perdiéramos todo lo que hoy es el departamento de Pando?

No sé qué Historia de Bolivia les estarán enseñando a mis nietos pero ya buscaré un texto oficial para leerlo. La verdad es que me temo que a través de los nuevos billetes, nos encontremos con una suerte de revisionismo histórico encubierto. Esto no sería de sorprender en los tiempos de la “Revolución Democrática y Cultural”. En todo caso, se trata de una concepción histórica muy discutible, que va a gustar a algunos seguramente y va a disgustar a muchos otros.

En fin, es la época que nos ha tocado vivir, y los billetes ya están ahí, circulando, con bellos paisajes, monumentos históricos, fauna y flora maravillosa, pero con algunos personajes que no estamos muy seguros que merezcan tanto homenaje.

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