Opinión

Restringir el uso de plásticos

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21 de julio de 2018, 4:00 AM
21 de julio de 2018, 4:00 AM

Parece imposible evitar el uso de plásticos por la infinidad de productos de ese material que utilizamos a diario. Sin embargo, las sociedades están cada vez más conscientes de la necesidad de combatirlos por sus nocivos efectos para el medioambiente. 

La ciudad estadounidense de Seattle se puso a la vanguardia al prohibir el uso de bombillas, platos, cubiertos y vasos de plástico que se utilizan en los restaurantes. Otras urbes del mundo ya comenzaron el debate sobre las prohibiciones que se deberían imponer para frenar esta ola que se levanta gracias a la expansión de la sociedad de consumo.

Una inmensa isla de basura y plástico de más de 1,6 millones de metros cuadrados se expande en el océano Pacífico con efectos directos en la vida de cientos de especies de animales. 

Esa mancha negra contiene 80.000 toneladas de plásticos y representa el tamaño del territorio de México, pero lo más grave es que gracias a las corrientes marinas se sigue expandiendo, lo que constituye una verdadera amenaza para cientos de especies de animales que tienen al mar como su hogar común.

En el fondo del problema está la industria del plástico, que mantiene su curso expansivo debido a los múltiples usos y beneficios que tiene para la sociedad de consumo en la que vivimos en la actualidad.

En los últimos 10 años, la producción mundial de plásticos pasó de 245 millones de toneladas en 2006 a 348 millones de toneladas en 2017, según las cifras de la organización PlasticsEurope.   

Los estudios científicos señalan que no podremos deshacernos completamente de los plásticos debido a que su uso está expandido en casi todas las actividades de la gente. 

Los expertos señalan que hay que evitar aquellos objetos de plástico que tienen corta vida, como las bolsas y los utensilios, que se utilizan en supermercados, restaurantes y domicilios. 

Además, la ciencia nos ha permitido avanzar en el desarrollo de bioplásticos, aquellos que son derivados de productos vegetales, tales como el aceite de soya, el maíz o la fécula de papa, a diferencia de los convencionales, que son derivados del petróleo.

El problema está en cómo utilizamos los plásticos. Por eso debemos avanzar como sociedad hacia un uso restringido y evitarlos cuando sea posible. Por eso el ejemplo de Seattle y otras ciudades del mundo es absolutamente útil.

En las principales ciudades de Bolivia vemos a diario cómo se lanza todo tipo de recipientes de plástico a las calles, generando inmensos basurales que son nocivos para la salud de la población y provocan serios problemas en los conductos de desagüe. En este contexto, las iniciativas locales, regionales y nacionales son fundamentales para combatir esta parte de la contaminación ambiental.

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