Opinión

Religión y “no te metas con mis hijos”

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31 de diciembre de 2018, 4:00 AM
31 de diciembre de 2018, 4:00 AM

Lo que más parece molestar a quienes proponen la idea resumida en la frase “no te metas con mis hijos” es que se hable de las diversidades sexuales: aunque ellos no lo quieran creer, en el mundo existen personas homosexuales, bisexuales, transgénero y muchas otras opciones. El temor que sienten algunos sectores conservadores de que sus hijos puedan ser ‘convertidos’ a la homosexualidad está presente, aunque parezca mentira, en muchos colectivos conservadores y religiosos. Para ellos, la homosexualidad es una especie de enfermedad y por lo tanto se puede contagiar.

Todos estos grupos conservadores y religiosos le han puesto el mote de ‘ideología de género’ a quienes proponen una mayor libertad en la educación sexual de nuestros hijos y piden que se admita lo que es obvio: las diversidades sexuales existen y por tanto deben ser respetadas y reconocidas.

Quienes apoyan esas propuestas prefieren el nombre de ‘ideología de la libertad’, en vez de ‘ideología de género’. Como, por lo visto, esa iniciativa de libertad provoca incertidumbre y temor, se combate fieramente, sobre todo en las redes sociales. Se atribuye, además, a un supuesto ‘marxismo cultural’, lo que es un absurdo: el comunismo combatió ferozmente la diversidad y la heterogeneidad de cualquier índole, incluida, obviamente, la sexual. Si tienen un origen estos conceptos es el liberalismo, que defiende que cada persona pueda, libremente, desarrollar sus propias capacidades, ideas, ilusiones y opciones sin ser supervisada por el Estado o por grupos religiosos, políticos o de otro tipo. No hay que tenerle miedo a la libertad.

El “no te metas con mis hijos” tiene como trasfondo la idea de que el Estado (los profesores) debe estar al margen de la educación sexual de los estudiantes de colegio. Quienes defienden esa idea aseguran que deben ser exclusivamente los padres de familia quienes aborden ese tema con sus hijos, para hacerlo siguiendo sus propios valores. Muchas personas afirman que en el colegio solo se debe aprender los aspectos fisiológicos de la reproducción y sexualidad humanas. Es decir, constreñir el asunto a los límites de la ‘biología’.

Una educación sexual apropiada puede ayudar a que la persona tenga, en la adultez, una vida plena y saludable; que la relación entre géneros sea más horizontal y respetuosa; que les dé a los jóvenes la información necesaria para empezar su vida sexual cuando ellos lo decidan; y que quienes deseen tener relaciones puedan mantenerlas de manera protegida y sin presiones ni chantajes.

Tan lejos estamos de ello, que Bolivia tiene los más altos niveles de embarazo adolescente y violencia sexual contra la mujer en todo el continente. Así que es importante que estos temas se hablen más, y de mejor manera, en el colegio y en el seno de los hogares. Los tabúes, los miedos, los mitos, las vergüenzas, solo logran confusión y sentimientos de culpa y, de paso, embarazos no deseados y aumentos en los índices de aborto.

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